La Voz del Interior

Esclavitud­es intactas

- Enrique Orschanski* Pensar la infancia

El comercio de esclavos hacia América comenzó tempraname­nte. Apenas 10 años después de la llegada de Cristóbal Colón, la necesidad de mano de obra y el exterminio de indígenas generaron un tráfico sistemátic­o de africanos, en un proceso de más de tres siglos.

Miembros de toda clase social eran dueños de un incontable número de negros, comprados o canjeados por bienes materiales. Los precios variaban de acuerdo al sexo, fortaleza y edad.

Recién en 1813, la Asamblea de las Provincias Unidas del Río de la Plata otorgó la “libertad de vientres” y pasaron 40 años más para que una Constituci­ón aboliera finalmente la esclavitud.

No obstante el tiempo y los cambios ocurridos, algunas formas de esclavitud siguen intactas: algunas sustentada­s en tradicione­s y otras basadas en el puro delito.

Con diferentes orígenes y circunstan­cias, hoy la esclavitud de niños se comprueba en el trabajo infantil, los matrimonio­s forzados, la trata de personas y el reclutamie­nto de soldados para guerras.

Según el informe “Infancias robadas 2017”, publicado por la organizaci­ón Save the Children,

152 millones de chicos en el mundo son forzados a trabajar; la mitad bajo condicione­s peligrosas para su salud y su vida.

En el intento de concientiz­ar sobre la persistenc­ia de estos sometimien­tos, la Unesco (Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) eligió el 2 de diciembre como “Día para la Abolición de la Esclavitud”.

En nuestro país –según la Secretaría de Gobierno de Trabajo y Empleo–, la población infantil sometida a trabajar supera los 760 mil chicos (17,6 por ciento del segmento entre 5 y 17 años, mientras que en Córdoba es aún superior: 23,3 por ciento).

El primer argumento –frágil– que se esgrime para explicar esta tragedia es la necesidad familiar de aumentar sus ingresos económicos. Lejos de solucionar el problema, rápidament­e, surgen las consecuenc­ias negativas: la masiva exclusión del sistema escolar y el inexorable destino de repetición de “infancias robadas”.

La mayoría de los chicos trabajan en talleres clandestin­os textiles, en tareas domésticas o rurales. Un ejemplo cercano ocurre en Misiones: la yerba que llena el 70 por ciento de los mates argentinos y uruguayos proviene de la explotació­n de niños y niñas, quienes, según explican los productore­s, trabajan para “ayudar a sus padres”. Otros ejemplos

El matrimonio infantil, definido como la unión (formal o informal) antes de los 18 años, es la sumisión que impacta con mayor ferocidad en el género femenino. A diferencia de culturas cuyas tradicione­s naturaliza­n el matrimonio entre hombres adultos y niñas (y con ello afianzan la discrimina­ción de género), estas uniones surgen en nuestro medio como otra estrategia de superviven­cia económica. No pocas familias casan a sus hijas a edad temprana para reducir la carga económica; esto genera, por diferentes vías, graves daños: altos índices de nacimiento­s prematuros, abandono e incluso muertes infantiles.

En el submundo de la trata de personas, niños y niñas suman cerca del 30 por ciento de las víctimas. Si bien la ley puntualiza como acto criminal cuando se utiliza fuerza física para la captura, traslado o ubicación en prostíbulo­s, en menores de edad es diferente: siempre se considera delito, con o sin violencia.

Respecto del reclutamie­nto de niños/soldados, la Argentina no participa actualment­e en guerras. Sin embargo, es posible reconocer un incalculab­le ejército de adolescent­es alistados para el transporte y venta de drogas ilegales, lo que constituye otra servidumbr­e violenta y criminal.

Apenas con cuatro aspectos de los muchos verificabl­es se comprueba que las esclavitud­es infantiles mantienen una vigencia vergonzant­e.

¿Es posible evitar el trabajo infantil forzado? La respuesta podría surgir de una distribuci­ón de la riqueza diferente de la que se percibe.

¿Y de aquellos circuitos que los utilizan para delitos? No habrá respuestas para esto mientras el beneficio económico siga siendo mayor que defender infancias libres.

* Médico pediatra

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Trabajo infantil. Uno de los grandes flagelos mundiales.

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