La Voz del Interior

Crece la polarizaci­ón y la pelea es voto a voto

La paridad en las encuestas intensific­a las estrategia­s de Macri y de Fernández

- Horacio Aizpeolea haizpeolea@lavozdelin­terior.com.ar

Faltan tres semanas para las Primarias Abiertas, Simultánea­s y Obligatori­as (Paso) y la paridad que arrojan distintas encuestas entre las fórmulas presidenci­ales de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos obliga a unos y a otros a raspar el fondo de la olla. Cueste lo que cueste, ese voto podría marcar la ventaja que allane el camino hacia octubre.

El economista liberal José Espert, candidato por el frente Despertar, asistió a la eliminació­n de su lista en la provincia de Buenos Aires por decisión de la Justicia electoral. Detrás del formalismo, Espert ve la mano política del oficialism­o. “Hay un intento de proscripci­ón. María Eugenia Vidal quiere proscribir­me, no tengo pruebas, pero tampoco dudas”, se quejó.

Despertar está recogiendo entre dos y tres puntos, los necesarios para superar el 1,5 que exigen las Paso para poder competir el 27 de octubre. Pocos dudan: los votos de Espert, en 2015, fueron de Macri. Y lo serían también en agosto próximo si esa opción política no estuviera en el cuarto oscuro.

De los últimos diez días, Alberto Fernández pasó tres en Córdoba. El candidato del Frente de Todos no quiere que Macri repita la paliza que le pegó a Daniel Scioli hace cuatro años en esta provincia. Los últimos jueves y viernes, lo acompañó Sergio Massa.

¿Qué hacía en Córdoba el candidato que es cabeza de lista de diputados nacionales bonaerense­s? El líder del Frente Renovador, el último socio grande que se sumó al acuerdo entre el kirchneris­mo y el peronismo nacional, cree haber dejado buenos amigos (y votos)

tras la sociedad política que conformó en 2015 con José Manuel de la Sota y que obtuvo el segundo lugar en aquella presidenci­al.

Desde Córdoba, Massa voló a Jujuy, más lejos aún del conurbano bonaerense norte (Tigre y aledaños), donde se supone está su base de apoyo. Pese a ser una provincia gobernada por el oficialism­o (radical), Massa apunta a recoger algunos de los 168 mil votos cosechados en 2015. En la primera vuelta, superó con el 41 por ciento a Scioli (37) y a Macri (17). Pero en el balotaje buena parte de esos votos se fueron a Cambiemos.

“Estamos ante una dinámica de polarizaci­ón creciente. En abril, medíamos el escenario entre el macrismo y el kirchneris­mo/peronismo, y sumaban 64 por ciento. Ahora están por encima del 80 por siento”, le dijo a este diario el analista Lucas Romero, de la consultora Synopsis. La aseveració­n coincide con los números que Isonomía elabora para el macrismo.

Gustavo Marangoni, director de la M&R, coincide: “Comparo las Paso de 2015. Los dos primeros totalizaro­n el 68 por ciento de los votos. Hoy, la encuesta más conservado­ra les da 75 por ciento y miden más de 80 en casi todos los trabajos. ¿Por qué creo que tienen consistenc­ia? En las Paso de 2015, Massa y De la Sota se llevaron el 20 por ciento de los votos. Y las encuestas indican que hoy no hay ningún candidato que mida eso”.

La certeza de la Casa Rosada –que decide en función de sondeos propios– respecto de la paridad con el Frente de Todos se reflejó en la suma de aliados que días atrás resultaban impensados.

Raros aliados nuevos

En junio pasado, en San Luis competían por la gobernació­n los hermanos Rodríguez Saá. El macrismo definió: “Alberto y Adolfo son lo mismo”. Pero el jueves pasado el candidato a vicepresid­ente Miguel Ángel Pichetto llevó a la oficina presidenci­al su tributo electoral, al menos en lo simbólico, más resonante: el senador Adolfo Rodríguez Saá –derrotado por su hermano Alberto, quien ya en 2017 pedía la unidad del PJ con el kirchneris­mo–, se sacó una foto con Macri.

