Un riesgo para la salud de la Gendarmería
El Gobierno nacional se propone implementar el llamado Servicio Cívico Voluntario en Valores, el cual está dirigido a jóvenes y “tendrá por objeto brindar capacitación en valores democráticos y republicanos, fomento del compromiso personal y para con la comunidad, hábitos responsables, estímulo a la finalización del ciclo educativo obligatorio y la promoción del desarrollo de habilidades para el trabajo, culturales, de oficios y deportes”. Será implementado por Gendarmería Nacional, la cual pondrá a disposición su infraestructura y recursos humanos.
A partir de esta medida se pronunciaron voces a favor y en contra. Así, hay quienes dicen que una fuerza de seguridad es el ámbito propicio para incorporar orden y disciplina en la conducta juvenil y otros, en la vereda del frente, denuncian que se pretende militarizar a la juventud. Pero me parece que la discusión debe ir por otro costado.
Debemos detenernos brevemente en señalar que conforme el artículo uno de la ley 19.349 “la Gendarmería Nacional es una fuerza de seguridad militarizada, estructurada para actuar en las
zonas fronterizas nacionales y demás lugares que se determinen al efecto”.
El artículo tres fija cuáles son sus funciones e indica que ellas son actuar como policía de seguridad y judicial, auxiliar aduanera, de migraciones y sanitaria, de prevención y represión del contrabando, migraciones clandestinas e infracciones sanitarias, policía forestal, de seguridad de la navegación por delegación, entre otras.
Está facultada a intervenir para reprimir la alteración del orden público, o cuando este se vea subvertido, o cuya magnitud sobrepase las posibilidades de control de las fuerzas policiales, o cuando adquiera las características de guerrillas, en cualesquiera de sus formas indicándose que esta función será ejercida por disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Se agrega que también tendrá a cargo “toda otra función que se le asigne conforme a su misión y capacidades”.
Esta es la tarea de Gendarmería y para cumplir con estos fines es que se capacita a su personal, se la equipa y se la dota de recursos y medios materiales. Y debe decirse que se trata de una fuerza que ha demostrado aptitud e idoneidad, incluso cuando se le encomiendan tareas que son propias de las policías provinciales, particularmente en Capital Federal y Provincia de Buenos Aires, como ocurre día tras día.
Pero, además, la propia ley se ocupa de cuidar y preservar la naturaleza de la institución, porque el artículo 14 expresamente dispone que “Gendarmería Nacional no podrá ser empleada en funciones que no se encuentren genéricamente previstas en la presente ley”, y convengamos que este servicio cívico no es una tarea para la cual Gendarmería esté capacitada como tampoco forma parte de lo que es su misión, de manera que es un error pretender incorporarlo a la previsión del último inciso del artículo tres.
Queda así claro que la función que pretende asignársele con esta resolución es extraña a su naturaleza, función y capacitación profesional, convirtiéndose así en un riesgo cierto para la salud institucional de la fuerza, y esto es grave.
Es cierto lo que dice la ministra Patricia Bullrich sobre que Gendarmería goza de un altísimo concepto y que es valorada por encima de la educación pública. Pero entonces es responsabilidad del Gobierno procurar que ese prestigio se mantenga e incluso aumente. Y no es encomendándole tareas que no le son propias y para las cuales no se halla preparada el mejor modo de lograrlo.
Al mismo tiempo, deberían preguntarse si la decadencia de la educación argentina que señala la ministra no se debe justamente a que se convirtió a los colegios en meros comedores y lugares de contención de menores, descuidando y haciendo accesoria la tarea esencial de la escuela, que es enseñar y aprender.
Es en la familia y en los colegios donde debe atenderse la formación y la educación de los jóvenes. Siendo los padres y los gobernantes quienes deben ocuparse de ello y hacerlo de manera eficaz, el plan propuesto parece de dudosa eficacia y puede lesionar la calidad institucional de una prestigiosa fuerza como Gendarmería, al distraerla de lo que es su tarea esencial.
ES RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO PROCURAR QUE EL PRESTIGIO DE LA GENDARMERÍA SE MANTENGA E INCLUSO AUMENTE.
* Abogado, exministro de Gobierno de Córdoba