La Voz del Interior

Raptos, el peor de nuestros pánicos

- Claudio Gleser Código rojo cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

“Sí... hemos tenido y tenemos muchos de estos casos en la ciudad”. Así se sinceraron altas fuentes policiales en las últimas horas luego de que una joven universita­ria denunciara que, en plena noche de Nueva Córdoba, quisieron meterla por la fuerza dentro de un automóvil. Rocío fue tajante: “Me quisieron secuestrar”.

Al reconocer “muchos casos”, las autoridade­s policiales no se refieren a una oleada de raptos callejeros, sino a asaltos callejeros contra personas que son introducid­as en autos –tanto propios como ajenos– para terminar siendo saqueadas, en segundos, por parte de pandillas de delincuent­es.

Se trata de otra clase de robos tipo “pirañas”. La otra forma son los ataques en plena vereda.

En los últimos días, hubo varias denuncias similares en Córdoba. Un par de estos casos se dieron en Nueva Córdoba. En uno, una chica alcanzó a zafar; en otro, un joven dijo que lo golpearon y asaltaron ya arriba de un coche. Los hechos son investigad­os como robos.

“Me quisieron secuestrar”, insistió Rocío. La Policía responde que fue “un asalto”. Un fiscal (José Mana) le cree a la chica a priori e imputó a cuatro hombres por privación ilegítima de la libertad calificada. Nada de robo.

Más allá de la insegurida­d cuando surgen estas denuncias, muchas y muchos se paralizan. Quedan frente al peor de los miedos en estos tiempos de violencia exacerbada y desprecio por el otro: el pavor a que una mujer sea raptada.

Esa paranoia encuentra sustento en nuestra personalid­ad, en nuestros temores y, claro, se alimenta de violentos episodios que parecieran registrars­e sin freno y con los que hemos aprendido a convivir.

De manera sistemátic­a, la violencia machista nos entrega casos de mujeres violadas, asesinadas y tiradas en descampado­s como basura.

En Córdoba, muchos han sido los espantos de ese tipo.

Sin ir muy lejos, días atrás, Karina Abba (17) fue hallada abusada, estrangula­da y semienterr­ada en un descampado cerca de Villa Huidobro. Según la causa, un primo suyo la atacó a la salida de una disco. Este año, otro drama similar se escribió en Jesús María y tuvo por víctima a Wanda Navarro (15).

Ya el año había arrancado con el espanto de Abril Sosa, la pequeña raptada, abusada, asesinada y arrojada en un baldío de Alta Córdoba; un caso que nos trajo a la memoria las pesadillas de Rocío Barletta y Gabriela Pimentel.

Córdoba tiene historias sexuales de horror: Camila Carletti, Brenda Arnoletto, Debra Noble, Mariela Bortot o, más atrás en el tiempo, Natalia Milán, Noelia Ramos, Romina Oliva, las hermanitas González...

En Google, estas historias bien contadas están.

Otras veces, nos damos con violacione­s de noche, y durante fines de semana, a manos de lobos que no entendiero­n que “no es no”.

Sin embargo, la realidad criminal demuestra que, así como la mayor cantidad de ataques sexuales se da entre conocidos y en el hogar, son contados los casos (denuncias) de mujeres raptadas por extraños en autos y que terminaron sufriendo un infierno.

Cuidado, hubo casos, pero no son los más. Las estadístic­as judiciales lo ratifican.

En todo esto, las redes sociales, así como algunas veces ayudan a visibiliza­r desaparici­ones de personas, terminan siendo una canaleta de basura ideal para expandir y alimentar falsas historias, que lo único que hacen

LAS DENUNCIAS DE INTENTOS DE RAPTOS ALIMENTAN NUESTRA PARANOIA. ES CLAVE QUE LA JUSTICIA AHONDE Y ESCLAREZCA.

es incrementa­r un pánico creado desde la mentira.

Que camionetas blancas, que autos negros, que coches con vidrios polarizado­s a la caza de víctimas... Cuántas historias de este tipo se leen a menudo, sin el más mínimo sustento, y nutren una paranoia que, a su vez, se ve incrementa­da por una Policía y una Justicia que no salen a dar tranquilid­ad como debieran.

“Me quisieron secuestrar”, insiste Rocío, desde Nueva Córdoba. Es fundamenta­l para ella, para su familia y para toda la ciudadanía que se investigue a fondo, se aclare qué sucedió y se castigue a los culpables.

En tiempos en los que la violencia machista sigue causando una sangría cotidiana, es fundamenta­l conocer la verdad, trazar diagnóstic­os reales y no seguir alimentand­o psicosis paranoicas.

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(POLICÍA) Impacto. La semana pasada, una joven fue atacada en la calle y todo culminó en un violento operativo.
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