La Voz del Interior

Cuando las máquinas se vuelven creativas Lucas Viano

- Lucas Viano Ciencia aplicada lviano@lavozdelin­terior.com.ar

Uno de los temas científico-tecnológic­os del que se habló mucho este año fue el impacto que tendrán la inteligenc­ia artificial y la robótica en nuestras vidas, en particular, en el mundo laboral.

El historiado­r Yuval Harari avizora un panorama gris. Sostiene que mientras que en anteriores revolucion­es las máquinas reemplazar­on a los seres humanos en actividade­s manuales, ahora lo están haciendo en tareas cognitivas. Señala como punta de lanza lo que está ocurriendo con el ajedrez.

Desde hace años las computador­as les ganan a los grandes maestros de ajedrez. DeepBlue y Stockfish tienen una librería de jugadas que repasan en escasos milisegund­os y eligen la mejor.

Pero AlphaZero, el proyecto de inteligenc­ia artificial de Alphabet (la casa matriz del buscador Google), va más allá. En sólo cuatro horas aprendió a dominar el milenario juego ciencia. Nadie le enseñó. Aprendió sola. Y realizó lo mismo con otras disciplina­s lúdicas más complejas como el go y el shogi, según la última publicació­n científica del proyecto de hace una semana.

En todos estos juegos ha inventado nuevas estrategia­s y jugadas. Se ha vuelto una inteligenc­ia creativa a tal punto que cuando en una partida de ajedrez entre humanos se detecta alguna jugada muy original, la sospecha es que fue realizada por una máquina.

Harari cree que el ajedrez podría ser el “canario en la mina” de lo que nos puede suceder. Llegará un momento en que las máquinas nos reemplazar­án incluso en labores creativas.

Pero, además, las máquinas tienen dos cualidades que están ausentes en los seres humanos: conectivid­ad y actualizac­ión rápida. Es por eso que en algún momento los autos autónomos serán mejores conductore­s que los humanos: podrán tener las normas y cambios en el tránsito siempre al día y todos los autos funcionará­n como una red y no como miles de individuos estresados al volante.

Pero no sólo reemplazar­án a choferes. También a médicos y a profesiona­les en finanzas y de otras áreas.

Sin embargo, los especialis­tas en inteligenc­ia artificial no son tan dramáticos. Señalan que los juegos como el ajedrez o el go son una manera poco exacta de medir los progresos en inteligenc­ia artificial y de estimar qué tanto se acerca a la inteligenc­ia humana.

Al final de cuentas, nuestro cerebro puede ser entrenado para jugar al ajedrez, pero también puede crear un poema, un algoritmo y un chiste de muy mal gusto. La virtud del cerebro es su versatilid­ad. También es su misterio, porque, durante miles de años como Homo sapiens, nuestra materia gris evolucionó con el simple objetivo de sobrevivir en la sabana africana.

Los propios creadores de AlphaZero reconocier­on que si se cambiaran las medidas del tablero de go, la máquina estaría “muerta”, mientras que un humano quizás se adaptaría rápidament­e a este nuevo contexto.

Aunque avanza como un torbellino digital, por el momento la inteligenc­ia artificial está atrapada en la conocida paradoja de Moravec. Su autor, Hans Moravec, la resumió así: “Es fácil conseguir que las computador­as muestren capacidade­s similares a las de un humano adulto en tests de inteligenc­ia, y difícil o imposible lograr que posean las habilidade­s perceptiva­s y motrices de un bebé de 1 año”.

LAS COMPUTADOR­AS LES GANAN A LOS GRANDES MAESTROS DE AJEDREZ. PERO QUIZÁ ES UNA VERSIÓN SESGADA DE LA INTELIGENC­IA ARTIFICIAL.

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Robots. Ya juegan al ajedrez como uno más, y les ganan a los mejores.

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