Encuestas que venden confianza Edgardo Moreno
Se lo han ganado a fuerza de fracasos en las elecciones recientes: en Argentina, las encuestas son oráculos más que proyecciones.
Profecías, arte y práctica de vender nuestra credibilidad con entrega diferida (como escribió algún maestro de la ironía).
Por eso, de los sondeos que miden hoy los escenarios posibles para la próxima elección presidencial sólo se puede obtener apenas un mapa precario de opciones posibles.
Lo único que aparece con claridad son los dos polos de opinión que lideran Mauricio Macri y Cristina Fernández. Y el espacio vacío de liderazgo de quienes no se inscriben en esa dualidad.
Cambiemos tiene a la fecha dos candidaturas presidenciales posibles: la del presidente Macri y la de la gobernadora María Eugenia Vidal.
En la Casa Rosada y en La Plata, niegan con énfasis la mera posibilidad de la segunda. En rigor, todavía no hay motivos para descartarla. Tener dos candidatos provee al oficialismo de una ventaja táctica temporaria, que el desmentido potencia aún más.
El bloque opositor tiene por ahora una sola candidatura competitiva, la de Cristina Fernández. Y una certeza provisoria: la división del bloque entre el núcleo duro de seguidores de la expresidenta y el espacio de los gobernadores justicialistas, que ya están desdoblando las elecciones locales.
Esa división dejó de ser un ejercicio teórico. Al despegar de la elección presidencial la movilización de sus estructuras políticas territoriales, los gobernadores admiten una realidad implícita: no surgió en su entorno un liderazgo alternativo al de Cristina.
Para Cambiemos, eso configura una segunda ventaja táctica. Macri no necesita un liderazgo alternativo en el PJ, sino una candidatura alternativa en el PJ.
Los gobernadores comparten esa necesidad, pero por un imperativo estratégico. No hay futuro para el peronismo sin una construcción que supere a Cristina, porque Cristina dejó de ser un proyecto de mayorías.
Con piso alto y techo bajo, tiende a ser una candidatura de nicho, cuyo declive puede arrastrar al peronismo al único círculo del infierno que aflige a los políticos: la irrelevancia.
Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey asoman para una candidatura alternativa.
Massa ya tuvo su oportunidad y no consiguió proyectarla sobre Cristina en su territorio, la provincia de Buenos Aires.
Urtubey todavía puede competir a riesgo. Aun en la derrota, puede acumular posicionamiento a nivel nacional. La edad lo favorece para proyectarse sobre el desgaste de Cambiemos.
La discusión de las candidaturas conecta con otra señal incipiente de las encuestas: los ejes temáticos de la competencia electoral.
Todos los sondeos coinciden en la incidencia del debate económico.
Si fuese hoy, la elección se dirimiría entre dos electorados: el de los pesimistas por la situación actual de la economía y el de los optimistas por el rumbo económico adoptado por el Gobierno. Presente contra futuro.
Son bloques volubles. Para disputar su posición definitiva, oficialismo y oposición tienen margen incluso hasta el balotaje, en noviembre del año que viene.
Hay otros dos ejes temáticos que pueden oscilar con la misma volatilidad.
Uno de ellos es el de las investigaciones por corrupción. Afectó ayer al kirchnerismo con Amado Boudou y antes a Cambiemos con Franco Macri. Cristina debe afrontar en 2019 los juicios orales de sus procesos más complejos. Y la causa de los cuadernos es imprevisible para todos.
El eje restante es la inseguridad. Allí donde apuntó Patricia Bullrich y donde Aníbal Fernández se entusiasmó con Elisa Carrió.
Aunque finalmente, por racionales que parezcan los cálculos de escenarios y temas de debate, los especialistas en opinión pública vienen coincidiendo en el peso cada vez mayor de las emociones en las decisiones del electorado.
Es una clave de época: el regreso al comportamiento partisano.
Una rémora del pasado en la aldea global –construida por el espíritu de la Ilustración–, que regresa ahora, disfrazada de cándida novedad.
LOS ESPECIALISTAS EN OPINIÓN PÚBLICA COINCIDEN EN EL PESO CADA VEZ MAYOR DE LAS EMOCIONES A LA HORA DEL VOTO.