Estimulación y crecimiento
Gabriela Sandoval comenzó a estimular a su hija desde los 40 días, en distintas instituciones. Apadim primero, y escuelas comunes, después.
“Las etapas fueron más difíciles para mí que para ella. Ella avanza, pero los miedos eran míos. Me preguntaba si iba a poder, aunque no se lo decía a ella. Cuando entró en quinto grado, me dio pánico, lloraba y decía que no la iba a mandar al secundario”, relata.
Pero cuando le avisaron que sería escolta de la Bandera de Córdoba en la escuela primaria Paulino Francés, decidió seguir adelante con la educación obligatoria.
“Las escuelas me abrieron las puertas en todo momento. Hicimos un buen triángulo: ‘profes’, preceptores y familia. Se ha llevado materias, le cuesta mucho Matemáticas. Este año le fue fácil. Para mí hay cosas que son nuevas, y ella me dice: ‘Esto significa tal cosa’”, narra la mamá.
Y sigue: “Hay que estimularlos desde pequeños, tratarlos como un niño más y ayudarlos, ver cuáles son sus inclinaciones. En la escuela se van a encontrar con un montón de cosas. Aprendí que si a Sofi le llamaban la atención, no debía enojarme. Se hace más fácil si uno tiene confianza en los profesionales. Y hay que promover la sociabilización para que los traten de igual a igual”.