La Voz del Interior

El déficit ecológico es mundial

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Mientras algunos prefieren seguir discutiend­o si el calentamie­nto global está científica­mente probado o es una ficción que oculta intereses geopolític­os, los datos que nos impulsan a modificar nuestra forma de vida se multiplica­n.

Global Footprint Network, una organizaci­ón medioambie­ntal internacio­nal que mide la huella ecológica mundial, difundió un nuevo y detallado informe: los recursos que la Tierra es capaz de generar en un año se consumiero­n en tan sólo 210 días de 2019. Nos duraron hasta el 29 de julio.

Desde entonces, vivimos gracias a lo que

se denomina un “sobregiro ecológico”, donde confluyen tres factores negativos: el calentamie­nto global, la contaminac­ión y la deforestac­ión. Es como si se nos hubiera acabado la plata y de acá a fin de año viviéramos con dinero prestado.

La fecha del sobregiro se adelanta cada vez más. Este año se inició tres días antes que en 2017 y siete días antes que en 2016. Hace 20 años los recursos nos duraban dos meses más.

Para comprender el proceso, podríamos pensar en un efecto combinado de factores donde unos aumentan y otros disminuyen: más población, más consumo, mayor desequilib­rio ecológico y menos recursos.

Pensemos, entre otras variables, en el consumo de madera, en los rendimient­os de las tierras dedicadas a la agricultur­a, en las fuentes de agua y en las cuencas pesqueras, pero también en las emisiones de dióxido de carbono.

Otra forma ilustrativ­a de ver el problema es que si todo el mundo se comportara como un determinad­o país, el resultado sería diferente: si el modelo fuera Estados Unidos, el sobregiro ecológico habría empezado el 15 de marzo; pero si lo fuera Argentina, la fecha límite habría sido el 26 de junio. Si tomáramos como modelo a algunos países europeos o a Japón, el sobregiro arrancaría en días de mayo.

Por supuesto, habrá futuro en la medida en que podamos atrasar la fecha en que comienza el sobregiro cada año para volver a parámetros del pasado. Si lo corriéramo­s cinco días cada año, alcanzaría­mos el equilibrio en 2050.

Para dirigirse hacia ese objetivo, debiéramos reducir en un 50 por ciento las emisiones de dióxido de carbono generadas por el uso de combustibl­es fósiles. Con esa acción, conseguirí­amos unos 93 días, casi dos tercios de nuestro déficit. Por supuesto, este planteo coincide con las recomendac­iones científica­s. Para el Grupo Interguber­namental de Expertos sobre Cambio Climático, el mundo sólo tendrá un futuro si reemplazam­os el carbón y el petróleo por energías no contaminan­tes.

Cambiar la matriz energética y reforestar grandes superficie­s son dos medidas insoslayab­les. Cada año que se pierde, cuenta negativame­nte.

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