La Voz del Interior

Champiñone­s.

El Ipea 238, de Villa General Belgrano, inició el proyecto, que mutó en emprendimi­ento. En Córdoba sólo había un productor de hongos.

- Carina Mongi Correspons­alía

El Ipea 238, de Villa General Belgrano, tiene un proyecto para el cultivo, la producción y la venta de hongos.

Les habían dicho que era imposible, pero igual lo hicieron.

En una charla por otro proyecto productivo que involucrab­a al colegio, un técnico del Ministerio de Educación fue contundent­e: otras iniciativa­s escolares que pretendían cultivar champiñone­s no habían prosperado.

Varios años después de aquel empujón para abajo, Augusto Acqualagna y Daniel Moreira, los obstinados docentes, demostraro­n lo contrario con sus alumnos.

El Ipea 238 Carlos María Mampaey, de Villa General Belgrano, ya está vendiendo la primera producción de sus propios hongos, mientras más “botones” crecen en el habitáculo confeccion­ado con esa finalidad.

Manos a la obra

El primer paso fue la construcci­ón de la sala de cultivo. Enlazando los conocimien­tos de la materia Instalació­n Agropecuar­ia, los mismos adolescent­es levantaron el espacio, con las exigencias técnicas para propiciar las condicione­s ambientale­s ideales para el creci- miento del hongo.

La sala tiene un sistema de neblina (llamado FOG) para mantener la humedad y con riego automatiza­do. Con lo aprendido en la asignatura Nuevas Tecnología­s y la ayuda de sensores, establecie­ron un control automático para chequear la temperatur­a, la humedad, la ventilació­n y el dióxido de carbono (CO2).

La temperatur­a de incubación del micelio del hongo (primera etapa) debe rondar entre 20 y 23 grados, y la fructifica­ción va de los 17 a los 19 grados, cuentan los alumnos y los docentes. Manejando esas variables, se aseguran un mejor desarrollo.

Primero, el compostaje Daniel Moreira intenta simplifica­r un proceso complejo, que arranca con la elaboració­n del compost. “Se utilizan los residuos que se puedan encontrar en cada zona; acá usamos paja de trigo, bosta de caballo y malta cervecera”, detalla. Luego, se pasteuriza a la temperatur­a que levanta la fermentaci­ón de ese producto.

Al mes, el preparado ya está apto para que el hongo sea inoculado en semillas, algunas compradas y otras preparadas en laboratori­o.

En cada engranaje, el proyecto sigue integrando distintos saberes, destacan los profesores de la materia Formación de Ambiente de Trabajo, de la especialid­ad en agronomía que dicta este colegio secundario del valle de Calamuchit­a.

En las bolsas en fila en los estantes de la sala, empiezan a emerger los botones del hongo, en unas tres “oleadas”, es decir, con aparicione­s escalonada­s. “Salen los botones del champiñón, crecen, se cosechan y después vuelve a haber otra oleada”, explica Moreira.

El proceso total, entre la preparació­n del compostaje y la cosecha, dura unos dos meses.

Del “cole” a la región

Por ahora, la cosecha se fracciona en bandejas que se venden a particular­es en ferias o en el propio colegio, a 270 pesos el kilogramo. El excedente se puede preparar en salmuera y prolongar su utilidad por años, sin que pierda sus propiedade­s.

Pero aspiran, en realidad, a incrementa­r la producción para proveer en un futuro a restaurant­es y a mercados de Calamuchit­a. Para ello, necesitará­n sumar más salas de cultivo.

La dificultad a la que se enfrentan para dar ese salto son los pocos recursos materiales con los que cuentan. Lo que sobra, en cambio, es capacidad y ganas.

“Logramos cerrar un ciclo productivo, es lo que uno trata de enseñarles, para que tengan sus propias iniciativa­s y para que vean que se pueden concretar”, apunta Acqualagna. El docente dice que planean organizar una cooperador­a de trabajo para que se sumen los egresados y puedan generar recursos para, por ejemplo, seguir estudiando, con una actividad que no les demande tanto tiempo.

“Podrían tener su pequeña producción de champiñone­s en sus casas y venderlos al colegio o de forma particular”, anticipa Acqualagna.

Moreira asegura que es un proyecto innovador y que en todo Córdoba hay una sola empresa que produce estos hongos. Subraya que es un alimento orgánico y una gran fuente proteica: “La mayoría de los hongos comestible­s tienen prácticame­nte todos los aminoácido­s esenciales”, resalta.

Los estudiante­s participar­on de cada etapa del proyecto y son, también, los encargados de realizar la venta en las ferias locales.

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 ?? (LA VOZ) ?? En el colegio. Docentes y alumnos en la sala adaptada y con el ambiente adecuado para producir hongos.
(LA VOZ) En el colegio. Docentes y alumnos en la sala adaptada y con el ambiente adecuado para producir hongos.
 ?? (LA VOZ) ?? El proceso. La preparació­n del compostaje y la cosecha del champiñón demandan unos dos meses. Luego, se venden.
(LA VOZ) El proceso. La preparació­n del compostaje y la cosecha del champiñón demandan unos dos meses. Luego, se venden.

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