Busca justicia por su hermano desaparecido
La familia de Andrés Baleani, desaparecido hace más de dos años en Inriville, ya afirma que fue víctima de un homicidio. El hombre estaba amenazado de muerte. Su hermana pide ayuda a la población. El Gobierno ofreció recompensa, pero las respuestas no ll
La familia de Andrés Baleani, desaparecido hace dos años en Inriville, en el sureste de la provincia de Córdoba, ya afirma que él fue víctima de un asesinato. Su hermana Mariana le dijo a La Voz que no existe el crimen perfecto y que tiene que dar con los asesinos.
La mujer toma su lapicera negra, escribe unas palabras, las remarca y cierra la prolija carpeta. El bibliorato contiene numerosas hojas blancas donde hay escritas, a mano, fechas, nombres, datos, lugares, situaciones, ideas, planes, reuniones. A Mariana Baleani no se le escapa nada. La mujer lleva un prolijo registro de la investigación que realiza, de manera paralela, a la que la Justicia lleva adelante por la desaparición de su hermano. Andrés Antonio Baleani tenía 54 años cuando, hace dos años y casi tres meses desapareció de la ciudad de Inriville, 200 kilómetros al sur de la Capital.
Al principio, Mariana tenía dudas, inquietudes, sospechas. Hoy, asegura que tiene certezas: insiste en que su hermano fue asesinado y reclama que la Justicia encuentre el cuerpo, atrape a los criminales y los envíe a juicio.
“En Inriville, el pueblo donde vivía mi hermano, hay gente que sabe qué fue lo que pasó. Sabe quiénes fueron las personas que lo mataron, hay gente que sabe todo, pero tiene miedo de hablar porque los asesinos siguen libres. Están sueltos”, sostiene Mariana y agrega: “Esa gente tiene que vencer su miedo y acercarse a ayudar: hay una familia que está sufriendo... Necesitamos justicia”.
Descartada la posibilidad de un infausto accidente, una muerte natural y una autodeterminación, la principal hipótesis es que Andrés Baleani fue asesinado en el supuesto marco de una eventual venganza. ¿Cómo? ¿Por qué?
Baleani, en 2008, mató a su propio hermano Nicolás en el marco de una pelea por la tenencia de un perro de carrera.
Andrés, fuera de sí, no soportó que Nicolás vendiera al animal y lo ultimó de un escopetazo en el pueblo. Cometido el fratricidio, fue a entregarse a la comisaría. Andrés fue sentenciado a 8 años de prisión. A sus espaldas, asegura su familia y ratifican desde la investigación, se trazó otra “sentencia”: algunos conocidos de su hermano, prometieron venganza.
“Varios dijeron que cuando Andrés saliera de la cárcel, tras cumplir la condena, iban a matar- lo. Estamos seguros de que así fue”, insiste Mariana Baleani.
En la fiscalía de Fernando Epelde, en Marcos Juárez, se trabaja a paso firme.
El funcionario judicial convocó a pesquisas de la Dirección de Investigaciones Operativas, un cuerpo de detectives de la Policía Judicial. “Estamos trabajando, mucho se hizo en este tiempo. Lamentablemente, no tenemos respuestas todavía, pero no podemos decir mucho más para no interferir en la causa”, afirmaron fuentes de la fiscalía de Epelde.
Los pesquisas vienen realizando un trabajo basado en testimonios, inspecciones y distintas pruebas técnicas. Se hicieron allanamientos, excavaciones y hasta se han tomado muestras de manchas en al menos una vivienda y un vehículo para distintos cotejos. Por ahora, ese trabajo no aporta respuestas contundentes.
Por su parte, Mariana lleva adelante un incansable trabajo de buscar datos y testigos que puedan echar luz sobre el misterio de su hermano, mientras golpea puertas de despachos oficiales y reclama que no se bajen los brazos.
Cada dato que obtiene, lo comparte con los investigadores.
Tanta fue su lucha y obstinación que el Gobierno provincial terminó ofreciendo, el año pasado, una recompensa de 200 mil pesos para quien aporte datos concretos sobre el paradero del albañil. Sin embargo, este ofrecimiento poco y nada ha servido en la causa.
Sospechosos
Fue dicho: Andrés cumplió una condena por haber matado a su hermano y regresó a su pueblo de siempre. Quería iniciar una nueva vida.
“Él no era mala persona. Es cierto que mató, pero no era malo. Y volvió al pueblo para arrancar una nueva vida. Empezó de abajo, a trabajar de nuevo, como albañil y a hacer changas”, dice Mariana.
Una de las primeras cosas que hizo, tras salir de la cárcel, fue reunirse con los amigos de su hermano muerto y trató de zanjar heridas y viejos rencores.
Sabía bien que más de uno había prometido venganza.
En aquel abril de 2016, Andrés volvió a vivir con su madre.
El 29 de agosto siguiente, no volvió a dormir a casa y nunca más se supo de él. La tierra se lo tragó.
Sus últimas horas fueron confusas. Algunos insisten en que se fue a pescar con un amigo; otros afirman que se juntó con un conocido en un bar a tomar unas gaseosas (no le gustaba alcohol) tras una jornada de trabajo; mientras algunos afirman que un poblador lo acercó hasta su vivienda. Sin embargo, los rastros se pierden en un rompecabezas sin solución.
Hay sospechosos que vienen siendo investigados. A algunos ya les hicieron allanamientos y excavaciones, incluso les sacaron sangre para eventuales cotejos de ADN. Uno de ellos, sin embargo, desapareció de Inriville. Habría sido visto ya fuera de Córdoba.
“Mi mamá se vino abajo. Ya sufrió la muerte de un hijo. Ahora, otro hijo desaparece y nadie sabe dónde lo dejaron. Ningún crimen es perfecto. Y este no puede ser perfecto. Tienen que dar con los que asesinaron a mi hermano”, remarca Mariana y hace fuerzas para no caer en el llanto.
“No tengo dudas de que a mi hermano lo mataron. Hay gente que sabe y que tiene que vencer su miedo de hablar”, añade la mujer.