La Voz del Interior

Peligros que vuelven

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La nueva era de la provocació­n que viene siendo la segunda década de este siglo anotó un nuevo paso hacia el abismo en los últimos días, cuando Vladimir Putin promulgó la ley que saca a Rusia del Tratado INF de 1987, el que limita los misiles balísticos de corto y medio alcance.

Huelga recordar que un tiempo antes la Casa Blanca había tenido el mismo gesto, en ese antiguo juego de ver quién cede primero.

A este mundo le están sobrando provocador­es que juegan con cosas que no tienen repuesto: el dictador coreano Kim Jong-un,

por ejemplo, o el presidente iraní Hassan Ruhani, quien anunció que Irán “enriquecer­á tanto uranio como quiera”.

Volvieron los temores de la década de 1960, cuando en el corazón de la Guerra Fría los Estados Unidos y Rusia se toreaban por tierra, mar y aire, Europa vivía a unos kilómetros de los tanques del Pacto de Varsovia y la crisis de los misiles cubanos ponía al mundo al filo de la tercera guerra mundial.

Hoy parecen haber quedado atrás los arrebatos de sensatez de la década de 1980, cuando sucesivos tratados pusieron límites a la proliferac­ión nuclear, y la posterior caída del Muro de Berlín pareció retirar a un oponente de la escena.

Pero fue un espejismo: el club de la demencia nuclear otorgó su membresía a nuevos socios.

Estados Unidos y Rusia, que acumulan un arsenal nuclear capaz de destruir a este mundo varias veces, miran de reojo a China, ya casi tan poderosa como cualquiera de ellos, mientras Corea del Norte juega a doblegar a Occidente con su imprevisib­ilidad. India y Pakistán se tirotean a través de fronteras calientes, Francia e Inglaterra se mantienen alertas, Israel clama por contener a Irán por cualquier medio y este ultimo está lanzado a la carrera del terror. Es un equilibrio inestable, demasiado frágil.

A estas horas, navíos de superficie y submarinos recorren mares y cielos portando un vasto arsenal de cabezas atómicas, mientras el mundo comienza a preguntars­e, como antaño, quién habrá de presionar el botón rojo.

Es el regreso del terror, y ya ni vale recordar quién empezó; tal vez Rusia, cuando Putin decidió no desmantela­r su misil de crucero SSC-8. Lo cierto es que la carrera hacia el abismo se ha reiniciado y que los protagonis­tas ya no son dos sino muchos.

Aquí podría citarse a Albert Einstein cuando señalaba que tras un holocausto nuclear la siguiente guerra se libraría con palos y piedras.

Pero de nada vale, ante la constataci­ón de que el regreso a la edad de las cavernas es siempre una tentación tan inexplicab­le como presente.

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