La espantosa muerte de la psiquiatra, camino a la verdad
Aquella mañana, muchos de los inquilinos se sobresaltaron tras escuchar el estruendo. Algunos pensaron que se trataba de un mueble o de un televisor que había caído accidentalmente. Otros pensaron que se trataba de un trozo de construcción o de un andamio que había caído. No falto quien supuso que se trataba de una explosión.
El espanto se apoderó del consorcio cuando se descubrió que una mujer había caído al patio interno. Cuando fueron a rescatar a la víctima, la hallaron con un hilo de vida y sus manos semiatadas con una remera.
Los médicos del Hospital de Urgencias no lograron salvarla.
Se llamaba Liliana Inés del Huerto Oubiña Bonacina, tenía 58 años y era una psiquiatra santiagueña que vivía sola y que trabajaba en su departamento del edificio de avenida Colón 732, bario Alberdi, en la ciudad de Córdoba.
Para la Justicia, su muerte no habría sido un accidente. Un hombre la habría asaltado y, con el objetivo de lograr impunidad, la terminó arrojando o empujándola directamente al vacío. Liliana cayó desde 15 metros de altura. Sucedió el 20 de agosto de 2016. Poco después de dos años y tres meses, y de no mediar ninguna sorpresa, hoy arrancaría el juicio para develar el espanto registrado aquel sábado en el edificio.
En la Cámara 2ª del Crimen comenzará a ser juzgado Claudio Alejandro Allende (45), un albañil que había salido de la cárcel meses antes tras estar preso por un asalto. Ante los jueces y el jurado popular, deberá responder como supuesto autor de robo y homicidio criminis causae.
En caso de condena, la pena es de prisión perpetua.
Allende fue atrapado el mismo día. El hombre se había ocultado en el techo de un ascensor. Tenía las ropas con sangre y pertenencias de la mujer.
Un examen de ADN habría hallado material genético del acusado bajo las uñas de la víctima.
Ante el fiscal Guillermo González (quien investigó el caso), Allende dijo que había ido “a robar” y que la mujer “se arrojó tratando de escapar”. Será un interesante debate oral el que se realice en la sala de audiencias, sobre todo porque no hay testigos, sino peritajes.
Allende conocía bien ese edificio, ya que allí residían los padres de una exnovia de él. No era paciente de la víctima.
Se presume que habría golpeado la puerta del departamento y, cuando la mujer abrió, entró por la fuerza para cometer el robo.