Llegan a tribunales 3.300 juicios de cuota alimentaria por año
Se trata de casos que no se resuelven en mediación y que terminan en la Justicia. Está en juego el derecho a la alimentación de miles de niños, de niñas y de adolescentes.
Durante 2017 se iniciaron en la provincia 3.328 juicios por el reclamo de la cuota alimentaria, lo que pone en tensión el derecho de miles de niñas, de niños y de adolescentes.
Proporcionalmente, los casos que llegan a juicio en la ciudad de Córdoba son muchos menos que los del interior. Esto sucede porque sólo en la capital provincial funciona la mediación prejudicial obligatoria.
La mayoría de las demandas por cuota alimentaria se da de la madre hacia el padre, dado que también es la mujer quien se hace cargo del cuidado de los niños.
Cuando el juez de Familia Gabriel Tavip prohibió a un hombre moroso de la cuota alimentaria que asistiera a la cancha y a bailes de cuarteto, los focos de los medios de comunicación volvieron a posarse sobre los incumplidores de las responsabilidades parentales.
El juez siguió los criterios del nuevo Código Civil y permitió que la abogada de la madre de la niña propusiera una solución “creativa” en procura de garantizar que el hombre de 34 años de edad cumpliera con el envío de 4.165 pesos por mes, es decir, 138 pesos por día.
La propuesta fue, explica la abogada Karina Narda, restringirle actividades recreativas y costosas que el hombre realizaba de manera cotidiana: seguir a Talleres e ir a los bailes de cuarteto.
Cada año, miles de cuotas alimentarias deben resolverse en el marco de procesos judiciales. El grueso de los casos es acordado y contenido en divorcios en buenos términos y en las instancias de mediación previstas en el fuero de Familia de la ciudad de Córdoba (la mediación no está habilitada en toda la provincia).
Sin embargo, el diálogo no es siempre posible: durante 2017 se iniciaron 3.328 juicios por el reclamo de la cuota alimentaria. Y durante el primer semestre del año pasado se abrieron en los tribunales cordobeses 1.654 expedientes por el mismo motivo, de acuerdo con los números parciales.
Se trata de “primeras denuncias”, no de casos acumulados de años anteriores. La estadística podría quedarse corta, según explican desde el Poder Judicial de Córdoba: también hay juicios en los que el reclamo de la cuota alimentaria queda enmarcado en expedientes de divorcio o violencia de género.
Vale la aclaración, entonces: los
3.328 juicios mencionados están circunscriptos al pedido de alimentos para los niños. De estos,
1.483 suman al reclamo el régimen de comunicación entre el niño y el progenitor no conviviente.
Una segunda aclaración: en general, el pedido judicial por la cuota alimentaria es de la madre hacia el padre, y también, por lo general, es la mujer quien se hace cargo del cuidado permanente del niño. Si bien también se da a la inversa: que un padre reclame un porcentaje de los ingresos a la madre, estos casos son los menos.
De lo que no hay dudas es de que cada año más de 3.300 niñas, niños y adolescentes ven vulnerados sus derechos a la alimentación.
En ese marco, Marycel Segovia –abogada especialista en derecho de la niñez– dice: “La responsabilidad parental (antes llamada patria potestad) es totalmente compartida, en partes iguales. Pero eso se enfrenta a una cultura hegemónica instalada en la que pareciera que la principal responsable de la crianza es la mamá. Las situaciones del padre adulto, sus gustos, sus deportes, nunca pueden estar por encima de la responsabilidad que tiene de garantizar las necesidades de sus hijos”. Y agrega: “Parece que el 50 por ciento aparece sólo cuando se discute la tenencia de los hijos, pero no cuando se habla de las responsabilidades económicas y de crianza”.
Derechos humanos
En el fallo que le prohibe a D. A. G. (las iniciales del padre incumplidor ya mencionado) ir a la cancha a ver Talleres, concurrir a bailes de cuarteto y conducir –se ordenó a la Municipalidad que le retire el carné–, el juez Tavip dijo que “es un tema de derechos humanos básicos”.
En el mismo fundamento, desde una perspectiva de género, el juez agregó: “No puedo dejar de destacar que las expresiones y la actitud de incumplimiento denotan un menosprecio a la labor que desempeña la progenitora en el cuidado de la hija. Ese cuidado se traduce en un conjunto de tareas cotidianas destinadas a atender las tareas del hogar y de la familia que insumen tiempo, energía y recursos, por lo que es indudable que merece ser valorado económicamente”.
El juez aclara, por si fuera necesario, que “en la manera en que se desenvuelve el progenitor, delegando todo el cuidado y el sustento de su hija en manos de la progenitora, (restándole) tiempo para su crecimiento personal y laboral”. Y agrega, contundente: “La falta de colaboración importa, en este caso, una forma de desmerecer las posibilidades que como mujer puede desarrollar en su propia vida”.
Marycel Segovia reflexiona en este punto: “El juez pudo mirar, y no es una mirada común en la Justicia de Córdoba, que el tiempo que la mamá le dedica a su hija es tiempo que la limita en su desarrolla: una mamá que quiere estudiar y no tiene cómo pagar para que le cuiden a su hija tendrá que limitar su estudio”.
Justamente, P. B. B. (las iniciales de la mujer que reclama el cumplimiento en el pago de las cuotas alimentarias para su hija) trabaja y estudia. Dice su abogada, Karina Narda: “No es que ella se quedó sentada tejiendo mañanitas, no es una mamá que está esperando el aporte de este papá; ella redobló esfuerzos para que a su hija no le falte nada”.
De acuerdo con la sentencia, que aún no está firme, el hombre no sólo incumplió de manera sostenida durante dos años con lo pactado en 2016 respecto de la cuota alimentaria. Además, “se jactaba” de ello y “exhibía” sus gastos con los hijos de su nueva pareja; potenciado porque ambos progenitores viven a pocos metros de distancia.
El juez consideró que imponerle al padre incumplidor una multa atentaría contra el objetivo de que cumpla con la cuota alimentaria. En palabra de la abogada de la madre de la niña: “No es una sanción, sino un llamado de atención. Se aspira a que los papás dimensionen lo que podrían llegar a perder en caso de no priorizar la cuota alimentaria”.