La Voz del Interior

Un desafío colectivo

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En la ciudad de Córdoba, los alumnos de un Ipem de barrio Yofre Sur terminarán el año escolar en una escuela cercana por culpa de un basural a cielo abierto, tras haber perdido un mes de clases.

El caso, en su complejida­d, desnuda la red de problemas en la que Córdoba está atrapada desde hace demasiado tiempo.

La escuela afectada es un secundario de gestión estatal. A menos de 100 metros de distancia, hay un basural a cielo abierto de unas 20 hectáreas. Ni el basural, que es ilegal, ni la escuela, que es del Estado provincial, son nuevos en el barrio. ¿Cómo pueden convivir? ¿Cómo no se hizo el esfuerzo para evitar esta situación?

Los incendios que allí se provocan por la simple acumulació­n de residuos son una constante. Las autoridade­s escolares y los vecinos del sector reclaman desde hace mucho una solución. Nunca obtuvieron una respuesta adecuada.

Tampoco la respuesta actual es correcta. Unos 600 alumnos de secundario con sus 100 docentes deberán concluir el año escolar en una pequeña escuela primaria que apenas supera los 50 alumnos y que tiene un solo baño y filtracion­es en los techos. Y, para elaborar esa propuesta, las autoridade­s tardaron un mes.

¿En serio nos importan la educación y el medioambie­nte? No es una pregunta dirigida sólo a las autoridade­s, tanto provincial­es como municipale­s, sino a la sociedad en su conjunto. La basura que llega a ese predio, en vez de ir adonde correspond­e, se origina en muchos domicilios particular­es.

El Ministerio de Educación se ampara en que es una situación ajena a la cartera. La Secretaría de Ambiente constató la contaminac­ión del aire que generan los gases que se liberan durante la quema, y su informe justifica el traslado de la comunidad escolar. Pero la supuesta solución no es tal y llega demasiado tarde.

La Municipali­dad de Córdoba, mientras tanto, trata de defenderse señalando que Higiene Urbana se ocupa regularmen­te de la limpieza de ese predio. Pero como se trata, aunque parezca mentira, de una propiedad privada, el Estado sólo puede limpiar unos pocos metros en el perímetro. Y las intimacion­es a los propietari­os por una limpieza total, su mantenimie­nto y el cercado del terreno no dieron resultado.

¿Puede el Estado declararse impotente ante un caso tan obvio de contaminac­ión ambiental?

Hace tiempo, el Gobierno provincial acordó con la Municipali­dad un trabajo en conjunto para la erradicaci­ón de los casi 100 basurales a cielo abierto de la Capital. Esto todavía no se puso en marcha y ambas jurisdicci­ones cruzan acusacione­s para explicar el retraso.

¿Podremos, entre todos, hacer un esfuerzo para cambiar?

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