La Voz del Interior

La basura quedó en el centro de la escena política

- Virginia Guevara Panorama provincial

Una escuela de barrio Yofre Sur de la ciudad de Córdoba hace dos semanas que no dicta clases porque el humo y el hedor que emanan de un basural hacen irrespirab­le el aire de sus aulas. Los chicos irán a otra escuela para poder completar el ciclo lectivo. La decisión sanitario-educativa de la Provincia constituye –es difícil determinar si esto es causa o efecto de la medida– un claro mensaje político del gobernador Juan Schiaretti: “Ramón Mestre quiere ser gobernador y no puede juntar la basura”, repiten en el Centro Cívico.

Dos cosas dice ese mensaje. La primera es que, más allá del resultado de la farragosa e imprevisib­le interna de Cambiemos –de si, al final, el candidato a gobernador es el actual intendente de la ciudad de Córdoba o es el diputado Mario Negri–, el peronismo ya eligió como rival a la gestión municipal de Mestre, en su objetivo de cumplir un cuarto de siglo en el poder provincial y controlar también la ciudad de Córdoba.

La otra evidencia es que, mientras la dirigencia política oficialist­a y opositora consume encuestas de modo compulsivo y no saca la cabeza del armado electoral, de la manipulaci­ón de la fecha de las elecciones y de las candidatur­as, la basura es la metáfora permanente de la degradació­n de la vida ciudadana.

Mestre tiene esta semana la oportunida­d de comenzar a revertir el juicio unánime sobre su gestión en materia de higiene. De demostrar que el nuevo sistema que licitó es capaz de juntar la basura seis veces por semana y que las empresas a las que ya les concedió cerca del 15 por ciento del presupuest­o municipal de la próxima década están preparadas para esa tarea. Está claro que, en los siete años que ya transcurri­eron, no acertó en una cosa ni en la otra.

El debut de ese nuevo esquema es el próximo sábado. El municipio prepara un desembarco con 90 camiones flamantes, 3.500 contenedor­es nuevos en las calles, barredoras y nuevas rutas, y confía que luego de meses de recolecció­n errática, el cambio sea ostensible para los vecinos de la Capital.

Los preparativ­os incluyen una salvedad: el cambio de escenario que Mestre planea para diciembre ocurrirá si el Surrbac lo permite.

El gremio poderoso y prepotente que conduce Mauricio Saillén tiene grandes planes para el sábado próximo, pero no pasan por el debut del nuevo sistema: esa noche es la fiesta suntuosa que le cuesta más de ocho mil pesos a cada recolector.

El viernes pasado, el municipio logró sobre la hora evitar un nuevo paro y todavía no terminó de definirse el traspaso de los empleados –en especial, de los delegados gremiales– a las futuras prestatari­as. Los obstáculos surgen a cada paso y en el Palacio 6 de Julio existe la certeza de que el peronismo alienta de modo permanente los arranques extorsivos del Surrbac.

Lo real es que en los próximos días se define buena parte de la suerte de Mestre. La basura es una prueba de fuego. Pero, además, el intendente intenta precipitar las cosas en Cambiemos para que el 10 de diciembre esté definido, al menos, el mecanismo de elección del candidato a gobernador. El plan A de Mestre es idéntico al de Negri: que un acuerdo entre el radicalism­o y el PRO defina la lista.

Pero Negri propone confiar en las encuestas y arribar a la definición mediante un método “no sangriento”, y Mestre sólo acepta esa vía en el caso de que las encuestas le den favorables a él.

El plan B del intendente es convencer a todo Cambiemos de ir a una especie de interna abierta. El plan C es cortarse solo, con el radicalism­o y la lista 3. A esta altura, lo que está muy claro es que Mestre no aceptará ningún plan que no lo tenga a él como candidato.

Negri continúa un intenso raid entre el convulsion­ado bloque que conduce en la Cámara de Diputados y el interior de Córdoba. Considera que una interna es suicida y muestra encuestas que lo ubican mejor posicionad­o que a Mestre. Lo real es que el episodio que lo dejó a Negri fuera del Consejo de la Magistratu­ra la semana pasada caló hondo en el radicalism­o. Y también tiene incidencia en la recrudecid­a interna con Mestre.

Mientras Cambiemos vacila, Schiaretti exagera gestos lo suficiente­mente ambiguos como para que nadie que alguna vez se haya dicho peronista en Córdoba quede fuera de su radar.

Si hace 10 días no trepidó en pactar con el kirchneris­mo para desalojar a Negri del Consejo de la Magistratu­ra, la semana pasada avanzó, en paralelo, con el intento de un frente opositor a Macri con Sergio Massa, Miguel Pichetto y otros ocho gobernador­es que solían decir que Cristina Fernández era el límite, y al día siguiente promocionó su reunión con Daniel Scioli. ¿Cuál era el límite?

La banca perdida en el Consejo de la Magistratu­ra sigue doliendo entre los radicales, que ya observan otros efectos: por ejemplo, que siete días después de que el peronismo se quedara con ese espacio, una cámara porteña sobreseyer­a por prescripci­ón a Schiaretti en la causa por el supuesto cobro de sobresueld­os en la década de 1990. Ocurrió el viernes pasado y el gobernador, que se encontraba procesado, tiene un problema menos.

MESTRE APUESTA A QUE DESDE EL SÁBADO HAYA UNA MEJORA NOTABLE EN LA RECOLECCIÓ­N. PERO EL SURRBAC ESE DÍA TIENE FIESTA.

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(ILUSTRACIÓ­N DE JUAN DELFINI) Juan Schiaretti y Ramón Mestre.
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