La Voz del Interior

“Se necesitan clientes”, un cartel que va al grano

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Hace poco más de cuatro años que Andrea Catalonga tiene un negocio de forrajería sobre Goycochea al 2100, la avenida principal de Villa Allende. Y hace dos que las ventas vienen a los tumbos.

Preocupada por ello, y decidida a rescatar a su comercio de la crisis, tomó una pizarra y una tiza y fue “al hueso”, directa, sin demasiadas vueltas. “Se necesitan clientes”, escribió, y lo puso en el ingreso mismo del local.

“No sabía qué hacer. Las ventas venían cayendo muy fuerte, y estaba desesperad­a. Primero, probé con algunas frases más buena onda. Buscando que los clientes supieran que acá siempre les damos una mano y les solucionam­os cualquier problema que tengan. Pero no alcanzó”, recordó Andrea en diálogo con La Voz.

Después de varios intentos, probó con la nueva frase. “Es así de fácil y de simple. Mi local necesita clientes. Es por la crisis. ¿Por qué otra cosa podría ser? Tenía que poner algo para llamar la aten- ción, y en parte lo logré”, asegura.

Menos ventas

Según Andrea, es la primera vez que pasa por una situación así. “Antes, llegué a alquilar el local de al lado, porque ya no tenía lugar para toda la mercadería que vendía. Pero desde hace dos años que venimos en decadencia. Y este año, ni hablar...”, se lamenta.

En estos últimos meses, las ventas se le derrumbaro­n, hasta un 50 por ciento. Dice que la gente no entra a comprar porque no tiene plata. Y que hay días tan malos que no entra casi nadie.

“El cartel pidiendo clientes es como una especie de chiste, pero a la vez es muy en serio. Por suerte, desde que lo puse, la gente se acerca, entra, pregunta, hasta le saca fotos. No todos compran, pero al menos hay más movimiento”, asegura la comerciant­e.

Hoy, le tiene tanta fe a su frase que, si llueve y las letras con tiza se borran, lo vuelve a escribir con el mismo texto. “Hay algunos que leen mal, se confunden, y entran pidiendo trabajo. Y yo les digo que, lamentable­mente, lo que necesito es vender, no un empleado”, sonríe casi con pena.

Aunque tiene el local en Villa Allende, Andrea vive con su pareja y sus dos hijos pequeños en Mendiolaza. Su familia y su tenacidad la impulsan a buscarle la vuelta todos los días a su negocio.

“Si seguimos como estamos, no creo que la situación económica vaya a mejorar. Pero nunca, ni siquiera ahora, pensé en cerrar. La voy a pelear, todo lo que pueda, así como lo hice siempre, a pesar de que nunca nadie me regaló nada”, dice con actitud.

Mientras tanto, el llamativo cartel en el frente de su negocio sigue allí, pidiendo clientes.

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(RAMIRO PEREYRA) Original. Andrea, junto al cartel que colocó frente a su local.

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