La Voz del Interior

Dilaciones inadmisibl­es

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El servicio de justicia debe ajustarse a reglas constituci­onales y a procedimie­ntos insustitui­bles en un Estado de derecho: la celeridad en la tramitació­n de causas y la igualdad de oportunida­des para cualquier ciudadano en conflicto con la ley.

Sin embargo, el quebrantam­iento de la primera de aquellas premisas fue siempre motivo de reproches, lo cual ha relegado al Poder Judicial a una considerac­ión negativa de parte de la opinión pública.

Más allá de la aseveració­n en el sentido de que todos somos iguales ante la ley, el descontent­o de la gente se profundiza cuando observa demoras exasperant­es para resolver casos de corrupción perpetrado­s al amparo de la gestión pública.

Una reciente auditoría encargada por el Consejo de la Magistratu­ra de la Nación así lo certifica. Y tiene incidencia en la Justicia federal de Córdoba.

De acuerdo con el estudio (que abarcó a varias jurisdicci­ones de la Argentina), gestionar hasta su resolución un expediente en los Tribunales Federales de la provincia por una causa de presunta corrupción puede llevar hasta 10 años de trámite. Los datos extraídos de esa auditoría, que publicamos en la edición del pasado lunes, se refieren a expediente­s que ingresaron en sede judicial en los últimos 21 años; es decir, entre 1996 y 2017.

Allí se enumeran los tiempos que van desde la instrucció­n de una causa, su paso por las salas de la Cámara Federal de Apelacione­s y el arribo (si es que el proceso lo amerita) al juicio oral y público.

Con todo, las denuncias por presuntos delitos de corrupción que llegan a la torre federal de la capital cordobesa y a las dependenci­as del interior y de La Rioja son escasas si se comparan con las que han saturado los juzgados de los tribunales de Comodoro Py, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Pero, en confrontac­ión con alguna defensa corporativ­a ensayada por miembros de la Justicia federal local, es oportuno encuadrar en la referida mora a la causa por las explosione­s de noviembre de 1995 en la Fábrica Militar de Río Tercero.

Más de 20 años de trámite de una tragedia con indubitabl­e matriz corrupta, toda vez que (como se probó en la propia Justicia) se trató de encubrir negocios espurios con el tráfico de armas, que, según la acusación, involucró a las más altas autoridade­s de aquellos años. Entre ellos, el expresiden­te y hoy senador nacional Carlos Menem, condenado por contraband­o pero luego absuelto, por considerar­se que no se cumplió con el principio de “plazo razonable” para arribar a una condena firme.

Los funcionari­os que defraudaro­n la fe pública deben ser juzgados y sancionado­s en tiempo y forma. La Justicia tiene el desafío de obrar con premura, para que no le gane la impunidad.

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