La Voz del Interior

Ariel Tarico imita con guion propio

El imitador se luce en “Fátima es mágica” junto a Fátima Florez, y acaba de ganar en los Premios VOS y en los Carlos por su tarea.

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Es el libretista y una de las figuras de “Fátima es mágica”.

Este es el gran verano de Ariel Tarico. Su trabajo en Fátima es mágica le significó la consagraci­ón tanto en los Premios VOS como en los Carlos 2019, pero especialme­nte entre el público que disfruta de sus intervenci­ones en las dos funciones diarias en el teatro Holiday de Carlos Paz.

Su única temporada previa en la plaza serrana había sido junto a Coco Silly en Supermacho, una parodia al macho argentino, y ahora está en una obra encabezada por una mujer. “Mirá si no cambian las cosas con el tiempo”, asegura.

Tarico tuvo en sus inicios una relación muy cercana con Córdoba. Trabajando en la radio LT10 de Santa Fe, empezó gestiones telefónica­s con las principale­s emisoras locales. La primera fue Cadena 3, donde consiguió sumar algunas voces a Viva la tarde, de Rony Vargas. Hizo algunas otras cosas en LV2 junto a Beto Beltrán, pero luego se consolidó en Radio Mitre de Buenos Aires, donde triunfó a lo grande y acompañó a casi todos

Sobre su paso por Córdoba, recordó el boom que se generó en el programa de Rony, a quien vino a conocer cuando tenía apenas 18 años, pero tenía algo de experienci­a en Radio Rivadavia junto a Héctor Larrea.

Lo de Mitre, igual, fue su espaldaraz­o: estuvo al lado de Santo Biasatti, Dady Brieva, Chiche Gelblung, Lalo Mir y Néstor Ibarra, entre muchos otros. “Trabajé con gente muy variada, de distintos estilos. Fue como hacer la universida­d”, asegura.

“Mi vida cambió, dejé todo lo que hacía en Santa Fe, donde también estaba estudiando locución. Era ahí y ahora, y desde entonces no paré más. Tuve la suerte de atravesar una época de muchos cambios en Mitre”, dice Ariel.

–La imitación requiere un doble esfuerzo. Además de sacarle la voz, tenés que conocerlo casi íntimament­e, estar informado y actualizad­o. ¿Cómo encarás esa tarea?

–Ahora es más fácil con las redes sociales. Hay informació­n todo el tiempo. Cuando le pregunté a mi vieja cómo hacían Nito Artaza o Cherutti para imitar, me contaba que tenían que conseguir un audio, o verlo justo si aparecía en la tele. Hay más herramient­as ahora. Por otro lado, como me gustó la radio siempre, la radio de noticias, el diálogo del personaje era más fácil. Laburando con periodista­s me daban informació­n, los libretos salían solos, le sumaba cosas a la actualidad del personaje. Hay mucho laburo de archivo, de buscar declaracio­nes del pasado, porque los personajes cambian el discurso, incluso la manera de hablar.

–¿Te resultó difícil estar de un lado o del otro de la llamada grieta?

–Fueron años difíciles. A todos nos afectó en algo. Por laburar en Mitre o TN me señalaron como que estaba de un lado. No tengo problemas con que me señalen, no me afecta para nada. Ahora hay mucha intoleranc­ia. Hay políticos que cuando están en el poder bajan discursos de intoleranc­ia para sus seguidores y generan esas peleas entre colegas. En el medio, fue complicado. Quizás sirvió para con las personas que no nos bancábamos, para distanciar­nos más. Con los amigos es otra cosa, pero sí con personas del medio.

–Trabajás con guionistas pero también escribís mucho. ¿Es la parte más ingrata de la tarea?

–Trabajé con gente muy talentosa, con aportes fundamenta­les para los personajes, para enriquecer la cultura del imitado y que no sea sólo decir un chiste sino que tenga un pensamient­o. El laburo del guionista es poco valorado. En Saturday Night Live vos ves al actor que incluso lee el teleprompt­er sin pruritos. Las estrellas son los guionistas, y están orgullosos. Acá nunca hubo hubo una industria, y los humoristas deben salir con la espontánea, para llenar huecos. Sería bueno que haya obreros, que haya laburo, que haya gente que esté todo el tiempo generando ideas, eso es lo más complicado.

–¿Por qué le dijiste sí a Fátima?

–Veníamos hablando hace tiempo. Fue un largo proceso, porque yo soy bastante desconfiad­o: tengo el no fácil. Hablamos desde el año pasado, y a partir de lo que hicimos en Piden la palabra se generó una energía linda y algo especial. En lo personal, también venía haciendo obras solo, produciend­o solo. Así salgo de la rutinita y el monólogo: tengo que estar con ella, ver qué pie le doy, cómo nos lucimos juntos, es una oportunida­d para descansar el ego también.

–¿Podés entregarte sin problemas al guion de otro?

–Soy de meter mis cosas también, de reelaborar, meterle cosas mías. Después se va completand­o con el público, con la devolución de la gente. Con el oficio lo vas viendo y van surgiendo cosas.

–El humor, entre otras cosas, está en discusión. Por ejemplo con el lugar de la mujer hoy. ¿Te ha cambiado?

–Permanente­mente va cambiando el humor, sus formas, los chistes, todo va evoluciona­ndo. Dicen que “el Negro” Olmedo hoy no podría trabajar, pero yo estoy seguro de que se adaptaría a la televisión actual. Tenía esa capacidad de adaptarse a los tiempos. Mirá si no cambian las cosas: cuando hice la primera temporada en Carlos Paz, fue con Coco Silly en Supermacho, y ahora estoy en una obra encabezada por una mujer.

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