La Voz del Interior

Repelente contra inmigrante­s

- Jorge Elías Periodista

Donald Trump soslayó un aniversari­o. El del 9 de noviembre, el número 29 de la caída del Muro de Berlín. Ese día, el presidente de Estados Unidos anunció que vedaba los pedidos de asilo de inmigrante­s indocument­ados. Dos semanas después, un juez federal de San Francisco, Jon Tigar, bloqueó de forma temporal esa directiva, dirigida a la caravana de centroamer­icanos que intenta ingresar en el país.

La pelea pasó a mayores. Trump se enzarzó con el presidente de la Corte Suprema, John Roberts, ofendido por la sospecha sobre jueces afines a expresiden­tes. En especial, según Trump, a Barack Obama y a Bill Clinton.

“No tenemos jueces de Obama o jueces de Trump, jueces de Bush o jueces de Clinton”, se despachó Roberts, nominado en 2005 por George W. Bush, en una discusión pública tan inusual y bochornosa como las dudas de Trump sobre la independen­cia de los poderes. Tan inusual y bochornosa, tal vez, como la designació­n para la Corte del juez Brett Kavanaugh, alentada por Trump en medio de una controvers­ia mayúscula por denuncias de acoso sexual.

En esas arenas se dirime otra cuestión. La de los 7.000 migrantes de Honduras, Guatemala y El Salvador, carne de cañón durante las elecciones de medio término de Estados Unidos. Trump ordenó el despliegue de fuerzas militares en la frontera como si se tratara de una emergencia nacional. De una invasión, según sus palabras.

El despliegue previsto, de hasta 15 mil soldados, equipara la presencia militar en Afganistán. ¿El costo estimado? 200 millones de dólares en momentos en que Trump pretende recortar los gastos del Pentágono.

Los supuestos talibanes huyen del Triángulo Norte de América Central, azotado por la violencia, la pobreza, la corrupción y las inundacion­es. La caravana partió el 12 de octubre de Honduras. En México, después de sortear a las fuerzas de seguridad, se encontró con sentimient­os encontrado­s: la solidarida­d y el rechazo.

Trump dejó entrever que “hay muchos miembros de pandillas y gente muy mala mezclada en la caravana”. El alcalde de la ciudad mejicana de Tijuana, Manuel Gastélum, a tiro de piedra de la frontera, se refirió a ellos como una “horda” de “marihuanos” a sabiendas de que los defensores de los derechos humanos “se me van a venir encima”.

La ley migratoria de Estados Unidos permite solicitar asilo a cualquier extranjero que haya entrado en forma legal o no. El presidente no puede reescribir­la, según el juez Tigar.

Trump aplica con los centroamer­icanos la misma vara que utilizó en enero de 2017 para cerrarles el paso a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana. En ese caso, la Corte consideró legal el veto migratorio por motivos de seguridad nacional, pero, a su vez, la Justicia de primera instancia y de apelacione­s derogó su decisión de deportar a los dreamers indocument­ados que arribaron siendo niños a Estados Unidos.

Bush y Obama autorizaro­n el despliegue frente a México de la Guardia Nacional, que depende de cada Estado, en 2006 y 2010 por el repunte de inmigrante­s ilegales y del tráfico de drogas. En la última campaña, Trump atizó su discurso contra la inmigració­n como en las presidenci­ales de

2016, cuando prometió un muro para repeler a “violadores y a criminales”.

El envío de soldados supone la militariza­ción de la frontera frente a un enemigo externo, por más que el intento de trasponer la línea haya caído a los niveles de

1971. Cuando aún existía en Berlín el “muro de la vergüenza”. La Unión Europea y Gran Bretaña acordaron el borrador de la declaració­n sobre su relación política tras el “Brexit”, con lo que se allana el camino para que los líderes del bloque den su visto bueno al pacto el domingo. La primera ministra británica, Theresa May (foto), dijo ayer que el acuerdo con la Comisión Europea sobre el proyecto de marco político para una futura relación representa el “trato correcto” para Gran Bretaña. En declaracio­nes en las afueras de su residencia de Downing Street, May agregó que el acuerdo “cumple con el voto del referéndum” y dará a Gran Bretaña el control de sus fronteras, dinero y leyes.

LA LEY DE ESTADOS UNIDOS PERMITE SOLICITAR ASILO A CUALQUIER EXTRANJERO QUE HAYA ENTRADO EN FORMA LEGAL O NO.

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