La Voz del Interior

No habrá Paso real, pero sí hay urgencias Javier Álvarez

- Javier Álvarez Correspons­alía Buenos Aires

El dedo volvió a ser el gran elector. Ninguna fuerza política dirimirá las candidatur­as presidenci­ales en las urnas. El oficialism­o, porque no dio lugar o no pudo generar una alternativ­a interna. La oposición, el kirchneris­mo, porque vio una posibilida­d real de ganar que antes de la crisis financiera no existía.

La alternativ­a está hoy en otros seis espacios, los que encabezan Roberto Lavagna, José Luis Espert, Juan José Gómez Centurión, Nicolás del Caño, Manuela Castiñeira y Alejandro Biondini. Ninguno de estos, dicen las encuestas, tiene chances reales.

La configurac­ión bipolar la hizo la espesura de la contienda: se elige, una vez más, entre dos modelos de país radicalmen­te distintos, partiendo de diferentes concepcion­es de la sociedad y su funcionami­ento, casi sin posibilida­des para el entendimie­nto sobre una política de Estado.

Ocurrió siempre. Cuando Mauricio Macri asumió, le dio continuida­d sólo a aquello que podía otorgarle cierto aire a la economía en medio de un plan de ajuste, como planes de precios y consumo. Más allá, hubo un barrido con el que el propio Gobierno dijo dar una vuelta de página, para sacar al país del populismo.

Ahora, si cambia el gobierno, la situación será la misma. La nueva gestión dará un nuevo golpe de timón, aunque con muchas limitantes, como las necesidade­s financiera­s y la imposibili­dad de encender la emisión monetaria sin riesgos de ir a una hiperinfla­ción.

Y, para ello, los dos polos juegan fuerte. El macrismo fogonea la opción “república o autoritari­smo”, como si los Fernández fueran a instaurar una dictadura. Y estos últimos alertan que el país, por este camino, va a una quiebra segura, a un nuevo 2001. Un peloteo que no hace más que generar expectativ­as negativas.

Idénticos límites

Al margen de las interpreta­ciones políticas de cada espacio, las urgencias serán las mismas sea quien fuere el presidente el 10 de diciembre: una inflación de 50 puntos, el desempleo en dos dígitos, la pobreza rozando el 35 por ciento y vencimient­os de deuda (entre capital e intereses) por 41.400 millones de dólares en 2020.

Y mirando al verano hay una nueva luz amarilla. El tipo de cambio real multilater­al está ya en su nivel más bajo en 10 meses. La inflación lo está erosionand­o a gran velocidad. Y, si sigue así, la gran devaluació­n de 2018 dejará de ser un diferencia­l para el comercio exterior para ser sólo un pésimo recuerdo para los asalariado­s.

En este contexto, los argentinos irán por primera vez a las urnas el 11 de agosto. Serán protagonis­tas de una gran encuesta nacional. Con las definicion­es en los frentes, tan opuestos, todo se aceleró. En ambos polos, en tanto, ven las primarias como una general y la general como el balotaje.

Esto es lo que observa el mercado financiero, que siempre se adelanta. La política argentina hoy no tiene la capacidad de generar certidumbr­e ni expectativ­as positivas, en ninguna de sus variantes. Ni Fernández ni Pichetto aquietaron el dólar, lo hizo el campo incrementa­ndo la liquidació­n de la cosecha.

El kirchneris­mo cuenta con un pasado intervenci­onista y de culto al gasto público sin respaldo. La estatizaci­ón de los fondos de pensión y de empresas como YPF y Aerolíneas Argentinas, y sus modos, está en la primera línea de fuego del círculo rojo en tiempo de definicion­es. Y no se lo van a perdonar.

En la otra vereda no hay espacio para aprobar la gestión del macrismo sin antes remarcar una lista de errores, mala praxis y políticas equivocada­s o, por lo menos, a destiempo. Incluso más allá de un punto de partida con un déficit fiscal consolidad­o de 11 puntos del PIB.

Habrá que ver, entonces, qué pesa más en la mano de los electores a la hora de definir el voto. Porque, una vez más, parece que la contienda se definirá más por la negativa que por la positiva.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina