El activismo gordo avanza contra los estereotipos estéticos y de salud
P Son grupos que desafían estereotipos estéticos y de salud asociados a la gordura. En Córdoba, se nuclean en torno al Club de Gordas. Demian Orosz dorosz@lavozdelinterior.com.ar
asaron del drama individual y el sufrimiento callado a pensarse y actuar como un grupo que se otorga alivio, construye herramientas teóricas para definirse y se organiza en una lucha que tiene varios frentes.
Ese es el camino que están haciendo muchas personas gordas que decidieron transformar los años de padecimiento en silencio en combustible de una rebelión en proceso: el activismo gordo.
En su gran mayoría, quienes vienen dándole forma al activismo gordo pueden identificar el momento en el que la humillación o la segregación (un insulto, una cargada, la prohibición de entrar a algún lugar, no encontrar ropa o asiento de su talla) dejaron de ser experiencias privadas para articularse en un colectivo que actúa en diversos ámbitos sociales y que se piensa, sobre todo, como un “cuerpo político”.
La disidencia gorda surgió a finales de la década de 1960 en Estados Unidos, vinculada a los movimientos feministas, con severos cuestionamientos a los estereotipos negativos asociados a los gordos.
Actualmente, existe un importante arsenal teórico que discute con las industrias de la dieta y, en particular, con el discurso médicoterapéutico que establece una
equivalencia entre gordura y enfermedad. Y que a menudo les adjudica taras morales o conductas “no saludables” a quienes tienen un peso y una masa corporal por fuera de la norma: tendencia al exceso, falta de disciplina, ganas de fracasar socialmente, debilidad de la voluntad para adecuarse a una vida como la que llevan adelante los flacos.
Desde hace unos años, en la Argentina, el activismo gordo está desarrollando sus propias estrategias y posturas. Aunque a nivel local esta militancia es más incipiente, viene ganando fuerza como un movimiento que se expresa en talleres, encuentros, clubes, fanzines, blogs, ferias y libros. En muchos casos, utilizan tácticas de agitación de cuño punk y anarquista, en alianza con otros colectivos disidentes, aunque también está tomando impulso en algunos ámbitos académicos.
El movimiento desafía paradigmas estéticos, de salud y de género, interviniendo desde la filosofía, las ciencias sociales y el arte. Transformar el lenguaje con que nos referimos a estas problemáticas es central desde el punto de vista que sostienen. Por esta razón, un rasgo clave es la apropiación que realizan del insulto que puede implicar “gorda/o”, la transformación de la injuria en arma y la utilización del término “gordx” (todas las expresiones surgidas de este activismo usan el lenguaje inclusivo) como forma de empoderamiento y transformación de la herida en grito de rebelión.
La disidencia gorda está hablando con fuerza y está dando que hablar, provocando discusiones. Algunas figuras del espectáculo y con mucha actividad en las redes sociales, como la comediante porteña Señorita Bimbo o la estandapista cordobesa Mar Tarrés, también han contribuido a visibilizar situaciones que siguen generando dolor y frustración.
Recientemente, un episodio de discriminación denunciado por Mar Tarrés en un boliche de la ciudad de Córdoba volvió a encender las alarmas sobre la existencia de una persistente gordofobia que atraviesa a la sociedad, y que es moneda corriente tanto en el espacio público como a nivel doméstico.
Club de Gordas CBA
En la Argentina, una publicación de referencia es Cuerpo sin patrones. Resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne, una antología de textos que buscan abrir fisuras en el sistema gordofóbico, que incluye la patologización de cuerpos considerados aberrantes, mecanismos brutales o sutiles de exclusión y maltrato, y una “policía” de las tallas que vigila y castiga las desviaciones respecto de una supuesta normalidad física.
Los compiladores del libro son Nicolás Cuello, profesor de historia de las artes visuales, investigador del Conicet y activista gordo, y Laura Contrera, docente de filosofía de la UBA, abogada y militante de la diversidad corporal. Son también los fundadores del taller Hacer La Vista Gorda.
Ambos vinieron en 2016 a Córdoba para presentar el libro, y esa visita fue decisiva en el surgimiento del Club de Gordas, el colectivo que está agitando a nivel local las transformaciones que persigue el activismo gordo.
“Una Muestra Gorda”, realizada a mediados de diciembre de 2016 en el Ateneo Anarquista de Güemes, fue el germen del Club.
Desde comienzos de 2017 el Club de Gordas Córdoba promueve una
También se suman a los discursos que circulan sobre el tema los de la ficción. Hace unos meses se estrenó Gorda, una comedia que relata la vida de Joy, una joven obesa de 27 años, judía y con un ácido sentido del humor.
Insatisfecha con su vida profesional y sentimental, y luego de sufrir en silencio situaciones de bullying desde la primaria, ella decide patear el tablero. ¿Cómo? Joy asume su cuerpo con orgullo y obliga a reflexionar sobre la hipocresía social y sus prejuicios. La serie web tiene ocho capítulos de 10 minutos cada uno. Está en Cablevisión Flow.