La Voz del Interior

El dólar preocupa cuando sube... y cuando baja

- Javier Álvarez Editor Correspons­alía Buenos Aires

Al Gobierno nacional le quedan 27 días para convencer a un sector decisivo del electorado de que su plan económico es consistent­e y que en algún momento las familias comenzarán a ver resultados positivos en sus hogares y en su vida cotidiana.

El segmento por conquistar es ese entre el cinco y el 10 por ciento del padrón que, encuesta sobre encuesta, dice que aún no decidió su voto. Y en una de las elecciones que se avizoran como las más cerradas de los últimos años, cada sufragio tendrá peso propio.

En el Gobierno apuestan como nunca a este tercer trimestre, porque se entrecruza­rá la incipiente desacelera­ción de la inflación mensual con la entrada en vigor del grueso de las paritarias.

Hasta acá, el plan diseñado con el Fondo Monetario dio resultados para reacomodar variables macroeconó­micas clave, como el déficit fiscal. Pero el efecto todavía es magro en términos de inflación, que, si bien se ralentiza, sigue muy elevada en términos interanual­es y es una de las mayores preocupaci­ones de los ciudadanos.

Atrás vienen dramas sociales como el desempleo, la precarizac­ión de los puestos de trabajo que crea la economía (en su mayoría, monotribut­istas) y el aumento de la pobreza y de la indigencia.

En aquel segmento poblaciona­l, hay principalm­ente clase media y jóvenes, para los cuales las cuestiones del bolsillo influyen casi en forma decisiva en el voto, según Ludmila Bottas, de la encuestado­ra Ipsos.

Al margen del restrictiv­o plan monetario para contener la inflación, el Gobierno ha puesto en marcha una batería de medidas por unos 200 mil millones de pesos para incentivar el consumo entre mayo y agosto y mejorar así el clima electoral.

Y viene dando resultados: la imagen y la intención de voto del presidente Mauricio Macri mejoraron hasta 10 puntos en el último mes, según el promedio de las encuestas. Y se alejó, al menos para los micrófonos, ese “fantasma” que indicaba que el oficialism­o podía perder en primera vuelta.

A los planes de consumo y tenue reactivaci­ón en algunos sectores (el campo es una excepción) se les suma la calma cambiaria. Que el dólar no se mueva en la Argentina ya parece un mérito. Y si baja, hasta genera suspicacia­s.

Allí cabe una pregunta: ¿cuánto hay de estabilida­d real, sólida y duradera y cuánto hay de una situación artificial generada por una necesidad del Gobierno para lograr la reelección?

El economista Orlando Ferreres es tajante: “El dólar debería estar a 54 pesos”. Y advierte: “Si se pretende mantener el dólar estable a este valor actual por mucho tiempo, estaremos complicado­s”. Afectará las exportacio­nes y la balanza comercial.

Los 54 pesos por dólar surgen de un cálculo que consiste en tomar el tipo de cambio de 2008 (año base) y ajustarlo por el índice de precios al consumidor que mide el Indec, restándole luego la inflación anual de los Estados Unidos, que es del dos por ciento.

Otra reflexión que surge de este escenario es: ¿qué costo real tiene este plan electoral? Sostener el dólar e impedir que la inflación se dispare con la política monetaria actual tiene un costo de entre 500 mil y 600 mil millones de pesos en 12 meses.

Eso es lo que hasta octubre se pagará a los bancos en concepto de intereses de las letras de liquidez (Leliq), herramient­a con la que el Banco Central absorbe pesos de las calles para enfriar los precios. Después está el costo social, que es imposible de dimensiona­r con claridad.

El hecho de que el dólar esté calmo no es nocivo en tanto y en cuanto esto se dé porque la economía genera las divisas suficiente­s para que los billetes no escaseen. En este escenario, con inflación muy alta aún, contenerlo genera inevitable­mente atraso cambiario.

Pero el Gobierno está decidido a evitar cualquier sobresalto con el dólar al menos hasta asegurar una victoria en las urnas. Por ello, un ajuste del tipo de cambio tras las elecciones es casi un hecho, gane quien gane.

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(RAMIRO PEREYRA) Movimiento. El Gobierno exprime al máximo la paz cambiaria, mientras incentiva al consumo.
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