La noche que premió a los que estuvieron siempre
El Matador armó una fiesta en su vuelta a la Libertadores, 17 años después. Hubo cerca de 48 mil personas en un Kempes que ardió. Nostalgia y emoción.
Este premio es para vos, para aquel, para ella, para el pelado que lagrimea refregándose esos ojos color carbón que se asoman sobre un gorrito azul con un TALLERES en mayúsculas.
Este momento mágico y precioso es del canoso que no fuma esos fasos, sino que se los devora parado en escalón de la Ardiles, o la flaca que se abraza en la imaginación con su papá que ya no está, pero que le había prometido que iba a volver a verlo a Talleres acá algún día. Y le cumplió.
El premio es, fundamentalmente, para los que sostuvieron esa enorme mochila de ser de la “T” en los años más difíciles e intentaron en durísimas batallas que los nuevos niños eligieran los colores azul y blanco aún en momentos que sólo los valientes se animaban a ser del Matador.
Este instante, masticalo bien porque será eterno. Talleres, después de 17 años volvió anoche a jugar un partido internacional en el marco de la Copa Libertadores de América. Fue contra el São Paulo de Brasil, ni más ni menos.
Y aunque escribirlo parezca fácil, vivirlo fue muy difícil, insufrible, intransitable, doloroso. Sí, del Federal A a la Libertadores en poco más de tres años.
Por eso es para ellos todo esto, para los que estuvieron en la mala.
Este miércoles 6 de febrero de 2019 es el regalo para aquellos hinchas que jamás lo dejaron caminar solo a un club al que muchos le soltaron la mano.
Pero la gente, no. Esos hinchas que siguieron yendo a Sunchales o a Las Parejas en el Federal A, que se tomaron mil bondis en terminales desiertas, son los más emocionados porque son los que caminaron a la par de la “T” y viajaron todas estas rutas. Se comieron todos estos kilómetros soñando con que al final del camino habría luz, esta luz.
La que encandila en la noche del majestuoso Mario Kempes, con un recibimiento que quedará en el recuerdo. Con más de 54 mil banderitas que se agitaron con el corazón para formar un mosaico con los colores del club. Con fuegos artificiales y los ojos del continente mirando a Córdoba. Con las cuatro tribunas vestidas de azul y blanco de casi 50 mil almas, histórico.
El resultado de un proceso “Cuando tomé la determinación de venir aquí, con el agradecimiento de que me hayan llamado, fue un verdadero desafío de vida. Siempre lo digo: de 11 amigos, 10 me decían estás loco. Fue hermoso”. La frase pertenece a Frank Darío Kudelka, hoy DT de la “U” de Chile, que seguramente siguió anoche por TV desde el país trasandino el partido con la nostalgia de sentirse también parte de esto.
Kudelka, junto con el presidente Andrés Fassi, edificaron este sueño desde planta baja y fueron tratados de “locos” cuando avizoraban un Talleres internacional.
“El desafío es con nosotros mismos, no competimos contra nadie. Para hacer un gran club nos tenemos que preparar, no lo vamos a hacer del día a la noche. Tenemos que comprometernos”, había avisado Fassi. Otro que llegó para generar esta revolución, que parece que apenas comienza. Que está dando sus primeros frutos.
Con “el Cholo” Guiñazú tirándose al piso con sus 40 años como emblema y haciendo escuela, con Guido Herrera atajando como un hincha más porque la “T” le dio la chance de ser alguien, con Vojvoda intentando formar “su” Talleres, el Matador sintió anoche que este es el camino indicado más allá de cualquier resultado. Que este es el rumbo, acorde a su historia.
Por eso es para ellos, para los que se abrazaron a Talleres cuando muchos huyeron. Para los que no lo dejaron caer. Y para los que ya están armando el viaje a Brasil, para el próximo miércoles.
Guarden esta noche para siempre. Y sepan que sí, todo valió la pena. Porque fue por Talleres.