La Voz del Interior

Desafíos para la economía

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La reunión del Grupo de los 20 países de mayor desarrollo mundial (G-20) dejó un saldo positivo en el terreno de las relaciones económicas. Esto sucedió más allá de las generalida­des en el documento final, que eludieron incluir la palabra proteccion­ismo, política a la que apelan países como Estados Unidos, China y Gran Bretaña, entre otros, para defender sus mercados internos.

En el cónclave entre el presidente norteameri­cano Donald Trump y el líder chino Xi Jinping, se acordó una tregua de 90 días en la guerra de aranceles dispuesta por ambas administra­ciones, las cuales se acusan mutuamente de no respetar las reglas de la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC).

Esta tregua mejoró de inmediato el clima de los negocios bursátiles y financiero­s y le otorgó cierta estabilida­d al dólar, que es la moneda preferida por inversores a la hora de refugiar sus ahorros en tiempos de incertidum­bre.

Este es uno de los grandes beneficios para la Argentina del acuerdo entre Estados Unidos y China. Cuando hay inestabili­dad financiera, los inversores globales huyen de las colocacion­es en bonos nacionales o en acciones de las empresas locales.

La suba de la tasa de interés en los bonos norteameri­canos y la fortaleza del dólar profundiza­ron desde abril último los problemas crónicos de la economía local, que posee déficits en sus cuentas fiscales y de la balanza de pagos desde hace más de una década.

La tregua entre las dos potencias económicas, el respaldo del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y los acuerdos bilaterale­s pueden conducir a un alivio de la crisis económica local, que necesitará de otras medidas y acciones.

La fuerte caída en las ventas de bienes durables y del comercio minorista, las altas tasas, la elevada inflación y la caída del poder de compra del salario dan forma a un combo que preanuncia la peor recesión de la Argentina de los últimos años.

Sin embargo, la Argentina carece de soluciones para cuestiones gravitante­s, que alienten la competitiv­idad, más allá de un tipo de cambio nominal favorable.

El tono de mayor distensión que dejó el G-20 para el panorama global debiera ser aprovechad­o por el Gobierno nacional y por la oposición para trabajar en las reformas que necesita la economía local.

Los observador­es internacio­nales coincidier­on en que los argentinos aún discuten cuestiones que el mundo desarrolla­do ya superó, lo que permitió a otras naciones lograr y exceder indicadore­s socioeconó­micos que medio siglo atrás colocaban a la Argentina en un lugar privilegia­do en el contexto global.

Es tiempo, otra vez, de aprovechar el viento de cola.

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