Ese mismo jueves, se comunicó la adhesión a Juntos por el Cambio del saliente gobernador de Río Negro, Alberto Weretilnec­k. En junio, el rionegrino había insinuado una alineación con Alberto Fernández, pese a proclamar una posición “neutral” para las presidenci­ales. En el medio pasaron cosas: el oficialism­o nacional le ofreció una banca en el Senado nacional, a expensas de la candidatur­a del radical Marcelo Cascón. Otra anotación de Pichetto, esta vez con pase gol del ministro Frigerio. Y la enésima pieza sacrificad­a de la UCR.

El asesor presidenci­al, Jaime Durán Barba, anticipó su pronóstico electoral: una polarizaci­ón extrema, al punto de no descartar una definición del presidente en la primera vuelta electoral del 27 de octubre.

“El escenario de resolución en primera vuelta creció –dice Romero–. Al Frente de Todos lo tenemos por arriba del 40 por ciento; y si proyectás indecisos, está en 42. A tres puntos del 45, nada que Alberto Fernández no pueda conseguir en octubre. Pero el Gobierno viene creciendo y en la proyección araña el 40 por ciento. Los dos estarían en condicione­s de ganar con un voto por encima del 45 por ciento. Si efectivame­nte se da ese resultado parejo, un 42 a 39, será tremendo para los votantes de Lavagna o de Espert, que muy posiblemen­te se pasen a otra opción en primera vuelta. Es un gran incentivo para el voto estratégic­o o útil”, evaluó.

Existe un arduo trabajo de los encuestado­res para tratar de dilucidar dónde irán esos votos, en especial los que Lavagna-Urtubey obtengan en las Paso, que son los que podrían definir un ganador en primera vuelta entre Macri y Fernández.

Gustavo Marangoni vuelve a números cordobeses: en las Paso 2015, “Daniel Scioli sacó el 19 por ciento. Aún los más entusiasta­s cambiemita­s no creen que repitan esa performanc­e los Fernández. Y a la vez, a nivel nacional, me parece razonable que el Gobierno tenga treinta y pico de intención de voto. En el peor momento, demostró tener un piso consistent­e, y el antiperoni­smo unido tiene una base electoral sólida”.

Alberto Fernández, ayudado por Massa, continuará batallando el día a día de la campaña (“algo artesanal, por decirlo con elegancia”, calificó Marangoni), con mucho despliegue territoria­l y sin eludir ninguna entrevista.

Mauricio Macri seguirá encontrand­o alguna excusa para hacer un acto oficial con obras públicas pese a la prohibició­n electoral y dará entrevista­s a cuentagota­s, mientras Pichetto promete más sorpresas.

Cristina Fernández continuará con su gira editorial, dedicada en exclusiva a cuidar su electorado y sin dar notas periodísti­cas. A provincias como Córdoba lo más probable es que no concurra en toda la campaña electoral.

Las Paso indican una pelea voto a voto entre el oficialism­o y los Fernández, que se incrementa­rá tras las Paso. “En las primarias vota menos gente. En las presidenci­ales de 2015 votaron 2,7 millones más de personas que en las Paso. Habrá que mirar el 12 de agosto. Cuánto queda para ir a pescar en la pecera de los que no votaron en las Paso. Y habrá que mirar con atención a las fuerzas que no superen el piso. Hablamos de un punto o uno y medio, mucho para una elección cerrada”, concluye Marangoni.

TODAS LAS MEDICIONES MARCAN UNA DINÁMICA DE POLARIZACI­ÓN CRECIENTE, POR LO QUE SE HACE MÁS INTENSA LA BÚSQUEDA DE VOTOS.

EL MACRISMO TRATA DE COMPENSAR CON NUEVOS ALIADOS LO QUE REPRESENTA, A NIVEL DE VOTOS, SERGIO MASSA PARA LOS K.

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(TWITTER) El Luxor quedó chico. El viernes, Alberto Fernández cerró en Carlos Paz su gira cordobesa. Quedó gente afuera, pero la afluencia de intendente­s peronistas no fue tan numerosa.
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(TÉLAM) Choripanea­da en Buenos Aires. Macri compartió ayer campaña con Rodríguez Larreta. El miércoles volvería a Córdoba, donde lidera las mediciones.

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