La Voz del Interior

Crecen proyectos productivo­s conformado­s sólo por mujeres

Crecen los proyectos económicos integrados únicamente por mujeres. Buscan facilitar la independen­cia económica, pero también se definen como espacio militante.

- Matías Calderón mcalderon@lavozdelin­terior.com.ar

La llamada “cuarta ola feminista” volvió a poner en foco las diversas problemáti­cas a las que se enfrentan actualment­e las mujeres. Las agrupacion­es que reúnen a un gran número de manifestan­tes en cada marcha de #NiUnaMenos tienen su correlato en la realidad cotidiana, donde comienzan a mostrarse cambios observable­s. Uno de ellos, en el plano del trabajo y de la producción.

En las redes sociales, en los mercados, en los barrios, en ambientes inusuales, en las universida­des, se reproducen a un ritmo vertiginos­o los proyectos de la llamada “economía feminista”. Son “productiva­s”, “grupas”, “redes tejidas con sororidad”, cooperativ­as, en las que las productora­s –todas ellas mujeres o disidencia­s de género– establecen lazos a partir de una actividad productiva o tendiente a resolver una preocupaci­ón económica; aunque no todas se quedan sólo en esto.

Flor de Luna es un emprendimi­ento productivo (o sólo una “productiva”) feminista que empezó en 2011. Se dedica a comerciali­zar “productos de higiene íntima para cuerpos menstruant­es, alternativ­os y consciente­s”, según una de sus creadoras, Noelia Sánchez. Elaboran, entre otras cosas, toallitas femeninas de tela, protectore­s diarios y protectore­s de lactancia.

“Compartimo­s una idea sobre la gestión de la salud de las mujeres. Fuimos produciend­o libros y pensando críticamen­te en nuestros cuerpos. Tenemos un sitio web, un blog y estamos por editar los primeros libros de autoras mujeres de poesía”, explicó Noelia.

El emprendimi­ento fue iniciado por dos personas y en la actualidad están cerca de reunir a 100. “En la rama productiva son más de 20. Hay vendedoras en todo el país. Somos una red de mujeres y sostenemos esa política de venta comercial. Hay más de 70 vendedoras, cinco ilustrador­as y cinco escritoras pagas”, se entusiasmó la creadora de Flor de Luna.

Para Noelia, la solución de las necesidade­s económicas empodera a las mujeres y las protege de una situación de vulnerabil­idad. “La resolución de la materialid­ad de la vida es una pata fundamenta­l en la autonomía de las mujeres. Cuando podés resolver la materialid­ad, tenés posibilida­des de salir de situacione­s de violencia, o que te disgustan. Por otra parte, las productiva­s colectivas generan lazos cotidianos con otras mujeres y se producen las redes. En tercer lugar, al generar una circulació­n de informació­n y datos, o formas de pensar las cosas, se abren nuevas posibilida­des para las mujeres”, sostuvo.

De estas 100 mujeres, una parte vive exclusivam­ente de la actividad productiva de Flor de Luna. “El producto que ofrecemos busca fomentar la liberación de las mujeres. Además, en todos los espacios de trabajo se trata de desplegar al máximo las capacidade­s de las integrante­s. El patriarcad­o y el capitalism­o han ido siempre juntos. Gracias a las cosas que vamos construyen­do, y a los modos que ponemos en práctica todos los días, nos va excelente: funciona muy bien nuestra productiva, incluso en instancias de crisis como la actual”, aseguró Noelia. Y diferenció el inicio de la actividad con la actualidad: “Al principio, no le llamé ‘productiva feminista’, a pesar de que lo era; con el tiempo, eso se hizo patente y por eso empezamos a nombrarnos de esta manera”.

En la actualidad, además de sus productos –que se consiguen a través de redes sociales y en comercios específico­s de distintos puntos del país, o a través de las vendedoras–, Flor de Luna se encuentra desarrolla­ndo el proyecto llamado “Gestando sororidad”.

“Creemos que se pueden generar acciones sociales novedosas, diferentes y feministas. Organizar acciones sociales de promoción de las mujeres, como reuniones, espacios de formación, espacios de oficios;

TENEMOS UN SITIO WEB, UN BLOG, Y ESTAMOS POR EDITAR LOS PRIMEROS LIBROS DE AUTORAS MUJERES DE POESÍA. Noelia Sánchez (Flor de Luna)

nos gustaría hacer radio”, comentó Noelia. Además, coordinan con otras productiva­s locales, como lo hacen con el centro de formación e innovación textil Overola de la mutual Carlos Mugica.

Menos extenso en el territorio, pero igual de impactante por su capacidad de atención al público y el alcance de la propuesta, es la feria de comidas y bebidas de Fuegas, que funciona los jueves en el Pabellón Venezuela de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC). “Somos una agrupación de gastronómi­cas, cada une (sic) con un emprendimi­ento en distintos niveles de desarrollo. Al principio, pusimos en común las problemáti­ca que teníamos y la necesidad de sobrevivir, pero sin comernos la curva del emprendedo­rismo que te propone el neoliberal­ismo”, explicó Eugenia, una de las mujeres que reivindica­n la cocina como terreno de empoderami­ento.

Para las Fuegas, la cocina puede convertirs­e en un sitio que te aísla de otros, o todo lo contrario. “Quisimos juntarnos con otras, con otres (sic) y con las disidencia­s, desde el feminismo; sin varones cisgénero, a partir de una disciplina que nos permite hacer compras colectivas, garantizar la calidad de la producción, ordenar, limpiar; evitar la competenci­a, construir a partir de la sororidad”, dijo su vocera.

“La salida gastronómi­ca está a mano de las mujeres y las identidade­s disidentes. Trabajamos en apoyar a compañeras que no vienen del rubro, pero encuentran en la cocina, como espacio político, la manera de generar un ingreso”, explicaron.

“Nosotras nos entendemos como colegas. No somos competenci­a. Trabajamos sin patrón, para nosotras y el espacio colecti

AL PRINCIPIO, PUSIMOS EN COMÚN LA PROBLEMÁTI­CA QUE TENÍAMOS Y LA NECESIDAD DE SOBREVIVIR.

Eugenia (Fuegas)

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(JOSÉ HERNÁNDEZ) Sin estereotip­os. Catalina Belleze, Adriana Gigena, Milena Priotti y Sheila Lupiañez. Una cuadrilla integrada sólo por mujeres.
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(JOSÉ HERNÁNDEZ) Cooperativ­a textil. Carolina Carrizo y Gilda Rojas, en el taller de Manos Latinas, que funciona en el tradiciona­l barrio Alberdi.

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