Malestar en la Unión
En el tradicional discurso del Estado de la Unión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump volvió a dar cuenta de una nación polarizada como pocas veces en su historia. Aunque el mandatario, como en sus presentaciones anteriores ante el Congreso, llamó a la unidad, hubo expresiones y gestos que mostraron lo contrario. Se refirió, sin nombrarlos, a los sectores emergentes del Partido Demócrata, liderados por las mujeres. Entre quienes escuchaban, se encontraban las senadoras Elizabeth Warren y Kirsten Gillibrand, la speaker Nancy Pelosi o la joven congresista por New York Alexandria Ocasio-Cortez. Algunas de ellas competirán por la nominación presidencial del partido para las elecciones de 2020 e incluso se especula con una formula íntegramente femenina. Esta especie de viraje a la izquierda de los demócratas hubiera sido imposible sin la derrota de Hillary Clinton y la irrupción de Bernie Sanders.
Trump dijo que Estados Unidos “jamás será socialista”, lo que provocó airadas reacciones de congresistas afines y expresiones de extrañeza por parte de los demócratas. Un punto fuerte del discurso fueron sus usuales referencias a la inmigración. Tras el shutdown más largo de la historia, insistió con la necesidad de construir el muro en la frontera con México. En lo que respecta a política exterior, volvió a criticar duramente al Gobierno venezolano, y que se congratuló por evitar una guerra con Corea del Norte. También se refirió al escándalo con Rusia, que ya le costó una condena a su exabogado. Como Richard Nixon, en
1974, cuando dijo que “un año de Watergate es suficiente”, Trump desestimó la “ridícula y partidista investigación” que lleva adelante el fiscal sobre la trama rusa.
Si las elecciones del año siguiente se definieran solo por la economía, el mandatario tiene grandes probabilidades. En 2019, el país tuvo un crecimiento en el PIB de
4,2%, el mayor desde 2014. Pero lo cultural puede tener impacto. Mientras que los sectores trabajadores mayoritariamente blancos del interior empobrecido se ven beneficiados por el crecimiento económico, la mayoría de los latinos, los afroamericanos y las mujeres rechazan sus políticas y su retórica. Está por verse si, por primera vez en la historia moderna de los EE.UU., puede llegar a desmentirse la frase con la que quedó asociada la campaña de Clinton en 1992: “Es la economía, estúpido”.
* Experto en Relaciones Internacionales