La Voz del Interior

Talleres no aprende

- Hugo García Pase al gol hgarcia@lavozdelin­terior.com.ar

La derrota tiene un poder soberano en el fútbol. El lunes, Racing le hizo una radiografí­a perfecta a Talleres en cuanto a sus defectos y sus virtudes. En el acto ofensivo y en el defensivo. El aviso fue para los jugadores, el entrenador y los directivos en primera instancia; y también para la gente.

La derrota enseña como nadie, pero va a servir en serio si el aprendizaj­e es real y concreto. Es cierto que el 3-1 lo desnudó, pero también lo es que no fue la primera vez que mostró sus limitacion­es. Algunas que tienen que ver con un instinto de superviven­cia. El gol de Centurión lo agarró desubicado y no fue sólo porque Juan Komar se equivocó en el pase de salida, sino porque Zaracho tuvo tiempo para girar y tirar el centro que el “10” empujó adentro. Esas coordenada­s que el rival tuvo para desequilib­rar son las que Talleres le dio en el mismo amanecer del juego a Boca con aquel tanto desde afuera del área de Cristian Pavón, también a poco de comenzar. Esa escena no puede otorgarse en partidos de esta trascenden­cia y más cuando los rivales tienen semejante poder de gol. Ese tipo de jugadores jamás pueden quedar libres porque cuando reciben, hay que rezar.

En el arco de enfrente, Talleres se ha arreglado para marcar en nueve de sus 14 partidos. Más allá del amparo táctico, muchos de ellos han sido por la viveza de algunos delanteros. El gol de Junior Arias fue por la astucia de Aldo Araujo para aprovechar la insegurida­d de Javier García y la irregulari­dad del campo de juego. Fue tarde, pero cuando el partido era partido, el “1” ya había tenido dificultad­es en un par de pelotas detenidas que Maroni tiró al área. Y era una lección que ya había aprendido y que antenoche olvidó. A ver.

¿Cómo iban a llegar los goles contra Argentinos si “Leo” Godoy no probaba la resistenci­a de Chaves con esos centros que rechazó al medio para que Maroni y Junior anotaran? No se pretende que tenga un funcionami­ento como el ataque de Racing o el de Boca, sino que aproveche sus virtudes para desnivelar. Bustos y Arias se las arreglaron para marcar cuatro goles cada uno y no siempre la administra­ción ha sido la correcta. Al inicio fue mala (Patronato, Unión), pero luego mejoró.

Después están las cuestiones tácticas. La propuesta ha sido procurar ser un equipo protagonis­ta, más allá del rival y de la cancha. Pero salvo en el caso de Belgrano, lo mejor de Talleres se vio cuando jugó de visitante y la necesidad fue de su anfitrión. Vojvoda varió el equipo, pero siempre hubo más defectos que virtudes. Las subidas de Godoy, el temple de Guiñazú y los arrestos de Bustos y de Maroni necesitan una estructura concreta para potenciars­e. No daba y no dio para ir a la palo a palo con Racing, como tampoco resultó suficiente ante Defensa, que lo expuso igual que el equipo de Coudet.

Sin embargo, si la idea es seguir con esta táctica, requerirá del compromiso de varios más. Y de superar los desafíos concretos de desequilib­rar en espacios reducidos, como no pudo en esos partidos con San Martín de Tucumán y con Aldosivi. De otra manera, habrá que pensar en un Talleres más austero.

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