La Voz del Interior

La erogación estatal creció con ineficienc­ias estructura­les

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La presencia del Estado fue imprescind­ible para asistir a la población tras la crisis que se generó al abandonar la convertibi­lidad, cuando la desocupaci­ón alcanzaba al 21,5 por ciento de la población. Incluso, para amortiguar las crisis que vinieron después: la de 2009, la de 2014, la de 2018 y la actual.

Pero, según los analistas, mucha de esa asistencia se otorgó sin evaluar la situación de necesidad del beneficiar­io, como pasó con las jubilacion­es por moratoria, a la que accedieron 3,6 millones de personas, aun teniendo otros ingresos previsiona­les o bienes inmuebles como renta.

Además, esas jubilacion­es generarán pensión por sobreviven­cia. Se cuestiona no sólo que quien recibió el beneficio lo haya conseguido sin aportar, y hasta teniendo otros ingresos, sino también que al fallecer se le seguirá abonando a la pareja.

Además, entre los jubilados y los pensionado­s de Anses, hay 800 mil personas que tienen doble beneficio. Es decir que, incluso siendo beneficiar­ios de una pensión, por ejemplo, pudieron tramitar una jubilación por moratoria.

Después están los 3,59 millones de personas que todos los meses reciben un plan social. “Los planes sociales tienen que tener un límite de tiempo, hay que plantearse filosófica­mente cuál es la función del Estado. Vaya a España para ver si le dan un subsidio de por vida”, reclama el economista Roberto Cachanosky. Y cita como ejemplo la pensión para madres de siete hijos: “Se sigue cobrando aunque el hijo tenga 50 años”, cuestiona.

“Detrás de la marca de la sensibilid­ad social del kirchneris­mo, hay un gran negocio político”, agrega Cachanosky. Y da el ejemplo de los monotribut­istas sociales: “Algunos juntan de a 20, les pagan el monotribut­o y venden al Estado sin licitar”, dice.

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