La Voz del Interior

“Chacarita”, ese personaje entrañable de Berrotarán

Casi nadie lo ubica en su pueblo por su nombre real, pero es a la vez el vecino más conocido. Suma 88 años y trabaja en múltiples oficios, recorre kilómetros en bicicleta y, sobre todo, es escultor, poeta, actor y músico autodidact­a.

- Mariela Martínez Correspons­alía

Si alguien en Berrotarán dice Humberto Lirio Morán es probable que pocos reconozcan ese nombre. Pero si se menciona a “Chacarita”, todo el pueblo lo describirá al instante.

Es uno de esos personajes entrañable­s y a la vez sencillos de pueblo. En este caso, de esta localidad del departamen­to Río Cuarto, a 132 kilómetros al sur de la capital cordobesa.

Con 88 años –que bien disimula– , a las 5 de la mañana se levanta, todos los días. Su rostro se ilumina cuando cuenta que tiene dos hijas, 10 nietas y dos bisnietos. Y dibuja una sonrisa cuando explica que su apodo se debe a ser hincha fanático, “desde siempre” –afirma– del muy porteño Club Atlético Chacarita Juniors. “El funebrero”, aclara.

Es un autodidact­a. Aprendió por sus propios medios a leer y escribir, desandó varios oficios y les dedica tiempo a sus pasiones artísticas de escultor, poeta, músico y actor. Sí, todo eso junto, y a los 88.

Chacarita es el mayor de cinco hermanos y arrancó desde muy chico a trabajar. “Conseguí mi primer empleo a los 8 años. Esa fue la escuela de mi vida. Desde ese momento no paré ni un día”, arranca para contar su historia.

Saca cuentas de que lleva ocho décadas trabajando, porque aún no paró. Recuerda que en su oficio de constructo­r, siempre estuvo “tratando de buscar capacitaci­ón y aprender”, y también como gasista o plomero, “para conseguir más tareas”

Por estos días está construyen­do su sexta casa. Él mismo las edifica e instala cada uno de los servicios.

Modestamen­te

Vive en forma modesta, pero por elección. Asegura que “ser discreto y respetuoso, además de hacer buena tarea, es fundamenta­l”.

No toma medicament­os y come de todo. Y su vaso de aperitivo o de vino, en el bar, parece una costumbre imposterga­ble, de cada día. “Me encanta estar con mis amigos. Estoy lleno de amigos, todos me conocen”, afirma con orgullo.

No para. La semana pasada, por caso, se trasladó en su rudimentar­ia bicicleta desde Berrotarán hasta Río de los Sauces. Son 28 kilómetros, y de ripio. “Pero siempre lo hice, son dos horas pedaleando”, acota como si fuera lo más habi- tual sobre su ritmo vital.

Sus esculturas

Mientras canta una milonga acompañado con su guitarra en el patio repleto de cactus, con higuera y laurel, muestra sus esculturas talladas a madera. Y luego, los tres escudos de cemento que acaba de terminar. “En un día hago uno, que pesa unos 40 kilos. Preparo el formato, luego uso cortes de chapa para el molde”, describe.

Va y trae fotos de esculturas de cemento que elaboró para institucio­nes del pueblo, como la Sociedad Italiana, el Club Talleres, un jardín de infantes y la iglesia.

“También para exintenden­tes”, acota, mientras recuerda con lucidez nombres de autoridade­s de su pueblo de hace 40 o 50 años.

Cuenta que tres nuevos escudos que ya tiene alistados serán colocados a la altura de la localidad puntana de Cortaderas, en el límite entre las provincias de Córdoba y San Luis.

“A estos los hice a pedido de Raúl Baggini, quien organiza las cabalgatas de travesía gaucha desde hace 32 años entre ambas provincias, por esa zona montañosa”, relata.

“Chacarita” está pensando ahora en un bosquejo de escultura de cemento que, según anticipa, “tendrá una mujer en una ventana”. Y apunta: “Hace poco le hice una escultura de una guitarra a doña Pancha, dueña de un conocido bar de Río de los Sauces”.

Sigue creando

Su paso por el camino artístico también lo colocó como poeta y actor en obras de teatro. No deja de soñar con subirse de nuevo a las tablas: “Tengo que seguir con el teatro, tengo algunos libretos”, agrega, como si nada.

En el comedor, que se impone como principal habitación de su casa, acumula objetos antiguos que le han regalado o ha encontrado. Desde piedras usadas por culturas aborígenes hasta un sable de su abuelo o un viejo fonógrafo: “Parece que me siguen las cosas”, ironiza. Sus amigos dicen que esa casa es el pequeño “museo de Chacarita”.

En un rincón aparece una escultura que está tallando. Y en otro, un libro sobre la historia de las bicicletas en el mundo: “Leo todas las noches”, cita, envuelto en una sonrisa que sólo se detiene cuando recuerda a su esposa Fortunata, fallecida hace 11 años.

Morán es de esa raza de personajes que se construyen en los pueblos chicos. Un tipo reconocido por los suyos, sin alardes ni poder. Y que fue declarado “Ciudadano destacado” por su municipio. Un reconocimi­ento para un tipo querido por su gente.

“Soy como el zorzal, me gusta volar. Hasta acompañé a un amigo piloto, en avioneta, en 80 horas de vuelo”, relata “Chacarita” Morán, mientras suma anécdotas de ocho décadas pero de muy diversas actividade­s, oficios, artes y gustos. Luego, va y busca una plaqueta que le entregó, recienteme­nte, el municipio de Berrotarán. Ahí se lee la inscripció­n “Ciudadano destacado. Humberto ‘Chacarita’ Morán, por su aporte a la comunidad y su ejemplo de vida”.

ES ALBAÑIL, PLOMERO, ELECTRICIS­TA. NO PARA NI UN DÍA. Y SE SIENTE ARTISTA, PERO DE CASI TODOS LOS RUBROS.

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(LA VOZ)
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