La Voz del Interior

¿Qué clase de negocios son los convenios urbanístic­os?

- Ary Garbovetzk­y Sociedad anónima agarbovetz­ky@lavozdelin­terior.com.ar

Irsa, la empresa propietari­a del Córdoba Shopping Center, podrá edificar casi 30 mil metros cuadrados con torres para albergar 256 viviendas, 42 locales comerciale­s y 70 oficinas en una de las playas del centro comercial. Podrá obtener así ingresos por cerca de 60 millones de dólares, unos 2.300 millones de pesos, según el convenio urbanístic­o que en la semana que pasó refrendó el Concejo Deliberant­e de la capital provincial.

La ciudad de Córdoba recibirá, a cambio de la excepción en la altura permitida y del permiso para superar la cantidad de superficie edificable en el loteo, dos dispensari­os ubicados en Villa Cornú y en Ampliación Vicor, cotizados en 16 millones de pesos: menos de uno por ciento de la ganancia obtenida por la empresa. ¿Es negocio para la ciudad? En defensa del convenio, la subdirecto­ra de Planeamien­to Urbano municipal, Pía Monguillot, dijo días atrás a La Voz que “se trata de una playa de estacionam­iento subutiliza­da, sin vida, que no aporta al paisaje urbano. Y el proyecto genera una renovación y agrega valor al incorporar verde y reconcilia­r todo el perímetro con el resto del barrio”.

Es decir: según el Ejecutivo, el proyecto trae beneficios a la ciudad, más allá de las compensaci­ones.

El concejal opositor Esteban Dómina (Unión por Córdoba) marca lo contrario: dice que el emprendimi­ento genera costos ocultos por la necesidad de invertir en cloacas y conectivid­ad para evitar los congestion­amientos de tránsito, entre las obras más costosas que, tarde o temprano, tendría que asumir el municipio.

Además, Dómina sostiene que esta política no responde a ningún criterio de planificac­ión urbana (como promover zonas deprimidas), sino a iniciativa­s de los desarrolli­stas. “Es un enorme beneficio para un privado en una zona donde el metro de construcci­ón está en más de dos mil dólares”, puntualizó.

El caso abre el interrogan­te sobre qué tan convenient­e para la ciudad ha sido la política de convenios urbanístic­os durante los últimos años.

El mayor convenio, el que firmó la Municipali­dad con Corporació­n América por el ex Batallón 141 en compensaci­ón por cambio de uso de suelo y la habilitaci­ón para un negocio de 900 millones de dólares, llegó a una compensaci­ón de cerca de 300 millones de pesos en inversione­s para el mantenimie­nto de la planta de tratamient­o de líquidos cloacales de Bajo Grande, que se terminaría de pagar en abril del año próximo. La relación entre el negocio del privado y la compensaci­ón del público vuelve a parecer desproporc­ionada. Y el impacto que generarían 15 mil habitantes en ese sector es otro costo oculto para el municipio.

En más de 20 convenios firmados en los últimos siete años, la ciudad obtuvo obras de pavimentac­ión (como la prolongaci­ón de la avenida Cruz Roja Argentina, por caso, a cargo de Edisur, o la avenida García Martínez, a cargo de Siragusa y Scolari/Flores), lotes, materiales y pintura de postes de alumbrado, entre otros aportes en especie.

A cambio, se autorizaro­n negocios inmobiliar­ios en 1.741 hectáreas, con beneficios para los privados muy superiores a las compensaci­ones.

Ni los peores críticos del sistema hablan de dejar de hacer atractiva a Córdoba para las inversione­s inmobiliar­ias. Sí, de revisar cómo se calculan las compensaci­ones y se evitan costos ocultos de infraestru­ctura.

Siempre hay que recordar de dónde se viene. Antes de la ordenanza 12.077 de convenios urbanístic­os, existía otra que hablaba de concertaci­ón públicopri­vada. Y, antes de esa, nada: la Municipali­dad autorizaba excepcione­s, con grandes beneficios para los privados y ninguna compensaci­ón para la ciudad, lo que no equivale a decir ningún costo para el empresario.

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(LA VOZ / ARCHIVO) Futuro de torres. En la playa del Córdoba Shopping.
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