La Voz del Interior

El eco de las calles de mayo de 2017

- Alejandro Mareco Albures argentinos

En el otoño de 2017, el aire del país se espesó de pronto por un inesperado estado de inquietud: había quedado abierta la posibilida­d de que atroces criminales pudieran salir en libertad para mezclarse otra vez con la ciudadanía.

Lo que puso las cosas así fue la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, por tres votos contra dos, declaró aplicable el cómputo del “2 x 1” para delitos de lesa humanidad.

Era un zarpazo que había esperado agazapado su momento. Pero así como ese gesto condescend­iente con los represores juzgados y condenados intentó tomar de sorpresa a la sociedad, fue una inmensa parte de esa sociedad la que, en una contundent­e reacción, le devolvió la sorpresa.

Ahora, un año y medio después, la Corte acaba de resolver que no se aplicará el “2 x 1” para los condenados por delitos de lesa humanidad, aceptando así la validez de la ley que se cocinó apurada al calor de esos días. Esta vez, el presidente del cuerpo, Carlos Rosenkrant­z, quedó en soledad.

Es consecuenc­ia de la masiva respuesta de aquellos días. Entonces, la densidad del humor adverso a la medida comenzó a percibirse rápidament­e, más allá de discursos que salieron a apoyarla. No todos los asuntos quedaban de uno u otro lado de la grieta, por más que muchos hubieran creído que el momento estaba maduro para negar el terrorismo de Estado, dividir las culpas y llamar a una falaz reconcilia­ción.

Para encuestas y grupos focales, la reacción de la sociedad quedó muy clara: 85 por ciento de rechazo. De inmediato, en el Congreso de la Nación, la clase política argentina se expresó casi de modo unánime. Aun los representa­ntes que no se muestran sólidos frente al tema tomaron nota de la reacción.

Y el 10 de mayo de 2017, las calles tomaron la palabra y los hechos. Fue uno de esos días señalados en la conciencia argentina y en la memoria de las calles: las conviccion­es de los pueblos son capaces de estremecer.

Anchos como pocas veces hemos visto en los últimos años, los ríos de multitudes que se soltaron en el país fueron a dar a una misma orilla: el terrorismo de Estado, y sus fantasmas deben ser despejados para siempre del horizonte.

La fecha pasó a la memoria como uno de los más intensos episodios de reacción política, ciudadana y popular. Vino a corregir el rumbo hacia el que llevaba la Corte y a dejar claro cómo ha sido procesado ese tiempo de espanto por la gran mayoría, tanto por los contemporá­neos de la feroz dictadura como por los nuevos argentinos que cargan con las sombras de aquellos días.

Es que tanto espanto no cabe sólo en los hombros de unas pocas generacion­es.

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