El largo camino a la recuperación Juan Turello
Impacta ver los rostros de Raúl Giai Levra, titular de Pauny de Las Varillas, y de sus casi 500 empleados ante la dura coyuntura que atraviesan. Operarios, gerentes y concesionarios soportaron la quiebra de Zanello en septiembre de 2001, cuando conformaron una nueva sociedad y lograron recuperar la empresa. El actual momento los llena de incertidumbre, ante la fuerte caída en las ventas de maquinaria agrícola.
“De Pauny dependen unos dos mil puestos de trabajo en forma directa e indirecta”, relata Giai Levra y mira los campos, con la esperanza de que la cosecha récord que se pronostica vuelva a poner la rueda en marcha. La empresa solicitó el procedimiento preventivo de crisis para reducir de cinco a tres las jornadas laborales. El procedimiento ya fue solicitado por más de un centenar de empresas en Córdoba.
Impacta ver la preocupación que traduce Humberto Spacessi, titular de la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme) de Córdoba, sobre el corsé que aprieta al sector. “La caída en las ventas, las altas tasas, que redujeron el consumo, y la presión impositiva hacen intolerable la situación; muchas empresas están pensando en cerrar sus puertas”, asegura Spacessi. Apyme pidió una moratoria impositiva y que la Afip suspenda el embargo de las cuentas bancarias por mora.
Son los rostros de la crisis que, a veces, cuesta entrever detrás de los números de la recesión. La actividad industrial cayó 14,7 por ciento en diciembre, con un acumulado de cinco por ciento en
2018. Es la peor performance desde
2001.
Las ventas minoristas retrocedieron en enero 12 por ciento en la ciudad de Córdoba y 11 por ciento en la provincia, según relevamientos de las entidades comerciales.
Los salarios perdieron en promedio 17 puntos porcentuales el año pasado en relación con la inflación, según datos oficiales. El consumo privado, que representa tres de cada cuatro pesos de la demanda agregada, se desplomó. De allí el impacto negativo en las ventas minoristas, en los supermercados y en la compra de bienes durables (automóviles) y de bienes de capital (maquinaria agrícola, por caso).
El estancamiento y el fuerte corsé monetario apenas lograron reducir la inflación en torno de 2,5 por ciento en enero, según cálculos privados. La suba de precios volverá a rondar el tres por ciento en los próximos meses, por la interminable suba de los servicios públicos (electricidad y gas, en primera fila) y de los impuestos que impactan en el bolsillo de las familias.
La provincia de Córdoba ajustó los tributos alrededor del 30 por ciento, pero la valuación fiscal se triplicó (“para ajustar los valores a precios de mercado”, justifican), lo que provoca un fuerte aumento en los impuestos. Por la inflación, los consumidores no perciben la baja en Ingresos Brutos que anunció el gobernador Juan Schiaretti.
¿Para cuándo?
La mayor parte de los economistas estima que “lo peor ya pasó”, basados en que los índices intermensuales –restados los factores estacionales– son mejores. Por supuesto, en la comparación interanual los meses de enero, febrero y marzo seguirán mostrando números negativos. La comparación es con el muy buen primer trimestre de
2018, cuando la economía creció
3,6 por ciento.
Hay coincidencia en que entre abril y mayo el cuadro general empezará a mejorar, según estimó esta semana el Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) de Córdoba.
La Bolsa de Comercio de Córdoba prevé que uno de los escenarios más probables sería una leve recuperación de 0,1 por ciento. Los datos por seguir están vinculados con la cosecha, la marcha de la inflación, la baja de tasas y el clima electoral.
Por lo pronto, los argentinos vivimos otra “estanflación”, que es la combinación de una inflación alta con estancamiento (recesión, en realidad, que acumulará cuatro trimestres consecutivos a fines de marzo).
Es un largo camino para los que esperan una recuperación y sufren en carne propia el ajuste.