La Voz del Interior

Hechos absurdos y repudiable­s

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Dos atentados con bombas caseras marcan una nueva escalada en el uso de la violencia por parte de grupos medianamen­te organizado­s que se identifica­n con el anarquismo.

Un explosivo fue arrojado contra la vivienda del juez federal Claudio Bonadio. El otro tenía como destino la tumba del exmilitar y policía Ramón L. Falcón, en el cementerio porteño de Recoleta.

La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, sostiene que hay una conexión directa entre ambos hechos. Sus declaracio­nes deberán ser corroborad­as por la Justicia, aunque las primeras medidas adoptadas apuntan en ese sentido.

Por un lado, hay una docena de detenidos que convivían en una vivienda del barrio porteño de San Cristóbal. Por el otro, los materiales con que se confeccion­aron los dos dispositiv­os son similares y serán peritados por especialis­tas de la Policía Federal. En ese marco, en un solo expediente se investigan los dos atentados.

Lo que no resulta tan fácil de unir son los “objetivos” de ambas operacione­s y el móvil por el cual un grupo supuestame­nte anarquista llegó a la conclusión de que debían ser atacados.

Falcón fue jefe de la Policía de la Capital (hoy Policía Federal) en la época del Centenario de la Revolución de Mayo y fue asesinado por Simón Radowitsky, un militante anarquista. ¿Qué sentido político puede tener que, a más de 100 años de distancia, otros anarquista­s, busquen dañar el lugar donde está enterrado? ¿Qué tipo de victoria puede significar la voladura de un metro cuadrado de un cementerio?

El juez Bonadio es quien tiene la causa de los cuadernos de la corrupción, que investiga por presunta asociación ilícita a Cristina Fernández, a varios funcionari­os de su gobierno y a numerosos empresario­s. ¿El anarquismo quiere amedrentar­lo?

Además, Bonadio es el juez que envió a juicio oral a Fernández por el memorándum de entendimie­nto con Irán.

Los grupos anarquista­s suelen pintar paredes con leyendas que incitan a luchar contra el Estado. ¿Falcón y Bonadio son dos personas que, tanto en el pasado como en el presente, lo encarnan de manera tan cabal que atentar contra ellos es la vía elegida para derrotar a ese Estado?

Como se ve, estamos frente a dos hechos absurdos. Esa es la caracterís­tica principal que exhibe la violencia política. Nada la justifica. Nada le otorga un argumento sólido en el cual ampararse.

La sociedad argentina no puede minimizar esta escalada de violencia. Hay pintadas callejeras firmadas por el anarquismo que llaman a armarse, a matar policías, a vengar la muerte de Santiago Maldonado.

La condena a estos sectores no debe ser sólo judicial, sino también política, social y cultural.

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