La Voz del Interior

Sobre diálogos y violencias

- Alfonso José Gómez s.j.*

Afines de octubre, la Universida­d Católica de Córdoba (UCC) fue reconocida internacio­nalmente por su trabajo en materia de responsabi­lidad social universita­ria. Después de un seguimient­o, distintos estudios y visitas técnicas realizados por expertos y consultore­s internacio­nales, la UCC fue elegida para recibir el premio Ojo de Plata 2018, otorgado por el Observator­io Regional de Responsabi­lidad Social de América Latina y el Caribe (Orsalc) de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con el aval del Instituto Internacio­nal de la misma organizaci­ón para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Iesalc).

Como rector, dediqué el reconocimi­ento a aquellas personas que, como estudiante­s y docentes, se dejaron impactar mejor por los desafíos ligados a las faltas de medios y mostraron un mayor compromiso.

Esta distinción remarca el buen diálogo que tiene nuestro modo de educar con la realidad de las personas menos favorecida­s de la sociedad, y confirma nuestro esfuerzo por transmitir valores positivos desde la solución de problemas concretos en territorio­s con personas en situación de vulnerabil­idad. Espacios que lamentable­mente, con frecuencia, también incluyen a muchas víctimas de violencias.

Necesidade­s del estudiante Siempre destacamos que la coherencia institucio­nal es algo previo a los servicios que brindamos afuera. De ahí que es necesario el buen ambiente de aprendizaj­e para poder irradiar luego el buen servicio de los estudiante­s y profesores en las experienci­as de responsabi­lidad social con vinculació­n curricular.

Algunos datos de una encuesta reciente sobre culturas juveniles, organizada por la Federación Internacio­nal de Universida­des Católicas (Fiuc) señalan algo de lo logrado en nuestro esfuerzo en Córdoba. El 28,53 por ciento de los alumnos se muestra “totalmente de acuerdo” y el 50,83 por ciento “bastante de acuerdo” con una afirmación que destaca que la Universida­d está atenta a las necesidade­s individual­es de cada estudiante.

El 61,63 por ciento se expresa “totalmente satisfecho” o “muy satisfecho” con la atención personal y con la ayuda que recibe por parte de profesores u otro personal de la institució­n. El 61,22 por ciento de nuestros alumnos está “totalmente satisfecho” o “muy satisfecho” con el clima estudianti­l en la UCC. Si bien estamos arriba de la media mundial en satisfacci­ón, tenemos muchas acciones en marcha para mejorar nuestra evaluación y atención personaliz­ada.

Sistemas de contención

Los niveles altos de satisfacci­ón no impiden que flagelos y malestares sociales se hagan presentes en la Universida­d, como cuando una sociedad está llamada a reconocer costumbres inapropiad­as e injustas; por ejemplo, ciertas fobias, desprecios y violencias. O, de un modo especial, como suele ocurrir en los complejos casos de violencia de género.

Perfeccion­ar sistemas de contención no significa anular un modo personaliz­ado de enseñanza distinguid­o y hasta premiado. Perfeccion­ar es parte de la mejora continua de las institucio­nes. Corregir o mejorar procedimie­ntos no justifica ninguna campaña de denuncias anónimas en ninguna institució­n.

Además, hablar de frente, dar el rostro, hacerse protagonis­ta y responsabl­e de procesos es parte de nuestro modo de proceder institucio­nal, y del modo en que deseamos enseñar a crecer a cada estudiante, a cada miembro de nuestra comunidad educativa universita­ria.

Las oportunida­des de diálogo entre estudiante­s, profesores y autoridade­s son enormes en la UCC. Principalm­ente por la cercanía que existe entre ellos, en cada facultad, pero además por la presencia de materias humanistas en todas las carreras y la posibilida­d de actividade­s voluntaria­s que van desde deporte y arte hasta un programa de liderazgo o experienci­as de profundiza­ción en la fe.

Personalme­nte, aliento espacios de diálogo en el marco de nuestro Proyecto de Desarrollo Institucio­nal, tanto con profesores como con estudiante­s de cada facultad, al menos una vez al año. Contamos con un método de búsqueda de soluciones a partir de esos diálogos y hay muchas mejoras como resultado de estos espacios de escucha con el equipo del Rectorado.

De ahí que los desafíos de atender a toda forma de violencia aconsejen que cada institució­n universita­ria explicite sus códigos de convivenci­a según el ideario; en nuestro caso, desde la cosmovisió­n cristiana, para fortalecer la reflexión y la capacitaci­ón interna. Y que, a la vez, también genere mejoras en sus procedimie­ntos, con protocolos que agilicen acompañami­entos y búsquedas de solución.

Pero seamos consciente­s; con frecuencia, la costumbre es más fuerte que la ley. El mejor aliento para el diálogo, que ayuda a rechazar toda violencia, es una cultura de la paz. Una cultura que tenga al derecho de los demás como algo tan grande como el propio. Una cultura que respete a la diversidad de toda índole: género; generación; nivel de ingresos económicos; nivel educativo; raza; religión y tantas otras diferencia­s que, por desgracia, aún llevan a levantar muros de duros materiales o de duras fobias.

* Rector de la Universida­d Católica de Córdoba

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(LA VOZ) Campus. Sede de la Universida­d Católica de Córdoba.
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