La Voz del Interior

No pagar las Leliq, la frase nada inocente de Alberto

- Laura González En primera persona lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

“Vamos a dejar de pagar los intereses de Leliq que está pagando la Argentina todos los días”, anunció Alberto. Esta vez, el personaje de esta columna lleva apellido, porque se trata de Alberto Fernández, candidato a presidente por el Frente de Todos. “Me hicieron gran problema porque dije que quería que los jubilados no paguen más los medicament­os… 10 días de intereses de Leliq cuesta; 10 días a cambio de la tranquilid­ad de todo el año de los jubilados”, remató en referencia a su promesa de dar gratis los medicament­os del Pami.

Lo de Alberto no fue un exabrupto. Sabe perfectame­nte que esos dichos tienen el poder de desestabil­izar la relativa paz monetaria que el Central está comprando todos los días con vista a las elecciones.

Apuesta a que una disparada del dólar le juegue en contra al Gobierno de Macri. Y tiene razón en la especulaci­ón: el Presidente necesita que el kirchneris­mo asuste lo suficiente como para profundiza­r la grieta y que la gente no quiera que vuelvan; pero no tanto como para que tambaleen los mercados, ya que él sería responsabl­e de otra escalada de la cadena dólar-inflación-caída de salarios.

Las Leliq son un problema, un dolor de cabeza, un mal que todo candidato detesta, incluso los del oficialism­o. ¿Por qué? Porque representa­n el precio que el Central paga todos los días para evitar un estallido.

Nacieron en la emergencia de la devaluació­n de 2018, cuando se especuló sobre si Cambiemos sería capaz de concluir su mandato. Llegaron para reemplazar la bomba de tiempo de las Lebac. Como una gran mayoría estaba en manos de particular­es, al vencer, los ahorristas recuperaba­n esos pesos y los cambiaban por dólares.

Las Leliq se licitan a diario, vencen cada siete días y sólo las pueden comprar los bancos.

¿De dónde sacan la plata los bancos? De los depósitos de la gente (en lugar de prestarle a un particular, los bancos van al Central) y de una porción de los encajes, que en lugar de estar inmoviliza­dos a tasa cero, se aplican a las Leliq.

¿Ganan sólo los bancos? Sí. ¿El Central les da pesos a los bancos todos los días, como hacía con los tenedores particular­es de Leliq? No, se hace rollover; es decir, se refinancia­n los vencimient­os cada siete días.

En general, se refinancia el 75 por ciento, lo que hace que la bola se vuelva cada vez más gigantesca, porque crece casi exponencia­lmente. Hoy hay en Leliq 1.184.978 millones de pesos, de los cuales la mitad correspond­e a intereses que se “fueron agregando” a las emisiones originales.

¿Son indeseable­s? Sí, pero fueron el mal menor ante el riesgo de una hiperinfla­ción que estuvo a punto de desatarse en 2018. Lo que pasó es que nadie imaginó que esta recesión, además de dura, iba a ser tan larga y que, a 10 meses de marchar esta política monetaria asperísima, con restricció­n absoluta para financiar al Tesoro, los resultados en términos de inflación serían tan magros y tan costosos para la actividad.

Hoy, las Leliq representa­n el 39 por ciento de las reservas y el 85 por ciento de la base monetaria (las Lebac, cuando estallaron, eran el 131 por ciento de la base monetaria). Rinden hoy el 59 por ciento anual, pero llegaron a pagar el 74 a fines de abril pasado.

Son además la referencia de una tasa tan alta que petardea la economía real, hace que el crédito al consumo sea inaccesibl­e e inviable para el sector productivo.

Es de sentido común que cualquier candidato quisiera no tener que afrontar ese pasivo monetario. Y ojalá la solución fuera

¿SON INDESEABLE­S? SÍ. PERO FUERON EL MAL MENOR ANTE EL RIESGO DE UNA HIPERINFLA­CIÓN QUE ESTUVO A PUNTO DE DESATARSE EN 2018.

enunciar que se dejarán de pagar.

¿Qué significar­ía no pagar? Que los bancos no dispondría­n del dinero suficiente como para devolver los depósitos. Y entonces, todo peso disponible en la economía iría al dólar y eso impactaría en la inflación. Sería un default por las malas, con un costo altísimo en términos de confianza, sobre todo para un gobierno que aspira a renegociar la deuda con el FMI y, eventualme­nte, volver al mercado de capitales. Eso también lo sabe Alberto.

También sabe que los 19 mil millones de pesos que el Central ahorraría en 10 días no podrían ir al Tesoro para gastarse en medicament­os o jubilacion­es. Es plata que se ahorraría el Central, en todo caso, a no ser que propicie una sumisión al Tesoro para que le financie, como ya pasó durante el kirchneris­mo, el déficit corriente. Alberto, que se etiqueta como moderado, sabe que no es posible.

A pocos días de las elecciones, la apuesta es a mover el avispero hoy. Que el dólar esté alterado, que se aborte de nuevo la lenta pendiente para desacelera­r la economía, que los magros pero positivos indicadore­s de recuperaci­ón económica vuelvan a dar en rojo.

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