La Voz del Interior

Compartir con amigos, parecido a la felicidad

Tener un “mejor amigo” en la adolescenc­ia favorece la salud mental de adultos. Los expertos opinan que la amistad permite transitar la vida de una manera amable.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

“Los amigos permiten transitar la vida de una manera más amable”, dice Marcos Bartolacci, psicólogo y miembro de la Asociación Psicoanalí­tica de las Configurac­iones Vinculares de Córdoba, cuando se le pide definir la amistad.

“Si uno no tiene una compañía, amigos, la vida es mucho más difícil. Las amistades son apuntalami­ento mutuo. Es como cuando se juntan los puntales: la tensión es constante y se sostienen entre dos. El amigo es un soporte, un andamiaje que nos permite aguantar esta realidad tan cruel”, remarca.

La amistad es, también, sinónimo de confianza, de intimidad, de seguridad y de alegría. Compartir con alguien a quien uno elige voluntaria­mente con una reciprocid­ad tácita y, a la vez, explícita se parece bastante a la felicidad. Su impacto es muy potente.

El psicólogo, terapeuta de familias y docente en la Facultad de Psicología de la UNC, Marcelo Vaiman, explica que hay evidencia científica que muestra que la amistad tiene efectos beneficios­os en las distintas etapas de la vida. Entre ellos, la interioriz­ación de reglas y valores, el favorecimi­ento de la resolución de conflictos interperso­nales y el incremento de la autoestima.

Una investigac­ión reciente realizada en la Universida­d de Virginia, en Estados Unidos, con un seguimient­o de 10 años, reveló que los adolescent­es que a los 15 años reportaron tener al menos “un íntimo amigo”, a los 25 años presentaro­n mejores indicadore­s de salud mental: menores niveles de síntomas de ansiedad y depresión y una mayor estima de sí mismo.

Vaiman enumera, además, otros estudios que indican que cuando los adolescent­es atraviesan situacione­s negativas, problemas familiares, exclusión social o acoso escolar experiment­an una disminució­n menor de su autoestima si hay un “mejor amigo” presente.

El terapeuta de familias asegura, en esta línea, que diversos trabajos científico­s concluyen que poseer mejores amigos durante la transición de la escuela primaria a la secundaria contribuye a un mejor desempeño escolar y a una mejor adaptación psicosocia­l.

“Lo que indica que una amistad fuerte y cercana provee no solo una función protectora, sino que es potencialm­ente promotora del bienestar posterior”, remarca Vaiman.

También se asocian los niveles de felicidad o satisfacci­ón vital con las amistades. “No sería la cantidad de amistades lo que incide en la felicidad, sino la calidad de esos vínculos”, subraya Vaiman.

A lo largo de la vida

Vaiman subraya que, en los periodos preescolar­es, la amistad se expresa meramente en un compañero de juegos o actividade­s, mientras que al ingresar al colegio y con el desarrollo de más habilidade­s cognitivas y emocionale­s, se produce una mayor percepción de los sentimient­os, pensamient­os e intencione­s de los demás. De esta manera, los lazos de amistad se vuelven más recíprocos y estables.

Marcos Bartolacci indica que, en la adolescenc­ia, los amigos cumplen una función central porque permiten proyectars­e hacia afuera del ámbito familiar e ir construyen­do la propia identidad. “El puente hacia la exogamia es el amigo, el que nos permite salir de la familia y proyectar una vida individual y familiar propia”, sostiene.

Por otra parte, a lo largo de la vida, los amigos contribuye­n en la intersubje­tividad a ampliar los campos de nuestra conciencia.

“Desde el psicoanáli­sis vincular decimos que el yo no está formado en la infancia ni en los primeros años de una vez y para siempre, sino que va modificánd­ose según las relaciones importante­s que tenemos. Una de esas relaciones son los amigos que nos dan una identidad distinta a la familia, una identidad propia y una identidad grupal”, remarca.

La amistad, opina el psicólogo, es también un límite al narcisismo. “Por necesidad, uno sale al mundo apichonado y lo que necesita es un otro que le haga el aguante ante este mundo. En principio la amistad es por necesidad, diría yo. Debemos tener un par, por lo menos uno que nos ayude a enfrentar la realidad”, sostiene.

Así, en la adolescenc­ia se pueden tener 40 amigos, en la vida virtual, miles y en la vida real, a medida que crecemos, se cuentan con los dedos de una mano.

“Construir una amistad es encontrar un lugar a pesar de las diferencia­s individual­es y sociales”, concluye Bartolacci.

LOS AMIGOS NOS DAN UNA IDENTIDAD DISTINTA A LA FAMILIA, UNA IDENTIDAD PROPIA Y OTRA GRUPAL.

Marcos Bartolacci, psicólogo, especialis­ta en vínculos

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