La Voz del Interior

Los patrones comunes de los femicidios, y cómo revertirlo­s

Detrás de los cinco femicidios que ya hubo este año en la ciudad de Córdoba, se observan distintos patrones estructura­les. Un análisis sobre qué desnudó cada uno de estos crímenes, a quiénes interpelan y qué hay que hacer para intentar revertir esas situa

- Virginia Digón y Juan Federico

De Daiana, en enero, a Eylin, hace una semana, rastrear qué falencias estatales y sociales dejaron al desnudo cada uno de los cinco femicidios que ya han ocurrido este año en la ciudad de Córdoba termina por generar todo un diagnóstic­o transversa­l sobre esta realidad que año tras año no deja de mutilar a la comunidad.

Detrás de la violencia machista más extrema se observa una serie de variables que a simple vista pueden suponerse como impensadas: yuyos altos, un hospital, una escuela, una calle embarrada o hasta la ineficacia, en algunos casos, del botón antipánico.

En este 2019, en toda la provincia se han contabiliz­ado 12 femicidios. Si bien en el análisis completo se observan más casos extremos en el interior con respecto a la Capital, si se pone la lupa sobre cada jurisdicci­ón, la ciudad de Córdoba es, por lejos, la que más cantidad de estas violencias aglutina.

“Cuando analizamos los 12 casos que tenemos en la provincia de Córdoba encontramo­s semejanzas, da cuenta de que es un problema sistémico de una sociedad machista y patriarcal que solamente se va a revertir con un cambio cultural y, en ese sentido, las políticas que se implemente­n desde el Estado son las más importante­s”, dice Betiana Cabrera Fasolis, integrante de la agrupación feminista Mumala y dirigente de Libres del Sur.

El espanto muchas veces paraliza. Pero también enseña, para intentar no repetir.

El territorio

El 6 de enero último, Daiana Moyano (24) volvía de noche en ómnibus a su casa en el barrio Ciudad de Mi Esperanza, en la periferia noreste de la ciudad. Como otras veces, varias cuadras antes de la parada en la que Daiana pensaba descender, el chofer frenó y gritó que el viaje allí terminaba. El lodazal en el que se había convertido la única vía de acceso al barrio social impedía el paso de la unidad. La joven, como otros pasajeros, se vio obligada a ir caminando entre el barro, la oscuridad y los altos yuyos.

La investigac­ión judicial sostiene que fue entonces cuando uno de los pasajeros, vecino del mismo barrio, la sorprendió allí, la violó y la estranguló. La dejó tirada a un costado del camino.

Casi de manera paralela al hallazgo del cadáver, familiares y allegados a la víctima comenzaron a denunciar la precarieda­d estructura­l del sector. Barro, yuyos, oscuridad y sectores anegados que potencian las condicione­s de vulnerabil­idad de las mujeres ante los depravados sueltos.

“El problema del femicidio no es sólo un problema de femicidio, sino también de hábitat”, reflexiona el psicólogo social Sebastián Bertucelli, un especialis­ta en el análisis de la violencia en sus diferentes formas.

Para Bertucelli, “no se puede abordar el problema ignorando las condicione­s de hábitat”, por lo que apunta sobre la necesidad de un trabajo territoria­l en el que de manera transversa­l aparezcan, al mismo tiempo, la obra pública, la salud, la cultura, la educación, el deporte, “todo articulado en una microárea”.

Si bien la violencia de género atraviesa a las mujeres sin distincion­es de clases sociales o de países, hay ciertas condicione­s de vida que complican aún más a quienes atraviesan por una situación de este tipo: la educación, las condicione­s de vivienda, de infraestru­ctura, acceso a recursos económicos, entre otras variables.

El proyecto de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas sobre ciudades seguras establece cómo los trayectos de transporte, la iluminació­n y la organizaci­ón urbanístic­a de una ciudad afectan en forma directa a sus vidas. Una calle mal iluminada, un baldío con los yuyos sin cortar o colectivos que no llegan se transforma­n en condicione­s favorables para el ataque de un violador o de un asesino.

Hace tres años, la Provincia presentó en un mapa los cuadrantes en los que dividió la ciudad para comenzar una tarea de prevención con la Policía Barrial. En rojo se marcaron los sectores muy vulnerable­s; en amarillo, los medianamen­te vulnerable­s, y en verde, los poco vulnerable­s.

Las categorías se determinar­on a partir del cruce de distintas variables como producto interno bruto (PIB), empleo (formal o informal) y educación (formal o informal), además de incorporar allí mismo los índices de robo, hurto y homici

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