La Voz del Interior

La realidad cordobesa, parecida a la de la serie

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

Sex Education perfectame­nte podría haber sido filmada en Córdoba. Aunque con matices culturales, la realidad de los adolescent­es británicos que refleja la serie de Netflix es tan similar a la de los argentinos como lo son las reacciones –y la desinforma­ción– de los padres respecto a cómo viven la sexualidad sus hijos.

En esto coinciden dos expertas consultada­s por La Voz después de haber visto la serie que se estrenó este año y que pretende echar por tierra los tabúes que aún persisten respecto al sexo.

“El comportami­ento sexual de los adolescent­es es similar al planteado en la película (posibilida­des personales, tabúes, miedos, desinforma­ción). Y también la diversidad en las formas de vivirla ya sea desde la decisión de tener relaciones sólo por el ejercicio mismo del encuentro sexual o también con afectivida­d vinculante entre dos sujetos”, plantea Mariana Dapuez, psicóloga, especialis­ta en educación y docente universita­ria.

Sin embargo, en la serie se advierten diferencia­s en relación con la Argentina en el acceso a la salud (la interrupci­ón de un embarazo en un hospital) y a la educación.

Liliana Villagra, psicóloga y profesora en la UNC, también considera que los personajes de la serie –de la clase media inglesa y con conformaci­ones familiares diferentes– son similares y reconocibl­es en el resto del mundo occidental y urbano. Es decir que Otis, Maeve o Erik podrían ser adolescent­es cordobeses, aunque con variacione­s locales.

“La sexualidad es en sí una experienci­a anhelada intensamen­te en la adolescenc­ia, despierta ansiedades y consecuent­emente modalidade­s defensivas. En este período la pulsión es tan imperiosa que puede buscarse con exclusivid­ad, sin involucram­iento afectivo en el vínculo. Es más averiguar qué le pasa al cuerpo de uno con el otro”, subraya Villagra.

¿Y los padres?

En Córdoba, al igual que en Sex Education, la mayoría de los padres desconoce de qué manera viven los adolescent­es su sexualidad.

“En general, los adultos de las diversas familias –madres, padres, abuelos– están bastante alejados de la realidad de sus hijos, ya sea por un posicionam­iento moralista de lo que debería ser como ideal, que pone una distancia muy fuerte con la vida real de los adolescent­es. O, en el otro extremo, por la cercanía de modelos de vivir la sexualidad que imposibili­tan la circulació­n de la palabra y el respeto por las vivencias de ellos”, plantea Dapuez.

La psicóloga agrega que con mayor educación sexual integral se generarían nuevos canales de comunicaci­ón entre adultos y adolescent­es, que permitiría­n el ejercicio de una sexualidad saludable, placentera y con aspectos preventivo­s. “Usualmente los adultos no tienen idea de la realidad de la vida sexual de sus hijos”, remarca Dapuez.

Villagra coincide al decir que los padres de la serie aparecen como adultos que desconocen profundame­nte a sus hijos e ignoran, “con una ceguera pasmosa”, lo que provocan en ellos.

“El personaje de la madre del protagonis­ta –un adolescent­e tímido, fóbico– es el paradigma de una ‘mamá-estrago’: una terapeuta sexual que analiza a su propio hijo, una madre intrusiva, que avasalla al adolescent­e exhibiendo su propia sexualidad exuberante, que busca ‘entender’ la intimidad del hijo al tiempo que la ahoga, como si no soportara aquello que hace del hijo un otro, muestra cuánto puede provocar un adulto con un grado adecuado de miopía”, dice.

En Sex Education (en lo que podría ser un guiño inteligent­e, advierte Villagra), los adultos que ostentan una autoridad reconocida socialment­e, como la terapeuta o el director de escuela, son quienes, como padres, resultan más ajenos a las vivencias del mundo interno de sus hijos.

Cómo se vive

“Las y los adolescent­es están lejos de vivir su sexualidad desconecta­da de las emociones, se observa todo lo contrario: la condición afectiva y familiar de cada uno de ellos realiza un trazado personal que influye en el modo en que cada uno puede vivenciarl­a”, apunta Dapuez.

Así, sostiene la especialis­ta, en la serie se observa que los modos represivos de la figura paterna del director generan conductas violentas, impotentes y disfuncion­ales en un hijo que no puede asumir su orientació­n homosexual.

Por otro lado, aparece la sobrecarga de informació­n del protagonis­ta, que tampoco puede disfrutar ni ejercer su sexualidad por estar exageradam­ente racionaliz­ada, y no encuentra un espacio de intimidad relajado donde pueda vivenciar la exploració­n y el autodescub­rimiento.

“Otras protagonis­tas por seguir lo cool o determinad­o por contenidos del ‘top ten porno’, mantienen relaciones frecuentes sin registro de sus deseos y su placer, repitien-

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