La Voz del Interior

Mató al árbitro que lo expulsó del partido de fútbol: 14 años de prisión

El juicio por el asesinato a balazos de un árbitro a manos de un jugador, en Campo de la Ribera, dejó más sombras que certezas. Víctima y victimario, con muertes a su alrededor, eran compinches. El homicida recibió 14 años de cárcel. Ya hay amenazas entre

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Pocos minutos faltaban para que el partido en la canchita del barrio llegara a su fin. El resultado del encuentro pocos lo recuerdan. El picado entre los dos tradiciona­les equipos de la zona, “Los Tucanes” y “Apito”, había estado plagado de fricciones, codazos y patadas. En fin, un aguerrido partido entre 22 vecinos con más ambición que talento deportivo.

Sin embargo, las cosas cambiaron cuando el árbitro se cansó de uno de los mediocampi­stas y le sacó la tarjeta roja. Durante todo el partido, ya lo había advertido para que dejara de pegar y de proferirle insultos.

“¡Basta! ¡Te vas! Callado, afuera”, dijo con severidad el referí César Flores (48), a quien todos conocían como “el Dientudo” y que sabía hacerse respetar muy bien por su tamaño y por su pasado: contaba con dos homicidios a cuestas; una de las víctimas había sido su hermano.

“¿Por qué me echás, puto?”, gritó el mediocampi­sta, completame­nte fuera de sí.

Era Jorge Luis Barrionuev­o

(38), más conocido en la zona como “el Pelado de la Chavela”, un remisero con un amplio prontuario por robos y que había sido noticia en

2013 por una espeluznan­te muerte. Su hija Morena, de 4 años, había sido asesinada de un balazo en la cabeza en una venganza con la sombra narco atrás que lo tenía a él como destinatar­io.

Ese crimen, nunca aclarado del todo, sobrevino cuando un joven llegó a pie hasta el frente de la casa de Barrionuev­o. en Müller, y abrió fuego. Uno de los plomos atravesó una ventana e impactó en la cabeza de la pequeña.

El crimen de Morena marcó para siempre a Barrionuev­o.

“¿A quién le decís puto? ¿Yo soy puto?”, respondió el árbitro.

Caía la tarde de aquel domingo

14 de febrero de 2016 y alrededor de la canchita de barrio de Campo de la Ribera, cerca de Müller, al este de la ciudad de Córdoba, había numerosos vecinos que no perdían detalle de la violenta discusión.

Esta amplia zona es uno de los conglomera­dos de la ciudad de Córdoba, donde, en los últimos años, se vienen registrand­o graves episodios de violencia con armas de por medio.

“¿Así que soy puto? Ya vamos a hablar”, retrucó el referí.

Barrionuev­o no lo dudó. Conocedor de ciertos códigos de la violencia urbana, se fue caminando, trepó furioso a su moto Yamaha y arrancó. Nunca se sabrá si estaba con los efectos de alguna sustancia.

Lo que sí se sabe es que fue hasta su casa y, a los cinco minutos, mientras el partido seguía, entró a la cancha con una pistola 9 milímetros en su mano derecha.

Sin perder un segundo, y frente a jugadores y a varios espectador­es, comenzó a disparar contra las piernas del árbitro, otrora su viejo amigo de barrio.

Flores cayó herido al piso, con cuatro impactos en sus muslos, y no tuvo tiempo a escapar. Apenas levantó la mirada, Barrionuev­o lo ejecutó de un tiro en la cabeza.

Treinta y tres meses después, “el Pelado” se sentó en el banquillo de los acusados en la Cámara 4ª del Crimen de Córdoba.

En un primer momento, junto a su por entonces abogado, se negó a un juicio abreviado en el que le ofrecían 12 años de encierro.

Contrató al defensor Carlos Hairabedia­n y tramó una coartada: dijo que se peleó con el árbitro, que este lo amenazó y que sólo quiso golpearlo con su pistola. Añadió que, en el forcejeo, la 9 milímetros se terminó disparando.

El fiscal Raúl Gualda no le creyó y pidió una condena de 12 años de cárcel. Por su parte, el abogado Hugo Luna, quien representa­ba a una hermana de la víctima, solicitó 15 años de prisión.

El juez Jorge Montero tuvo cierta contemplac­ión para el asesino.

En vez de aplicarle el máximo para un homicidio agravado por uso de arma de fuego (unos 33 años), lo sentenció a 14 años de cárcel. Barrionuev­o no se inmutó.

En realidad, a lo largo de las audiencias del juicio, nunca se había inmutado. Ni se mostró arrepentid­o ni pidió perdón.

Las dos familias, la del homicida y la de la víctima, estuvieron en la sala y apenas si cruzaron miradas. Ya afuera, hubo algunos insultos y anoche se leían amenazas en páginas de Facebook.

¿Lo mató por expulsarlo?

El expediente se basa en testimonio­s y es claro: el jugador mató al árbitro porque le mostró la tarjeta roja. Sin embargo, a tenor de los antecedent­es de ambos protagonis­tas y de ciertos comentario­s que aún se barajan en la zona, las preguntas siguen sin respuestas.

Pocos, por no decir casi nadie en la zona, creen que semejante asesinato haya sido consecuenc­ia de una mera expulsión deportiva.

De hecho, los pesquisas policiales tenían sus sospechas vinculadas a cuestiones delictivas. No pudieron probarlas. No se obtuvieron testigos que quisieran hablar ante un estrado judicial.

Así, se barajaron un supuesto trasfondo narco y una eventual pelea por cuestiones de drogas. Sobre todo, porque alguien creyó oír antes de los tiros: “Ya me cagaste aquella vez, no me vas a cagar ahora”. También, en las hipótesis, se pensó en una posible rivalidad tras un episodio de robo callejero en la avenida Alem. Nada de esto se probó.

Las dudas siguen en pie.

AMBOS PROTAGONIS­TAS DE ESTE DRAMA TIENEN ANTECEDENT­ES Y MUERTES SOBRE SUS ESPALDAS.

EL FALLECIDO SUPO MATAR A DOS HOMBRES. EL MATADOR SUFRIÓ EL CRIMEN ATROZ DE SU HIJITA EN UN AJUSTE.

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(PEDRO CASTILLO) Condenado. Jorge Barrionuev­o sufrió la muerte de una hija en una venganza. Ahora, él fue condenado por ejecutar a un rival a balazos.
 ?? (LA VOZ / ARCHIVO) ?? El lugar. En esta canchita de Campo de la Ribera, un vecino que hacía de árbitro terminó siendo ejecutado de cinco disparos.
(LA VOZ / ARCHIVO) El lugar. En esta canchita de Campo de la Ribera, un vecino que hacía de árbitro terminó siendo ejecutado de cinco disparos.

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