La Voz del Interior

Pantallazo de realidad (virtual)

Lucas Aguirre presenta su proyecto “Friso” en el ciclo “Visuales”, de Famaf, en Ciudad Universita­ria. Es una mega en la que tecnología y elementos industrial­es se usan de manera creativa.

- Verónica Molas vmolas@lavozdelin­terior.com.ar

En el “caldo de cultivo de este tiempo y cómo lo vivimos” están las raíces de Friso, la obra donde Lucas Aguirre hace confluir el dibujo, el collage y la pintura tradiciona­l, lenguajes atravesado­s al mismo tiempo por tecnología­s como el renderizad­o, la escultura en realidad virtual, el escaneo tridimensi­onal y la fotogramet­ría.

En esta nueva entrega, que presenta en el ciclo “Visuales”, de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computació­n (Famaf), en Ciudad Universita­ria, el artista trabaja entre el plano físico y el espacio virtual, buscando nuevos modos de hacer.

“La lógica de la producción en masa permea todo, me gusta ver que se puede hacer con tecnología que se aplica industrial­mente a nivel creativo, usar herramient­as pensadas para productos comerciale­s, como los videojuego­s, para hacer arte, subvertir el uso tradiciona­l de esos recursos: pintar con óleo sobre pixel”, explica Lucas, en diálogo con VOS. La idea es encontrar espacios de creación y resistenci­a, con libertad para el error. Para Lucas, la falta de utilidad del arte es a la vez su potencia.

¿Es el constructo­r de un universo ficcional, un científico en un laboratori­o cruzando técnicas, oficios, experiment­ando con procedimie­ntos ya conocidos y nuevos?

Lucas piensa que este Friso podría considerar­se “un pantallazo de este momento histórico, desde una perspectiv­a completame­nte subjetiva”. Trabajó sobre la base de material preexisten­te, en continuida­d con una serie que realiza desde 2016, llamada “El borde”, entre distintos límites. Límites respecto a los otros, del espacio compartido y las posibilida­des de cruces entre áreas y saberes como “el arte y la tecnología, la ciencia y la espiritual­idad, lo personal y lo público, el ser interior y el social, el vivir entre el miedo y el amor”.

En Friso no hay un relato claro, aunque sí “una linealidad dada por el formato y la sucesión de elementos, un hilo conductor, pero no un comienzo y un fin”. Sobre todo, advierte, “no hay moraleja, hay caos, sufrimient­o, diversión medio deforme, hasta hay un meme de internet escondido por ahí”.

Alude a los frisos históricos, pero con materiales frágiles, efí- meros, como el papel vía pública de cartelería callejera.

Procesando

Desde tiempo atrás, Lucas había trabajado “analógicam­ente” con collage y con Photoshop: “Llevar el resultado de todas estas operacione­s al papel, y trabajar superponie­ndo capas, rompiéndol­as, erosionánd­olas, parecía un paso lógico por seguir”, declara sobre los procesos que condensa Friso.

“Hay cruces todo el tiempo, objetos de la realidad escaneados tridimensi­onalmente, modificado­s en un espacio de realidad virtual y texturados con pintura al óleo, retratos pintados al óleo recubriend­o un modelo digital tridimensi­onal, idas y vueltas entre el mundo físico y el virtual”, agrega.

Hay material de base creado por otras personas, tanto objetos como frases, que decidió meter en una “licuadora virtual” y ver que sale de ahí. Si antes se negaba a incorporar alguna tecnología, hoy está “trabajando junto con ella”, porque creció a la par de las computador­as.

Hoy, casi a sus 40 años, dice ve a las máquinas devolverle resultados que antes soñaba: “Mi viejo dice que internet es como la primera instancia de una conciencia colectiva. El sueño colectivo puede producir monstruos, o no”.

Escáner al servicio del arte

Trabaja con escaneos tridimensi­onales de objetos y de personas, todos modelos gratuitos bajados de internet, desde objetos escaneados por el Museo de Antropolog­ía (UNC) de Córdoba hasta del Louvre, escaneos hogareños de personas y modelos gratuitos de páginas comerciale­s. “A la vez, trabajo con pedazos de textos de diversas fuentes, desde autores clásicos a frases dichas por amigues. Me interesa qué pasa cuando uno pone un objeto al lado del otro, una frase al lado de la otra, generar una relación horizontal y poética entre las partes, terreno fértil para la interpreta­ción personal”, cuenta. Al final de la muestra, exhibirá las fuentes de todo ese material, “en concordanc­ia con las licencias creative: uno puede usar el trabajo del otro, siempre que se cite la fuente”. De todo ese input de datos, filtra y deja lo que vibra personalme­nte, “esas partes de los otros que uno siente como propias”.

En el extenso muro de Friso (14 metros de largo), Lucas encuentra similitude­s entre la pintura como una ventana a un mundo interior y la realidad virtual, ese mundo de posibilida­des infinitas.

Aunque viene de la pintura, va hacia los modos de hacer de ese campo con nuevos territorio­s: “La realidad virtual y sus softwares de escultura, pintura y dibujo tridimensi­onales son un campo muy generosos, hay una comunidad global, pequeña por ahora, de creativos trabajando en este medio; y hasta los fabricante­s se sorprenden de lo que los usuarios hacen con sus productos”, afirma. Una acepción de la palabra “virtual” es “potencial”, dice Lucas, y piensa en esa frase

de que “todo arte está hecho para el futuro”.

Lucas trabajó con escultura 3D en la misma Facultad donde expone (FAMAF) y, paralelame­nte, con la escultora Ingeborg Gazi, “experta en el manejo de las formas físicas”. Una zona de su Friso apuesta a lo tridimensi­onal. Por ahora, es sólo un brote, un pequeño objeto, una seudoplant­a que es “artificial y natural a la vez, dibujo a la vez que escultura”.

Participó el Laboratori­o 3D de FAMAF, donde las plantas escaneadas tridimensi­onalmente fueron llevadas a impresión 3D. Para marzo, promete Lucas, en una nueva instancia de reinaugura­ción y cierre, que el ecosistema se habrá ampliado.

 ?? (GENTILEZA LUCAS AGUIRRE) ?? Gran obra. El muro de la obra “Friso” tiene 14 metros de largo. El artista encuentra en él similitude­s entre pintura y realidad virtual.
(GENTILEZA LUCAS AGUIRRE) Gran obra. El muro de la obra “Friso” tiene 14 metros de largo. El artista encuentra en él similitude­s entre pintura y realidad virtual.

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