Ansiedad tecno y contactos ilusorios
que por lo que le sucede a quien está frente a uno.
Analógico y digital
“No vemos a la tecnología como un monstruo. Ya que interpretarlo así nos paralizaría. Nos proponemos habilitar espacios para debatir a partir de juegos entretenidos que mezclan recursos analógicos y digitales. Pensarnos en buscar modos de interactuar armoniosamente entre generaciones fomentando las buenas conversaciones y la risa”, explica Luciana Bedini.
En esos espacios se comparte información sobre las contraindicaciones de la tecnología y se invita a los participantes a que cuenten sus experiencias. El último encuentro de este tipo se realizó, días atrás, en el Museo Caraffa.
“Estamos parados ante una situación inédita: los dispositivos móviles, las apps, las redes sociales, los juegos en red, la interfaz permanente entra en los vínculos. La simultaneidad de actividades. Esta hiperconectividad trae muchísimos beneficios, como contactarnos y compartir momentos e información con amigos, familiares, compañeros que están lejos, pero debemos aprender cómo manejarla”, remarca Hirschfeld.
A los adultos nos parece ilógico que, por ejemplo, los niños no sepan leer la hora en relojes analógicos. ¿Por qué? ¿Cuántos de los adultos de la generación adaptativo-digital (40-64 años) aún sabemos leer de manera correcta y rápida la hora en tales relojes? ¿Es realmente necesario rasgarnos las vestiduras por esta situación?
La digitalización de los procesos en general ha tornado perimido el uso de teléfonos analógicos, de la misma forma que el uso del automóvil tornó perimido el uso del carruaje tirado por caballos. Es decir, no debemos asustarnos o preocuparnos por los cambios (tecnológicos, económicos, sociales, personales) cuando estos suponen progresos que nos brindan una mayor calidad de vida.
Pero sí debemos preocuparnos cuando en nombre del progreso se propician cambios sin fines claros. En el afán de no quedarnos fuera, entramos en la loca carrera consumista de tecnologías digitales, sin darnos cuenta de las consecuencias negativas que ello produce.
La sobreexposición a los dispositivos digitales de información y comunicación –a las pantallas en sentido genérico– produce consecuencias de diversa índole, variables en función de la generación tecnológica a la que pertenezcan los usuarios, pero negativas para todos por igual.
Tal sobreexposición supone la pérdida de ciertas habilidades sin que sean reemplazadas por otras funcionales y acordes a la realidad actual. Incluye la pérdida de diversidad en las fuentes de gratificación y aprendizajes.
Implica el surgimiento de “ansiedad tecnológica”, producto tanto de la atención parcial continua como de la incapacidad de resolver problemas cotidianos cuando el uso de dispositivos tecnológicos se restringe o prohíbe.
Da origen a aislamientos, contactos ilusorios, vínculos nocivos, acallamiento de emociones disfóricas, entre otras. En definitiva, se producen consecuencias propias de todo comportamiento excesivo, desadaptativo y disfuncional.
Desconocer o negar esto favorece políticas públicas erróneas en materia de salud y educación, así como falaces concepciones y disfuncionales creencias sociales sobre el uso de los dispositivos tecnológico-digitales.
* Docente e investigadora de la Facultad de Psicología de la UNC