La Voz del Interior

Una distancia que no es sólo física

- Miguel Ortíz Especial Miguel Ortíz Especial

Penas de tres a 14 años de prisión recibió en un juicio con jurados populares celebrado en Villa Dolores el matrimonio de campesinos que participó de la muerte del bebé que acababa de dar a luz su hija, de entonces 16 años.

El caso, sucedido en marzo de 2017, conmocionó a la región: la pareja y su hija abandonaro­n al recién nacido en medio del monte, donde luego fue encontrado sin vida, mutilado por los animales.

La autopsia demostró que el bebé había nacido a término y había respirado.

Por el hecho, calificado como homicidio doblemente agravado (por el vínculo y por alevosía), fue absuelta por mayoría la joven, hoy de 18 años. El juicio se hizo a puertas cerradas por incluir a la menor de edad entre los acusados. Por mayoría, el tribunal condenó al hombre, D.F.C. (40), a 14 años de prisión, y a su pareja, C.O. (40 ), a tres años y seis meses de cárcel.

Las identidade­s se reservan para evitar identifica­r a la hija de ambos, menor de edad al momento de los hechos.

En las audiencias se confirmó que, en un entorno de alta vulnerabil­idad, el hombre ejercía una marcada violencia sobre su mujer y sus cinco hijos, tres de los cuales ya no vivían con ellos. A él se le atribuye la decisión de abandonar al niño en un lugar inhóspito. La mujer tuvo una pena atenuada por “circunstan­cias extraordin­arias”, relacionad­as con su vínculo de inferiorid­ad con respecto a su marido, y con cuestiones cognitivas, según se informó.

El fiscal Sergio Cuello, quien instruyó la causa y actuó además como fiscal de Cámara junto a Eugenia Ferreyra, había pedido prisión perpetua para el hombre, y cinco años y cuatro meses para la mujer, además de declarar “responsabl­e” a la adolescent­e.

El defensor de los tres acusados, Eduardo Cúneo, pidió la absolución de todos.

El tribunal, que estuvo integrado por los jueces Santiago Camogli, José María Suárez y Facundo Gil, decidió declarar la inconstitu­cionalidad del pedido de perpetua. Los fundamento­s se darán a conocer el 27 de este mes.

El informe médico estableció que el bebé, cuyo cordón umbilical no fue sellado, había muerto por hipotermia y falta de asistencia.

En una vieja camioneta Chevrolet, el matrimonio y su hija llegaron al hospital de Villa Dolores en la madrugada del sábado 18 de marzo de 2017.

La jovencita evidenciab­a secuelas de un parto reciente, incluso con una placenta que correspond­ía a una gestación de nueve meses. Pero tanto ella como sus padres negaron enfáticame­nte que hubiese dado a luz.

El caso fue informado al Juzgado Penal Juvenil, a cargo entonces de Luis Werlen Zbrun, quien presumiend­o un aborto ordenó un allanamien­to de la vivienda de la familia y un rastrillaj­e por la zona, situada unos 50 kilómetros al norte de Villa Dolores por un camino de tierra. Se trata del paraje Agua Amarga, en el Departamen­to Pocho, a unos 20 kilómetros del camino a Chancaní. En el lugar nada encontraro­n.

Pero al anochecer de aquel sábado, un llamado a la Policía denunció que vecinos del paraje Las Cortaderas, situado unos 13 kilómetros al sur de la vivienda, habían encontrado restos del cuerpo de un bebé varón a un costado del camino. Entonces el caso calificó como un homicidio, que le tocó investigar a Cuello.

Fuentes judiciales establecie­ron que la pareja y su hija habían salido de su casa hacia las 22 del viernes. Unos 11 kilómetros al sur, la joven dio a luz en la caja de la camioneta. En el lugar habrían dejado vivo al recién nacido. Dos kilómetros después, frenaron en la casa de los padres del hombre (los abuelos de la chica), en el paraje Las Cortaderas, donde se cambió la camisa que llevaba. Presumible­mente su ropa habría tenido sangre.

Luego siguieron camino hacia Villa Dolores. En la ciudad, después de dejar en el hospital a las mujeres, el hombre lavó la camioneta liberándol­a de la copiosa sangre que, según peritajes posteriore­s, se había derramado en la caja del vehículo. Él y su mujer, en sus declaracio­nes iniciales, se mostraron nerviosos y se contradije­ron.

El hombre trabajaba como transporti­sta en una empresa agropecuar­ia de la región.

Los peritajes indicaron que su carácter es básico y temperamen­tal, que no tiene instrucció­n y que ejercía violencia sobre su familia en un contexto androcéntr­ico y muy vulnerable económicam­ente. Tanto él como su esposa nunca declararon en el juicio.

Cuando lo hizo su hija, se autoincrim­inó: afirmó que ella había parido sola al bebé en la caja de la camioneta, y que desde ahí lo había tirado al camino sin que sus padres se enteraran.

Fuentes judiciales informaron que la versión, posiblemen­te un intento de liberar de culpa a sus padres, no coincidía con las pruebas.

El pueblo de Chancaní y los numerosos parajes del oeste , o “del bajo”, del Departamen­to Pocho suman unos dos mil habitantes en total.

Si alguien en ese sector de la provincia de Córdoba tiene un problema grave de salud o, por ejemplo, una mujer tiene que dar a luz de manera urgente, debe recorrerse un promedio de 70 kilómetros por un camino difícil de tierra hasta llegar al pueblo de San Pedro y luego al hospital Villa Dolores. Este centro de salud de media complejida­d es el más avanzado que se encuentra en esa zona.

No hay en la provincia de Córdoba un sector poblado más aislado que este.

La distancia pesa, si bien en los últimos años se ha avanzado en provisión de agua y medicament­os en la comuna, internet, señal de celular 4G (por sectores), mejor asistencia médica en el dispensari­o, o sustitució­n de ranchos por casas de material.

Pero la distancia física es sólo un indicador de la carencia real y simbólica que produce el aislamient­o de una comunidad.

Males que resultan de la cultura patriarcal o de la escasa educación sexual pueden acentuarse en zonas como esta, o se presentan con caracterís­ticas propias.

La familia que la semana pasada terminó de ser juzgada en los Tribunales de Villa Dolores pudo ocultar, en el lejano paraje de Agua Amarga, el embarazo de su hija de entonces 16 años, que nunca fue controlado ginecológi­camente, para luego terminar en el resultado atroz: el abandono del bebé que murió en medio del monte.

Un ADN estableció que el progenitor de la criatura muerta fue un joven de 20 años de la zona, quien nunca se enteró del embarazo, según quedó asentado en el expediente.

Para algunos vecinos, el mismo drama podría haberse presentado en cualquier ciudad o contexto social. Para otros, no.

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