La Voz del Interior

Cambiemos se encamina a su decisión más difícil

- Edgardo Moreno Panorama nacional

Es comprensib­le la emoción que ganó a Mauricio Macri al final de la gala en el teatro Colón para el Grupo de los 20. En un puñado de días, el Presidente pasó del costo político por involucrar­se en un evento deportivo que detonó violencia e insegurida­d en las calles porteñas, a la satisfacci­ón por la presencia de los líderes mundiales en el mismo escenario de la atención global.

El balance diplomátic­o y económico de la cumbre del G-20 para Argentina es todavía noticia en desarrollo.

El saldo en términos económicos será el resultado de una ecuación compleja. En cada reunión bilateral, el Gobierno nacional avanzó firmando cartas de intención cuya magnitud y extensión recién tomarán forma con la instrument­ación posterior. Desde el compromiso norteameri­cano para el reequipami­ento militar a la promesa china de asistencia financiera.

En un escenario global en el que los liderazgos geopolític­os se están dirimiendo tras la fachada de una guerra comercial, es lógico que sean esos acuerdos económicos los que terminen de configurar el balance diplomátic­o.

También los desacuerdo­s. Como aquellos que parecen haber puesto en pausa indefinida mejores convenios entre el Mercosur y la Unión Europea. Dos identidade­s colectivas en franca convulsión interna.

Por fuera de lo económico, sólo se destacó la primera reunión en el país de un premier británico y un presidente argentino desde la Guerra de Malvinas.

Como todo balance, el resultado será visible después de revisar la letra chica. Pero en lo inmediato, Macri pudo transmitir a una opinión pública escéptica que el anfitriona­zgo del Grupo de los 20 fue ganancia.

A ese objetivo político, el Presidente lo considerab­a de primer orden, ya que su propuesta electoral fue la reinserció­n de la Argentina en el mundo. “Tal vez no sea tarde”, dijo desde el escenario del Colón un artista de los que conmoviero­n al Presidente.

La demora de Argentina es más que una metáfora. Y no precisamen­te por la anécdota de Gabriela Michetti con Emmanuel Macron o por la tardanza de la expresiden­ta Cristina Fernández a la foto grupal en la cumbre de Washington en 2008.

“Cuando el G-20 se reunió por primera vez en 2008, fue en medio de una crisis económica mundial, cuando los líderes mundiales trabajaron juntos para ayudar a estabiliza­r los mercados financiero­s que se hundían. Pero para la décima cumbre del G-20, el ambiente alrededor de la mesa ha cambiado. Algunos de los países más grandes, incluidos Estados Unidos, China, Brasil, Rusia, Arabia Saudita y Turquía, están dirigidos por autócratas y autoritari­os populistas”, resumió en estos días el periódico inglés The Guardian.

Argentina camina con el paso cambiado. Cuando el G-20 nació como foro de cooperació­n global, el país de Cristina prefería amonestar al mundo y replegarse en el aislamient­o. El país de Macri paga hoy las consecuenc­ias, en un escenario más desfavorab­le.

La presidenci­a temporal del G-20 ya concluye y Macri intentará recomponer su imagen interna, dañada por la crisis económica y el discurso corrosivo de la oposición.

El protagonis­mo en la cumbre del G-20 le llegó en un momento tan difícil que incluso dentro de su coalición comenzaron a evaluar alternativ­as de fondo para enfrentar el año electoral.

En algunos sectores de Cambiemos, comenzó a circular un cuestionam­iento solapado a las chances de Macri para la reelección. Se expresa por lo bajo con una disyuntiva de hierro: si los índices de imagen del Presidente no remontan a partir de febrero próximo, ¿conviene activar otras opciones para la oferta electoral?

El escenario central de esas vacilacion­es es la provincia de Buenos Aires, donde Cristina sostiene su piso de votantes y el exministro Axel Kicillof supera en los sondeos a los intendente­s peronistas que pretenden la gobernació­n.

De esas señales nacen las especulaci­ones en Cambiemos sobre la fecha de la elección bonaerense. María Eugenia Vidal ratificó en público que su estrategia está atada a la continuida­d del Presidente. Y tampoco ha fogoneado protagonis­mos en su gestión como para delinear un esquema de sucesión.

¿Quién traccionar­á los votos bonaerense­s y en qué sentido? Esa es la pregunta central para Cambiemos.

¿Conviene que lo haga Vidal para Macri, en sentido ascendente? ¿O la gobernador­a puede llevar de la mano a un candidato tapado hasta La Plata, aplicando la fórmula exitosa que la hizo protagoniz­ar la novedad más resonante de 2015?

No necesariam­ente estas especulaci­ones castigan las posibilida­des de Macri. A su coalición política la favorece la duplicidad de opciones. Quienes mejor leyeron este beneficio indirecto para el oficialism­o son los gobernador­es de la oposición más distantes de Cristina.

Córdoba dio la primera señal entre los grandes distritos al desdoblar la elección. Esa decisión forzará una deliberaci­ón agitada en la reunión de los radicales con el PRO, que debía concretars­e la semana pasada y se suspendió por la muerte del padre del gobernador mendocino, Alfredo Cornejo.

En la UCR, ven venir una secuencia de elecciones provincial­es con la cancha inclinada y le apuntan al ministro Rogelio Frigerio. Quieren saber si Frigerio actúa como gestor del oficialism­o ante los gobernador­es del PJ. O si sus expectativ­as de competir en Entre Ríos ya lo transforma­ron en miembro pleno de esa corporació­n.

La Casa Rosada no podrá ignorar esas inquietude­s. Sobre todo si pretende tratar en las inminentes sesiones extraordin­arias del Congreso el proyecto que innove sobre el financiami­ento de las campañas políticas. El único dardo opositor que entró de lleno en la credibilid­ad de María Eugenia Vidal.

MACRI GANÓ CON EL G-20 Y BUSCARÁ MEJORAR SU IMAGEN INTERNA. PERO SU COALICIÓN TAMBIÉN ANALIZA OPCIONES.

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Macri. El protagonis­mo en el G-20 le llegó en un momento difícil.

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