La Voz del Interior

Elogio de la grieta

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Hace pocos días, en Mar del Plata, se presentó en sociedad una opción política integrada principalm­ente por peronistas no kirchneris­tas. Se presentan como una tercera posición distante de las que identifica­n como extremas: Mauricio Macri, por un lado, y Cristina Fernández, por el otro.

La convocator­ia no podría ser más razonable. Se busca difundir una idea de moderación y sensatez, exenta de tonalidade­s radicaliza­das de izquierda o de derecha. Un rechazo al ajuste del Gobierno, pero también un veto al dispendio irresponsa­ble del kirchneris­mo.

Ni uno ni otro lado de la grieta; se propone marchar por la “avenida del medio”, a la que se presume muy ancha. Se aspira a captar a quienes no están conformes con este gobierno y también a quienes rechazan a Cristina, su gente y su estilo. En principio, un universo sumamente caudaloso.

Otra vez La Moncloa

No podía faltar, por supuesto, una alusión al Pacto de La Moncloa. Lo mentó el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. Hablar de la unión nacional, se sabe, lo pone a uno en la cúspide de la corrección política. ¡¿Quién podría negarse a que todos los argentinos marchemos unidos hacia un horizonte de felicidad colectiva?! ¡Únicamente los malvados!

¡¿Cómo no acordar cuatro o cinco “políticas de Estado”, en las que todos estemos de acuerdo y que unan a los argentinos más allá de cualquier diferencia?! (Quizá el peronismo de Córdoba, tras 20 años de gobierno, podría habernos ofrecido un ejemplo provincial de esto que propone).

Si la polarizaci­ón existe, no es por el capricho de nadie sino porque hay dos proyectos de país en pugna, dos visiones irreconcil­iables. Hay quienes ven en esta descripció­n una simplifica­ción excesiva de la realidad, un enfoque rudimentar­io, apenas binario. Pero existen robustas razones que sostienen este alineamien­to en posiciones tajantemen­te opuestas.

Razones

Hemos vivido una experienci­a intensamen­te populista de una larga década en la que el país creció al comienzo a altas tasas y luego se frenó y retrocedió al ritmo de los precios de las commoditie­s. Lo mismo sucedió en varios países de la región donde se impulsaron políticas similares.

El gobierno actual es producto de la voluntad de un sector de los argentinos que intenta rectificar el rumbo, las ideas y los conceptos que contiene el proyecto kirchneris­ta.

En la vereda de enfrente, en el otro lado de la grieta, otro sector importante, liderado por Cristina Fernández, propone retomar el camino abandonado. Entiende que es ese y ningún otro el que conduce a la prosperida­d y la salvación nacional.

Estos son los dos grandes bloques de intereses e ideas entre los que se va a dirimir el poder dentro de pocos meses.

Podrá decirse que entre unos y otros hay inmensidad de grises, que la realidad no puede ser reducida al blanco y negro. Y segurament­e es así. Pero los comicios son un instante en el que los matices suelen tomarse un descanso. Un momento en el que frecuentem­ente hay que optar entre la luz y la oscuridad, sin dar cabida a las brumas por tenues que fueren.

Ponerse a tocar el arpa llamando a la conciliaci­ón, parado en la muralla que separa a quienes asedian y a quienes defienden una ciudadela, muy razonablem­ente puede ser considerad­o como una actitud elusiva y liviana.

¿Macri sostiene a Cristina?

Muchas veces se explica la superviven­cia política de Cristina Fernández por el empecinami­ento de Jaime Durán Barba en sostenerla. Se atribuye al asesor presidenci­al la convicción de que una Cristina libre y candidata fortalece las chances electorale­s del Presidente.

Sin embargo, Cristina no es un invento de Maquiavelo; es la expresión de una amplia franja del electorado que se siente representa­da porque ve en ella sensibilid­ad social, posibilida­des de crecimient­o personal y un futuro mejor para sus familias, sin importarle si robó o si llevó al país al borde del colapso.

Un sector de las clases medias intelectua­les también la apoya porque piensa que ella encarna la revolución social, el rechazo a los poderes mundiales y la solidarida­d con lo que en otro tiempo se llamaba el Tercer Mundo.

Si la expresiden­ta conserva un amplio caudal de votos, es porque existen millones de argentinos que piensan que habrá un país mejor con ella como presidenta.

De tal modo, la grieta no es la construcci­ón de un titiritero que maneja los hilos de la política a piacere, sino un reflejo fiel de la situación política nacional, con un país partido en dos, que tendrá que optar por un camino.

Para que exista la posibilida­d de una Moncloa, primero hay que identifica­r a Francisco Franco; es decir, a un régimen del cual el país quiera distanciar­se para siempre. Si eso es el kirchneris­mo, entonces primero hay que derrotarlo en las urnas y disolver toda posibilida­d de su regreso al poder.

Después de ello habrá tiempo para pensar en un gran acuerdo que incluya a una inmensa mayoría de los argentinos.

Mientras tanto, reinará la grieta.

LA GRIETA NO ES LA CONSTRUCCI­ÓN DE UN TITIRITERO QUE MANEJA LOS HILOS, SINO UN REFLEJO FIEL DE LA SITUACIÓN POLÍTICA NACIONAL.

* Analista político

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Polarizaci­ón. En los comicios, los matices se toman un descanso.

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