El paso del fascismo al populismo
El autor de “Del fascismo al populismo en la historia” dice que lo que define a los populismos tanto de derecha como de izquierda es que juegan al límite de las reglas democráticas.
Federico Finchelstein es autor del libro Del fascismo al populismo
en la historia, que indaga la deriva de una ideología a otra desde el siglo 20 al 21. En diálogo con La Voz, dice que Bolsonaro y Trump se parecen más al fascismo que Juan Domingo Perón.
Para Federico Finchelstein, si algo tienen en común los populismos, ya sean de izquierda o de derecha, es que “juegan al límite de las reglas”. El autor del libro Del fascismo al populismo en la historia es un estudioso de la génesis de esta tendencia política, en ascenso con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y con el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil.
Historiador argentino radicado en Nueva York, Finchelstein sostiene que “el fascismo no es el populismo, pero para los historiadores es claro que ambos comparten afinidades importantes con respecto al pueblo, a la nación, a los líderes y a sus enemigos”.
“El populismo está genética e históricamente ligado al fascismo. Se podría sostener que es su heredero: un posfascismo para tiempos democráticos, que combina un compromiso limitado con la democracia y que presenta impulsos autoritarios y antidemocráticos”, escribe el autor de Los alemanes, el Holocausto y la culpa colectiva, Fascismo trasatlántico y El mito del fascismo: de Freud a Borges, entre otros libros.
–Desde una perspectiva negativa, ¿qué es lo peor que producen los populismos?
–Depende de dónde se lo mire. Originalmente el populismo es una reformulación democrática del fascismo. Estamos hablando de un momento en la historia muy diferente del actual. Después de la derrota de los fascistas en la Segunda Guerra Mundial, los populistas, muchos de los cuales habían sido fascistas como nuestro general Perón, deciden que la dictadura no es algo que ellos quieren y deciden que, en este nuevo mundo que se abre a partir de la derrota de los fascistas, la dictadura no va a tener la legitimidad que tuvo antes. Entonces lo que hace Perón es destruir esa dictadura desde adentro, llamar a elecciones y construir una democracia, que tiene una genealogía autoritaria, pero que es una democracia al fin. En cambio, en los casos de Musso- lini o de Hitler, lo que hace el fascismo es llegar al gobierno por medios democráticos y destruir la democracia desde adentro. Perón hace el movimiento inverso, igual que Vargas en Brasil.
–¿Qué características tiene?
–Se trata del afianzamiento de la democracia, una democracia autoritaria que tiende a pensar que el pueblo son sólo aquellos que se identifican y votan por el líder. Gobiernan en nombre de una mayoría, pero atacan a las minorías. Los que no están de acuerdo con el líder son presentados como enemigos del pueblo.
–¿Por qué el populismo se vuelve una opción política?
–Pensemos que surge como reformulación e incluso como rechazo del fascismo. ¿Qué lo define? La violencia política, la represión estatal, la persecución, el encarcelamiento, la eliminación y el racismo. En ese marco, los pri- meros populismos reniegan de los fascistas. Perón los llama “piantavotos”. Y, más allá de sus gustos personales, Perón deja atrás esa característica esencial que es el racismo. Para él no son políticas legítimas violencia y racismo.
–¿Y los populismos de Trump y de Bolsonaro?
–Trump y Bolsonaro se parecen más al fascismo que Perón o Vargas. Basta ver su racismo, su discriminación, el ataque a las minorías... Para un Bolsonaro es “el” tema de la política. Trump llama violadores y criminales a los mejicanos. Perón lo hubiera entendido