La Voz del Interior

Lactancia, una escena aún muy extraordin­aria

- Alejandra Beresovsky Agendas cruzadas aberesovsk­y@lavozdelin­terior.com.ar

Ayer comenzó la Semana de la Lactancia Materna, un período que las organizaci­ones vinculadas con la prevención y la promoción de la salud dedican a sensibiliz­ar, educar e informar sobre esta práctica, que –aunque es muy natural– todavía es un desafío para muchas madres en la región.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida del bebé y su extensión, junto con otros alimentos, por lo menos hasta los dos primeros años. Sin embargo, diversos factores dificultan el logro de este objetivo –sobre cuyos beneficios hay múltiples evidencias científica­s– y es por ello que, en el continente, sólo el 38 por ciento de

los niños reciben lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de edad.

Este año, el lema elegido por la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS/OMS) es: “Protejamos la lactancia en el lugar de trabajo”.

La consigna apunta a uno de los principale­s obstáculos y está relacionad­o con la finalizaci­ón de las licencias específica­s en los ámbitos laborales. En el caso de las mujeres –cuando el vínculo con el empleador está formalizad­o–, ronda los tres meses, con un mes más en algunos sectores públicos. En el caso de los varones, menos de una semana.

Resulta tan evidente que un nacimiento requiere de la presencia y el apoyo de la pareja, que no es excepciona­l que los varones –siempre, claro, en el mercado formal de trabajo– destinen días de sus vacaciones para acompañar a la madre.

Una modificaci­ón del esquema de licencias es una de las estrategia­s recomendad­as para facilitar la lactancia en las mujeres que trabajan fuera del hogar. Pero no es la única.

Esta práctica debe naturaliza­rse en los ámbitos de trabajo. Desde las áreas de recursos humanos, hasta las de diseño, arquitectu­ra y mantenimie­nto, deben tenerla presente.

Una empresa que tenga últiples oficinas para reuniones, pero ningún lactario devela la ausencia de una perspectiv­a que contemple las necesidade­s de las mujeres, las madres, los niños y las familias. Necesidade­s que, en realidad, son de la sociedad toda.

Los lactarios, además, deben cumplir con una serie de condicione­s para que sean considerad­os tales. Deben ser cómodos, para que las madres puedan relajarse y extraerse leche; contar con una heladerita, privacidad y espacio. No debe ser un baño adaptado o una sala polifuncio­nal, sino un lugar con un único fin.

El beneficio para las propias empresas también está claro: se mide en términos de disminució­n de la rotación de trabajador­es, reducción del ausentismo, superiores indicadore­s de clima laboral, aumento de productivi­dad y mejora de la reputación.

A largo plazo, esta muestra de compromiso social también se traduce en beneficios comunitari­os.

Con ventajas claras y medibles, todos podemos hacer un aporte para que el tema no interese sólo una semana al año.

ESTA PRÁCTICA DEBE NATURALIZA­RSE EN LOS ÁMBITOS DE TRABAJO. TODAS LAS ÁREAS LABORALES DEBEN TENERLA PRESENTE.

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(LA VOZ/ARCHIVO) Lactario. Hay ámbitos laborales que lo tienen incorporad­o.
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