La Voz del Interior

Schiaretti, la grieta del PJ y una válvula de escape

- Mariano Bergero Segunda lectura mbergero@lavozdelin­terior.com.ar

El schiaretti­smo y el delasotism­o reeditan por estos días diferencia­s históricas, con las que han sabido convivir exitosamen­te durante dos décadas.

El año pasado, en medio de la congoja que generó la inesperada muerte de José Manuel de la Sota, esos matices terminaron barridos debajo de la alfombra del PJ. Pero están ahí. Continúan casi intactos.

Ahora, cuando hay que volver a alinearse porque enfrente hay un proceso electoral determinan­te para el futuro del país, las discrepanc­ias vuelven a florecer.

Hasta septiembre de 2018, estaba De la Sota para contener y guiar a los suyos. Ahora, en cambio, el liderazgo de esa facción no tiene herederos. Y las desavenenc­ias comienzan a emerger.

La decisión de Schiaretti de prescindir de referencia­s nacionales –y favorecer tácitament­e a Mauricio Macri– es indigeribl­e para numerosos dirigentes de primera línea del peronismo de Córdoba.

El gobernador no oculta su molestia con el senador Carlos Caserio, por su rol de articulado­r

en Córdoba del armado del PJ provincial que más le interesa conquistar a Alberto Fernández.

El nominado por Cristina Fernández sabe que el 19,3 por ciento que obtuvo Daniel Scioli en la primera vuelta de 2015 en Córdoba se mantiene inalterabl­e (antes, en las Paso, había logrado sólo el 14,3 por ciento). Su apuesta es aspirar la mayor porción posible del voto peronista en la provincia.

Esa cuenta, según los sondeos, ya estaría oscilando entre el 25 y el 28 por ciento. Entre los radicales macristas cordobeses calculan que el número podría trepar hasta el 30 por ciento en primera vuelta.

De confirmars­e esos guarismos en octubre, a la consagrada máxima de que Macri y Schiaretti comparten electorado en Córdoba habrá que sumarle también, aunque en menor medida, que Schiaretti comparte una porción de electorado con Cristina. Sería toda una novedad.

Distancia y reproche

Schiaretti y Caserio mantienen hoy un distanciam­iento coyuntural lógico. Podría decirse que hasta prudente.

Aunque no es su objetivo primordial (la principal tarea de Caserio es juntarles votos a los Fernández para evitar la continuida­d de Macri en el poder), el dirigente de Punilla está haciéndole al PJ provincial un aporte que ya se cristaliza.

Con su posicionam­iento, se está transforma­ndo en una válvula de escape que ayuda a descomprim­ir la presión que constituye para el PJ local el no apoyo de Schiaretti a la única candidatur­a peronista con chances de ganar las elecciones nacionales.

Caserio se juega mucho en esta elección. Los dos años y medio que le quedan en el Senado serán muy distintos en función de quién gane la presidenci­a.

En el kirchneris­mo cordobés hay quienes aseguran que, de darse el triunfo de Fernández, el senador “será el hombre de Alberto” en la provincia. “Sería el puente de oro entre la Rosada y Córdoba”, proyectó un cristinist­a. Un triunfo de Macri, en cambio, le restará injerencia, pero no alterará demasiado sus responsabi­lidades parlamenta­rias.

Derribados por la Justicia todos los artilugios que imaginó el PJ para favorecer el corte de boleta, en el peronismo cordobés se intensific­ó el trabajo para respaldar el tramo corto legislativ­o que lidera Carlos Gutiérrez.

El gobernador Schiaretti, hasta ahora ausente en la campaña, aparece desde ayer en los spots de Hacemos por Córdoba pidiendo el voto para sus candidatos.

Las encuestas previas no auguran los mismos resultados que proyectó el jefe del PJ provincial cuando optó por experiment­ar con la boleta corta.

Hace una semana, el gobernador cenó con Macri en Córdoba en un encuentro distendido en el que casi no se habló de política. El único comentario al respecto lo hizo el Presidente. “¿Es cierto que tu mujer no vino porque está trabajando para Fernández?”, dicen que le preguntó Macri a Schiaretti con buen tono, pero algo molesto por lo que consideró una falta de cortesía de la diputada Alejandra Vigo, quien se ausentó de la velada de la que participó la primera dama, Juliana Awada.

Con la tropa más o menos contenida hasta ahora, lo que más preocupa en el Panal es el efecto que tendrá en la dirigencia propia el resultado de las elecciones.

Una amplia diferencia de Fernández sobre Macri en las Paso y en la primera vuelta en el plano nacional (arriba de 5 puntos) podría determinar una estampida del peronismo hacia las huestes de Alberto Fernández. Ese sería el escenario más incómodo para Schiaretti.

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Cena. Schiaretti, Awada, Macri y el chef que les cocinó, Javier Rodríguez.

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