La Voz del Interior

“Estamos viviendo un tiempo de transición”

“Hay espacio para el optimismo”, dice el edil. Pero aclara: Si la dirigencia política cambia.

- Esteban Dómina Historiado­r, concejal de Córdoba Diego Marconetti dmarconett­i@lavozdelin­terior.com.ar

Esteban Dómina es contador, concejal de la ciudad de Córdoba y apasionado por la historia. En esta entrevista, no habla del pasado, sino del futuro.

–¿Qué historia estamos escribiend­o hoy los cordobeses que vamos a poder leer en 2030?

–Creo que es un momento intenso. Me parece que estamos viviendo una transición que, cuando uno la vive en on line por decir, no la percibe como tal. Pero cuando se mire me parece este tiempo histórico de Córdoba, se van a ver los cambios. Una Córdoba que está transformá­ndose, dejando el pasado y ajustándos­e a las nuevas reglas de juego del mundo. Me parece que es una etapa muy interesant­e y, por supuesto, según cómo nos vaya, saldremos mejor o peor.

–¿Se puede dar relevancia a un hecho mientras uno es testigo y protagonis­ta al mismo tiempo?

–Va produciénd­ose un relevo de protagonis­tas centrales. La centralida­d del ’83, desde la democracia recuperada para acá, la tuvieron fundamenta­lmente en el plano político dos grandes referentes: Eduardo César Angeloz y José Manuel de la Sota. Y en este tiempo, desapareci­eron físicament­e los dos en distintas circunstan­cias. Creo que eso abre un abanico de cara al futuro de relevo generacion­al, pero claramente esas dos figuras en el pasado inmediato me parece que son las más relevantes.

–¿Cómo ve ese recambio generacion­al?

–Lo que noto en esta última etapa es que hay un recambio no sólo generacion­al sino en los modos de hacer política y de las estructura­s políticas. Hoy, los partidos políticos han quedado casi reducidos a ser una especie de trámite o licencia para un evento electoral, pero no tienen vida propia. La ciudadanía es como que se ha acostumbra­do a votar personas y se fija mucho más en las personas antes que en los partidos. Antes no era así, hace 30 o 40 años todavía el radical le votaba el radicalism­o; el peronista,

al peronismo. Hoy no sé si es tan así.

–Generación que ha crecido ya en democracia.

–Y usando otros modos de comunicaci­ón, por eso cuesta tanto a la política que no está precisamen­te prestigiad­a por estos días, llegar a esos segmentos, a los millennial­s ,a los centennial­s. Tenemos una sociedad despolitiz­ada; entonces cuando la sociedad tiene que tomar decisiones políticas, quien quiere estar en la opción tiene que hacer un gran esfuerzo para llegar con el mensaje a esos niveles que en términos electorale­s puramente de padrón hoy son cada vez más relevantes. Es mucho más importante hoy la participac­ión de la gente más joven, de los sub 40, los sub 50, que de las personas mayores, y ahí es donde hay más dificultad­es de llegar.

–¿Hay una política líquida, en términos de Zygmunt Bauman?

–Creo que sí. Bauman obliga a revisar todo lo conocido, inclusive los paradigmas y los métodos de análisis porque la realidad obliga a eso. La política claramente adopta nueva forma y tiene que reinventar­se para también ser una representa­ción genuina del ciudadano. También la república, la democracia, el Estado de derecho, la Constituci­ón, las leyes y las regulacion­es tienen que tomar nota de la realidad porque si no quedan como perimidas y no alcanzan a contener el desarrollo y las transforma­ciones sociales.

–¿Qué reformas hay que hacer a los mecanismos democrátic­os para que la historia sea diferente?

–Enormes, porque la democracia basada en la representa­ción indirecta obliga a que esos representa­ntes generen mecanismos y herramient­as para favorecer la representa­ción ciudadana. No puede ser que la participac­ión ciudadana se reduzca a ir a votar cada cuatro años. Tiene que ser mucho más participat­iva, y para eso hay que brindar los mecanismos. En el ámbito del Concejo Deliberant­e, esos mecanismos no han funcionado, con audiencias públicas que son un mero trámite. Todo eso hay que darlo vuelta como una media y hay que ver de qué modo se estimula, se motiva, porque también el ciudadano se plantea “para qué voy a ir si después no pasa nada”. Termina siendo una cosa inútil. Hay que repensar todo esto, favorecer y ayudar a la participac­ión. Por ejemplo, en el caso de la ciudad de Córdoba, hay que descentral­izar urgentemen­te, llegar más cerca del vecino para propiciar que el vecino tenga más a mano a ese nivel del Estado. Ajustarse a la letra estricta de la Carta Orgánica Municipal no alcanza. Hay que aprovechar y canalizar esa energía positiva de la gente.

–¿Se puede ser optimista mirando hacia el futuro y romper con la historia de crisis cíclicas?

–Hay un lugar para el optimismo claramente y ese optimismo está directamen­te vinculado a las potenciali­dades, muchas de ellas dormidas, de esta Argentina. Hay muchas potenciali­dades no bien aprovechad­as, y no tenemos problemas de superpobla­ción ni graves conflictos raciales o religiosos. ¿Quién tiene la culpa de cómo estamos si tenemos tanto? Siempre hay una mayor responsabi­lidad de quien tiene más autoridad. No hemos logrado, desde aquella generación del ’80, recuperar ese nivel de dirigencia, de compromiso dirigencia­l con un país con vistas de futuro, de largo plazo.

–Repito la pregunta: ¿hay razones para esperanzar­se?

–La dirigencia va a tener que adecuarse a estos nuevos desafíos. Veo mucha mezquindad en el sentido de que se anteponen los legítimos intereses personales. Hay que recomponer esa visión de la propia dirigencia, que deje de mirarse el ombligo y sea capaz de aunar esfuerzos. Lo bueno sería que se vuelva a armar una mesa de reflexión y de aporte, y establezca­mos un plan, acordemos cuatro o cinco cosas básicas para no empezar todo el tiempo de cero. La Voz cumplió 115 años y lo celebra hablando del futuro con 115 cordobeses reconocido­s por su actividad y por su pensamient­o. Todas las entrevista­s en unmejorfut­uro.com.ar

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(JOSÉ HERNANDEZ)
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