La Voz del Interior

Obras licitadas, no realizadas: otra deuda

- Ary Garbovetzk­y Sociedad anónima agarbovetz­ky@lavozdelin­terior.com.ar

Hay otro pasivo flotante de la Municipali­dad de Córdoba que inquieta en cercanías del intendente electo Martín Llaryora. Y no es otro que las obras comprometi­das, con adjudicaci­ones que quedarán a medio camino o, directamen­te, con obras que no se iniciaron pero igual generan un compromiso para la ciudad y un derecho de la contratist­a.

Son ejemplos de este tipo de obras la nueva sede del Concejo Deliberant­e y un nuevo parque educativo en los predios de la exForja. También una parte importante de los trabajos pendientes en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (Edar) de Bajo Grande y un número indetermin­ado de cuadras de pavimento que, aunque la gestión actual afirma que llegará a completar, los equipos técnicos del próximo intendente creen que ni por plata ni por tiempo eso será real.

Tampoco existe un informe de avance concreto de las obras a cargo de terceros, contenidas en convenios urbanístic­os, cuyos beneficios, en muchos casos, ya comenzaron a rendir a las empresas que obtuvieron excepcione­s en uso de suelo, superficie construida o altura.

El ejemplo más palpable de esto es el varias veces renegociad­o convenio por el ex Batallón 141 con Corporació­n América. Con muchas dificultad­es, se acordó un aporte para la reparación de equipos y recuperaci­ón de procesos en la Edar y ello no se terminó de efectiviza­r, a pesar de que se pactó en cuotas.

Hay un crédito a favor de la próxima gestión en las obras exigibles por convenios urbanístic­os, pero en algunos casos los tratos fueron tan desventajo­sos para la ciudad, a juicio de la oposición, que el impacto en tránsito, carga de la red cloacal y servicios como transporte y basura conforman otro pasivo oculto.

Justo cuando más necesaria sería la política de transparen­cia y de Datos Abiertos, el portal de Gobierno Abierto de la Municipali­dad de Córdoba que informa el avance de obras está desactuali­zado.

La transición entre el saliente Ramón Mestre y el entrante Llaryora ya se había enturbiado por la deuda con proveedore­s y la intención de sacar a sorteo más de dos mil chapas de taxis y remises, cuya suspensión se reclama para evitar las suspicacia­s de que por esta vía se dé cobijo a militantes en retirada.

Para todo esto es que Llaryora sabe que lo primero que va a firmar va a ser la emergencia económica. Es el paraguas para renegociar todos los contratos y reprograma­r deudas.

Pero falta una eternidad para el 10 de diciembre, fecha del traspaso de mando. Y el principio de continuida­d del Estado se tiene que sostener: tienen que cobrar los propietari­os del local en la galería Cinerama que alquila el programa de empleo Sí Sí, los cartoneros integrados al plan de Servidores Urbanos y los proveedore­s de comida de los hogares de día que protestaro­n con facturas impagas que ya se están poniendo amarillent­as.

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