La Voz del Interior

“Un fracaso de la sociedad”, dijo la fiscal

- Francisco Guillermo Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Claudio Alejandro Allende (48) deberá pagar con prisión perpetua por el homicidio de la psiquiatra Liliana Inés Oubiña (58) a quien empujó al vacío desde el tercer piso de su departamen­to en medio de un asalto.

Así lo determinó ayer el jurado popular convocado en la Cámara

2ª del Crimen –con los vocales Mónica Traballini (presidenta), Eduardo Valdés e Ítalo Vitozzi– que por mayoría le adjudicó a Allende la figura penal de homicidio criminis causae que indica que la mató para asegurar el resultado del robo y lograr su impunidad.

Además, Allende fue condenado por violación de domicilio y por robo, con declaració­n de reincidenc­ia. Su vida ha sido una colección de delitos y condenas desde edad muy precoz, en un permanente ingreso y egreso de institucio­nes de menores y cárceles.

El caso se remonta a la siesta del

26 de agosto de 2016 cuando ingresó en el departamen­to de Oubiña a quien le fracturó la nariz de un portazo cuando ella fue a atender el timbre, en el tercer piso del edificio de Colón al 700.

Después forcejearo­n, la ató con un pijama y la dejó para comenzar a robar. Pero la psiquiatra se dirigió a la ventana que da al interior del complejo y comenzó a pedir auxilio a los gritos.

En esas circunstan­cias, según la causa, él eligió empujarla. La víctima cayó de espaldas al vacío.

Minutos después, la Policía detenía a Allende que estaba escondido en el hueco del ascensor, con dinero y efectos personales que había robado a la víctima.

Desde un primer momento, reconoció el robo y que había golpeado a Oubiña, pero negó haberla empujado por el balcón.

Pruebas contundent­es

En el segundo día de debate en el juicio, el policía que ingresó primero en el departamen­to derrumbó la coartada de Allende que aseguró que él la encerró con llave para que no lo siguiera en su huida. El uniformado dijo que encontró la puerta abierta.

Luego, un médico forense declaró que por las medidas y el peso de la víctima, por la distancia de caída, su ubicación en el piso y que haya sido de espaldas, resultaba imposible que Oubiña hubiera caído

Para varios actores de este juicio, Claudio Alejandro Allende, es un fracaso de la sociedad o de las institucio­nes que no supieron encausarlo en su precoz, larga y continuada relación con la ley penal.

Se fue de su casa a los 9 años, abandonó la escuela y comenzó un largo y penoso derrotero por distintas institucio­nes de tratamient­o por un desvanecim­iento, como sugería la estrategia defensiva. Por el contrario, fue una caída con inercia, con alguien que “ayudó” a que la mujer llegara al piso.

También los vecinos aportaron datos en contra del acusado, quien había preparado el terreno para entrar a robar a una mujer que vivía sola. Pero algo salió mal, porque la víctima reaccionó de una manera no esperada, particular­mente porque encontró la forma de pedir ayuda.

La raíz del dolo

Ayer, a la hora de los alegatos, la fiscal Laura Battistell­i argumentó en favor de la prisión perpetua por el homicidio criminis causae.

Sostuvo que Allende preparó el hecho, estudió el lugar y eligió a la víctima. Luego dijo que durante el despliegue del robo lo desencajó la actitud de la víctima que no se amedrentó y reaccionó de repente, pidiendo auxilio. Cuando estaba en ese clamor de ayuda desde el de menores de 18 años. En su adolescenc­ia, en esos lugares comenzó a drogarse con fana y nunca tuvo la contención familiar o institucio­nal necesaria para romper el circuito de delito- detención-liberación.

La fiscal Laura Battistell­i expresó ayer que Allende es “un fracaso de todos nosotros” por la falta de respuestas del sistema a sus reiteradas conductas delictivas. En un tramo del interrogat­orio inicial, él le dijo a la acusadora que de niño prefería “la calle” a la familia.

¿Qué habrá sucedido en las diversas internacio­nes para que un sujeto de semejantes caracterís­ticas siguiera inmerso en ese círculo que jamás pudo romper?

Esa incontenib­le inclinació­n al delito que nadie supo frenar a la luz de los acontecimi­entos parece haber tenido final sólo en esta condena a prisión perpetua.

La hermana de la víctima, Rita Oubiña, formuló su reproche a una jueza que lo liberó antes de cumplir su última condena en Cruz del Eje. Se queja porque Allende salió antes de tiempo y esto hizo que se cruzara en el camino de su hermana.

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